iusfilosofando

viernes, 29 de julio de 2011

EL DÍA QUE SICILIA MATÓ A LA DIGNIDAD

Y así como los pueblos sin dignidad son rebaños,
los individuos sin ella son esclavos.
José Ingenieros

La obra donde Habermas expone más extensamente su concepto de acción en la vida social es Teoría de la Acción Comunicativa, donde su propósito declarado en el prólogo es que ésta sea una "fundamentación metodológica de las Ciencias Sociales en una Teoría del Lenguaje". Es decir, como un instrumento teórico para el análisis empírico de las estructuras sociales.
En Habermas encontramos una teoría de la justicia que es formal, en el sentido de que se dirige principalmente a la pregunta ¿qué es justicia?, más que a la pregunta ¿qué es justo? En opinión del pensador alemán, la participación igual y equitativa en el tipo de diálogo en el que se manifiesta la racionalidad comunicativa presupone una cuota importante de igualdad social y económica.
Para Habermas es imposible tener una perspectiva real sobre la naturaleza de la existencia humana desde el punto de vista de las ciencias de la naturaleza y hay que entenderla desde el punto de vista interno o del participante. El autor explora la idea de que hablar es un tipo de acción “estratégica”, donde se pueden realizar afirmaciones “criticables” acerca del mundo, que podrían tener o no “validez” dependiendo de que pudieran defenderse.
En el esquema habermasiano se favorecen algunas formas de habla, como decir la verdad y buscar la justicia cuando esto se hace de buena fe y con sinceridad, frente a la noción de persuasión interesada y al engaño.
Bajo este esquema, por más que se quiera defender lo ocurrido ayer (una vez más en el Castillo de Chapultepec)  no hay elementos racionalmente procesables para hacerlo. La reunión de ayer con legisladores que mantuvo Sicilia y los suyos, parecía la oportunidad de cambiar la dinámica de diálogo.
En el sentido habermasiano “decir la verdad y buscar la justicia” se convirtió el día de ayer en un acto histriónico. Común, predecible, desgastado, sin idea, sin propuesta, contradictorio, colérico y repetitivo, así llego Javier Sicilia e inicio su intervención entre citas de poemas y minutos de silencio. A diferencia de la semana pasada, en la que llegó exigente, retador, cual porro conservador; en esta ocasión se rodeó de algunos intelectuales, llegaron con propuestas, se percibía un ambiente diferente.
A pesar de las lamentaciones, reclamos, quejas, hubo intervenciones con propuestas y tras más de cinco horas de acusaciones, recriminaciones, donde prácticamente los legisladores fueron obligados a comprometerse, parecía que sería diferente, pero no lo fue, su principal rostro, lo echo a perder.
Su posición de “venimos con buena voluntad” es una afirmación complicada de interpretar. En su expresión de que “que el país, nuestro México, vive una emergencia nacional”. Hay coincidencia y me parece que difícilmente alguien puede sostener lo contrario.
Por desfortuna el llamado Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad y Javier mismo, han perdido el rumbo. Sicilia no ha dejado en ningún momento de mostrarse como un hombre lleno de rencor, colérico y contradictorio; se presenta como un borracho que golpea la mesa para exigir a gritos, un trago, pero habla en voz bajo para pedirlo fiado.
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si su principal personaje, Javier Sicilia, recrimina a los legisladores el permitir a Calderón vulnerar la Constitución al involucrar al ejército en la guerra que no es guerra, pero al mismo tiempo violenta la ley de protección a los no fumadores está vigente, y se permite fumar, en plena sesión frente a los legisladores criticados por no hacer cumplir la ley?
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad si Javier Sicilia encendió un cigarro y lo fumó completo? Si insulto a los legisladores, les dijo que no creía en ellos y luego se despide presentando sus respetos y abrazándolos.
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si primero se involucran en pedir justicia y más tarde exigen “reforma política ya”? Tiene futuro un Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si su principal rostro afirma “no estoy construyendo imágenes políticas”, pero se empeña en demostrar efusividad personal?
¿Puede mantener su dignidad un movimiento cuyo principal rostro expresa abiertamente  que es gandhiano y cita una y otra vez que  “No hay caminos para la paz; la paz es el camino”; pero olvida que el mismo Gandhi afirmó: “He tomado sobre mis espaldas el monopolio de mejorar sólo a una persona, y esa persona soy yo mismo”?
¿Puede mantener su dignidad un movimiento cuyo principal rostro, besa a diestra y siniestra conduciendo emociones personales y olvidando que representa a los dolidos? Porque el problema no son los besos, sino las contradicciones y los mensajes que transmite.
¿Qué pretenden Javier Sicilia y quienes encabezan el Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, al insistir en las candidaturas ciudadanas, si son un movimiento que originariamente no tiene objetivos electorales? ¿Por qué la insistencia fanática en legislar “ya” sobre este tema?
¿Puede Javier, incitar a un movimiento a descargar su ira contra un poder, en este caso el Legislativo y escudarse en su emotividad personal para abrazar y besar a quienes hasta hace unas horas había llevado casi al extremo de la humillación con sus palabras?
Ojo, no hablo de la fijación cultural que Javier tiene por besar, ni siquiera por besar a los hombres, a las mujeres o a quien él quiera. Pero, ¿sabía Sicilia lo que transmitiría con el beso? Fue con premeditación, alevosía y ventaja? O en sus arranques decidió probar las mejillas de un hombre fuertemente cuestionado, por sus cercanías con el sexenio salinista, que también fue atroz en muertes, pero políticas. El representante de un movimiento que en su nombre lleva “dignidad”, besa a un hombre cuestionado por no poseerla. El problema no es el beso, sino  la fuerte carga simbólica que representa. Con el beso de ayer a Beltrones, se signó el día que Sicilia mató a la dignidad.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem. 
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miércoles, 27 de julio de 2011

LAS OTRAS MINORÍAS

                               El desobediente civil comparte con el revolucionario el deseo de  cambiar el mundo, y el cambio que desea realizar puede ser, desde luego, drástico.
Arendt

Señale en mi colaboración anterior, parte del pensamiento de Hannah Arendt, con relación a la necesidad de organizarnos, de participar, de no bajar la guardia. He considerado dar mayores elementos sobre su pensamiento, a petición y debido al interés de algunos lectores.
Debo advertir que lo que comparto el día de hoy está asociado sólo a una parte del pensamiento de la autora y su opinión sobre la desobediencia civil. Dicho lo anterior, existe una advertencia que bien vale la pena mencionar:
Los desobedientes civiles son en realidad, minorías organizadas unidas por una opinión común  más que por un interés común  y por decisión de adoptar una postura contra la política del Gobierno, aunque tenga razón para suponer que semejante política  goza de apoyo de una mayoría. (Crisis de la República)

Es aquí donde la presencia cívica juega un papel determinante, ya que la desobediencia civil, hemos afirmado que es un tipo especial de negación de ciertos contenidos de la legalidad por parte de algún ciudadano o de grupos de ciudadanos.
Dice la autora:
La desobediencia civil surge cuando un significativo número de ciudadanos ha llegado a convencerse o bien de que ya no funcionan los canales normales de cambio y de que sus quejas no serán oídas o no darán lugar a acciones ulteriores, o bien, por el contrario de que el gobierno está a punto de cambiar y se ha embarcado y persiste en modos de acción cuya legalidad y constitucionalidad quedan abiertas a graves dudas. (Ibídem. p. 82)

Es decir, la desobediencia civil, es ejercida por personas conscientes y comprometidas con la sociedad -es lo que Hannah Arendt denomina minorías cualitativamente importantes-, lo cual les lleva a ser tan activas como críticas respecto a ciertas decisiones políticas que se han transformado en ley.
Arendt perfila:
El desobediente civil, aunque normalmente disidente de una mayoría, actúa en nombre y favor de un grupo; desafía a la ley y a las autoridades establecidas sobre el fundamento de un disentimiento básico y no porque como individuo desee lograr una excepción para sí mismo y beneficiarse de ésta. (Ibídem. p. 83)

La actividad desplegada por aquellos que ejercen la desobediencia civil es tan intensa y de tal naturaleza que desbordan los cauces tradicionales de formación y ejecución de la voluntad política. Los ciudadanos que practican la desobediencia civil son capaces de imaginar un orden social mejor y en su construcción la desobediencia civil se convierte en un procedimiento útil y necesario.
Existe una idea que vale la pena citar para cerrar la concepción que Arendt tiene sobre el papel de la desobediencia civil, la autora señala:
Si la desobediencia civil ha venido para quedarse, como muchos han llegado a creer, resulta de importancia primordial la cuestión de compatibilidad con las leyes; la respuesta puede ser muy bien decidir si las instituciones de libertad demostraran o no ser suficientemente flexibles para sobrevivir a la arremetida del cambio sin una guerra civil y sin revolución (Ibídem. p. 90)

Es evidente que no le debemos obediencia a un orden político en el que el gobierno vulnera los principios sobre los que se sostiene el Estado de Derecho -fundamento inexcusable del Estado democrático-, en el que no funcionan los frenos y contrapesos que limitan la absolutización del poder, en el que la ley es elaborada fraudulentamente convirtiéndose en arma de guerra o en el que los adversarios políticos son despojados de sus derechos y son perseguidos por el poder.
La existencia de la desobediencia civil así como su hipotética justificación ponen de manifiesto que incluso en democracia sigue abierto uno de los problemas políticos más viejos: el de la legitimación del poder.
Y los ejemplos son muy claros, no solo el de la elección presidencial de 2006 que llevo a Calderón a la presidencia, sino los que se distribuyen de manera vergonzante por el territorio nacional.
De ahí como dice Arendt, la importancia de construir minorías cualitativamente importantes, que socialicen conocimiento, divulguen información; que organicen, que construyan conciencia cívica; que ayuden a transformar este país, en una patria para tod@s.
Así que no evadamos más la responsabilidad; construyamos las otras minorías, unas minorías que sean y que se transformen en mayoría, construyamos un mejor país. Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
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lunes, 25 de julio de 2011

¿REVOLUCIONARIO O CONSERVADOR?

El revolucionario más radical se convertirá en un
 conservador el día después de la revolución.
Hannah Arendt

Hannah Arendt es una de las más grandes pensadoras del siglo XX, de origen judío nació en Hannover en 1906. Fue discípula de Heidegger, Husserl y Jaspers. Vivió en Alemania hasta 1933 y, en 1941, tras la ocupación alemana de Francia se estableció en Nueva York. Fue profesora de las Universidades de Berkeley, Princeton, Columbia y Chicago. Ocupó su vida a la reflexión más honda sobre un tiempo lleno de contrastes como fue el siglo XX y siempre se mostró activamente en la esfera pública interesada en la dignidad del quehacer republicano.
Parte de su vida intelectual la dedicó a tratar de entender las causas morales y políticas del surgimiento del nazismo y otros regímenes autoritarios del siglo veinte. Entendió que el lugar propio de la política no era el aparato estatal sino la esfera pública y sus instituciones representativas. Por ello en Los Orígenes del Totalitarismo, creó polémica al trazar paralelos entre el régimen nazi alemán y el stalinismo de la Unión Soviética
Arendt analizó la política con una perspectiva pluralista; rescata el antiguo concepto griego de política, que supone actuar entre otros en el ámbito de lo público. En su obra La Condición Humana sostiene que la acción es la:
(…) única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia, corresponde a la condición humana de pluralidad, al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten el mundo. Mientras que todos los aspectos de la condición humana están de algún modo relacionados con la política, esta pluralidad, es específicamente la condición (…) de toda vida política. (La condición humana: Paidós: 2002)

Las tres ideas centrales de este discurso que están presentes en el pensamiento de la autora, se vinculan a nuestro tema de análisis: acción, hombre y política. Cuando Arendt sostiene que las instituciones y las leyes preconizadas por el pensamiento liberal no son nada sin el poder de la acción conjunta, sin una noción participativa de ciudadanía, sumerge en un profundo cuestionamiento a la concepción liberal de la política.
Como sostiene la autora:
La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente según determinadas comunidades esenciales en su caos absoluto o a partir de un caos absoluto de las diferencias. (¿Qué es la política?: Paidós: 1997)

Tal vez esto se entienda mejor si recordamos un elemento central del discurso de la condición:
Los hombres son seres condicionados, ya que todas las cosas con las que entran en contacto se convierten de inmediato en una condición de su existencia. (…) Cualquier cosa que entra en mantenido contacto con la vida humana asume de inmediato el carácter de condición de existencia humana. De ahí que los hombres, no importa lo que hagan, son siempre seres condicionados. (La condición humana)

La idea de libertad en Hannah Arendt es clave para comprender su insistencia en esta esencial pluralidad de lo público-político. Si no se entiende la libertad sólo como un fenómeno de la voluntad, como liberum arbitrium o libertad de elección entre alternativas ya dadas. Dice Arendt:
(…) para la libertad no es necesaria una democracia igualitaria en el sentido moderno sino una esfera restringida, delimitada oligárquica o aristocráticamente, en que al menos unos pocos o los mejores traten los unos con los otros como iguales entre iguales. (¿Qué es la política?)

Quizá esta afirmación sea uno de los elementos centrales de la justificación a la desobediencia civil que Arendt plantea, y como bien señala la autora, la desobediencia civil  significativa será por eso la practicada por una comunidad de personas que posean intereses en común.
Con los elementos anteriormente planteados es entendible que en este país hay millones de mexicanos que poseen intereses comunes, de un mejor país, una mejor familia, sociedad, personas.
El punto es que no nos organizamos para buscar causas comunes a largo plazo, sino que nos limitamos a luchas personales, de día de coyuntura, actuamos sólo en función de que algo nos afecta de manera directa y a veces ni eso. Nos involucramos sólo cuando somos afectados, no para proteger los derechos de los demás.
Y al fin cuando triunfamos, cuando ganamos una lucha o cuando pensamos que la ganamos, bajamos la guardia y olvidamos (en el plano general) que la vida es una lucha constante. Y pasamos entonces como dice Arendt de revolucionarios a conservadores.
La visión de Arendt ha sido objeto de análisis desde la perspectiva de género,  pero me parece necesario llevarla más allá de esa esfera, más bien es necesario estudiarla, compartirla, exponer su pensamiento, saber que si actuamos, que si nos organizamos podemos cambiar nuestro entorno, que no estamos condenados a él. ¿Lo hacemos? O simplemente  pasamos de revolucionarios a conservadores.
Por hoy es todo nos leemos la próxima. Carpe diem.
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viernes, 22 de julio de 2011

PATÉTICO

Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.
Benjamin Franklin

Nadie en uso de razón, puede estar en contra de las causas que ha expuesto en las últimas semanas Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad cuya representación se materializa en la figura de Javier Sicilia.
No obstante, nadie en uso de razón puedo descarnarse ciegamente para defender a toda costa al mismo Javier. Y es que las acciones que se han realizado en las últimas semanas solo han ido en detrimento de la seriedad que se le puede prestar.
Leía a Javier Sicilia desde años atrás, y debo advertir que desde que salió a la palestra pública, como vocero de los “consolados” (por aquello de la caravana) ha ido diluyendo aquello que había construido.
Ver su desempeño como representante de los caídos en desgracia por la “guerra que no es guerra”, me ha inspirado lastima; y no precisamente por la muerte de su hijo, sino por el patético papel que ha venido desempeñando.
Javier no ha entendido que con la dignidad de la gente no se juega, que muchos de los que han perdido a un padre, herman@,  hij@, familiar o amigo, han visto en él, al vocero de su dolor.
Javier, está muy lejos ya, (lamentable por cierto) de ser un dirigente sabio, congruente y capaz; en sus intervenciones y comportamiento se respira un tufo de pequeño dictador. Aquel que tiene la razón absoluta y que se constituye en salvador de una bola de desarrapados, que al igual que él han caído en desgracia.
Aquel que por su desgracia hay que darle la razón, tenerle consideración y omitir que sólo es uno más. En su visita al Senado de la Republica, mostró su cara más provocadora (muy lejos de la inspiración de Gandhi).
A diferencia de su encuentro con Calderón (en el castillo de Chapultepec) en el que mantuvo su papel de modosito y simpático; a su llegada al Senado adopto una actitud de bebedor de cantina, el “entramos porque entramos” dirigido a los responsables de seguridad, fue una bravuconada inspirada por el arrope de los asistentes.
A diferencia de su encuentro con Calderón, en el que cedió el espacio de encuentro y permitió que le auscultaran hasta las anginas, pues se reuniría con el “Presidente”; al  Senado llegó provocador, no en ánimos de dialogo, sino con intenciones de exigencia. El objetivo era romper la sesión de la permanente, no dialogar.
Al senado, Javier llegó amenazando con retirarse y decirle al pueblo que el Senado no quiso abrir sus puertas a los ciudadanos, cuando no tuvo el inteligente detalle de promover una cita con los coordinadores parlamentarios o con la mesa directiva. Al Senado llegó provocador, exigente y violento, a empujones y gritos. Al castillo de Chapultepec, llegó recatado, sumiso y ansioso.
Ya en el senado habló con Manlio Fabio Beltrones, Armando Ríos Piter, José González, Francisco Ramírez Acuña,  Carlos Pérez y Josefina Vázquez Mota, con esta última se fotografió en tono de pose. Al  Senado llegó pidiendo reforma política ya! Lamentablemente no tiene dimensión de lo que ello significa; desde luego que este país necesita una reforma política, pero un movimiento como el que entró a empujones al Senado, debió tener el detalle de trabajar en una propuesta de reforma política alternativa a la que tienen los partidos políticos.
En reunión con diputados de casi todas las fracciones parlamentarias expuso: “No venimos a pedirles, sino a exigirles que aprueben la reforma política. Si tienen que convocar a un periodo extraordinario o trabajar horas extras, es su problema: la aprueban, es un mandato ciudadano”. ¿Y si le hubieran pedido propuestas a incluir? ¿Y si le hubieran pedido debatir más que escucharlo? ¿Y si no hubiera llegado como porro de universidad conservadora?
Su encuentro con los diputados panistas, fue una reunión de quedas, él pidiendo reforma política y ellos diciendo que el PRI no quiere. Su exigencia de: “No queremos que le hagan cambios, apruébenla ya como la envió el Senado. Es una vergüenza que no tengamos candidaturas independientes. Ya no nos den atole con el dedo”. Es muestra de ignorancia sobre el tema y sobre el proceso legislativo. El Congreso no es el Ejecutivo, en el primero hay debate, en el segundo sometimiento a la voz presidencial.
Con su irrupción al Senado, con su actitud hostil, con su ataque frontal al Legislativo, Javier Sicilia reproduce el discurso y la práctica que Carlos Salinas aplicó al Legislativo y que Vicente Fox volvió a desempolvar, el enemigo es el Congreso de la Unión. Nada más alejado de la realidad, pues Javier olvida que en este poder está representada la diversidad política del país; a quienes hay que exigirles sí, pero con propuestas en mano. A quienes hay que vigilar sí, pero metódicamente.
Este jueves 21 ya en su encuentro con representantes del Ejecutivo, en esta ocasión Blake Mora, Alonso Lujambio y Marisela Morales, se volvió a repetir soliloquio zombi de dogmas, cada quien repitió como pesadilla su discurso de la reunión anterior. Dicho encuentro tuvo el pequeño detalle de poner a unos niños de preescolar a gritar su apellido como su fuera el recibimiento al dictador: “Sicilia, Sicilia” gritaban las pequeñas vocesillas poslactantes con pañuelo en cuello, emulando al personaje.
En su encuentro con los dos poderes el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, no obtuvo los grandes resultados, con el Legislativo la promesa de reforma política y con el Ejecutivo mesas de trabajo. Del primero sirvió para mantener la llama del movimiento y calmar ánimos, para salir del Senado como héroe “sí se pudo”; del segundo, las mesas de trabajo, sólo servirán a lo mucho como una compilación que más tarde se hará pública.
Lo que si demostró Sicilia y quizá habrá que analizarlo con mayor detalle es su simpatía y regocijo por acercarse a los que hoy gobiernan es país, así lo demuestran las fotos donde posa con Vázquez Mota y Blake Mora. No nos extrañe que más tarde crezca el rumor de “Sicilia para Senador”; lo cual confirmaría que a diferencia de otros actores, Javier ha sido un hombre que no parece actualizarse, y al parecer no tiene deseos de hacerlo. La inmediatez ha sido su fuerte ¿Que habrá después?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
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miércoles, 20 de julio de 2011

CASOS DIFÍCILES

El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación,
toda la estructura social va hacia el derrumbe.
Alexis Carrel

En mi colaboración anterior, hice referencia a Ronald Dworkin y su pensamiento, comente la necesidad de tomarse los DERECHOS EN SERIO;  quiero ahora compartir otra óptica del mismo autor sobre nuestra realidad, partiendo de otra idea que el pensador anglosajón ha escrito.
En su teoría, Dworkin pone el énfasis en la igualdad, antes que en la libertad, y su principio moral básico es el de “igual consideración y respeto”. Sostiene que el derecho contiene “principios” además de reglas. Los principios operan en el razonamiento jurídico especialmente en relación con los “casos difíciles” es decir, poco claros, en los que no hay reglas relevantes que no sean ambiguas o en los que las reglas producen resultados que son inaceptables en términos de ciertos principios jurídicos básicos. Estos principios encierran derechos con un rango en la jerarquía normativa más importante que el de los derechos positivos comunes.
El autor suele plantear las relaciones entre Derecho y moral desde el punto de vista de las lagunas normativas, de los casos difíciles donde el orden jurídico no ofrece respuesta satisfactoria, y no desde la óptica de las posibles contradicciones o antinomias entre ambos sistemas.
Sobre el tema recuerdo que hace algunos meses me preguntaron por twitter si había algún fundamento para poder enjuiciar políticamente al presidente de la república. La respuesta me dio pena, pues lamentablemente nuestro marco constitucional no contempla la posibilidad de que el presidente de la republica sea sujeto de juicio político.
Si quieren conocer más al respecto sugiero consulten el Título Cuarto de la constitución de los artículos 108 al 114. Pero para muestra de un verdadero caso difícil para la sociedad mexicana y el ¿Qué hacer con el Presidente de la República? Les dejo lo que dice el Artículo 110 constitucional, sólo lo referente al ámbito federal.
Podrán ser sujetos de juicio político los senadores y diputados al Congreso de la Unión, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los Consejeros de la Judicatura Federal, los Secretarios de Despacho, los diputados a la Asamblea del Distrito Federal, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el Procurador General de la República, el Procurador General de Justicia del Distrito Federal, los magistrados de Circuito y jueces de Distrito, los magistrados y jueces del Fuero Común del Distrito Federal, los Consejeros de la Judicatura  del Distrito Federal, el consejero Presidente, los consejeros electorales, y el secretario ejecutivo  del Instituto Federal Electoral, los magistrados del Tribunal Electoral, los directores generales y sus equivalentes de los organismos descentralizados, empresas de participación estatal mayoritaria, sociedades y asociaciones asimiladas a éstas y fideicomisos públicos.

¿Qué les parece el texto constitucional? Según Dworkin, existe una “respuesta correcta” para los casos difíciles, a modo de ideal al que debemos tratar de aproximarnos de un modo objetivo.
Como en el tema de la justicia Dworkin advierte que la justicia implica el derecho a ser tratado como un igual, no el derecho a un tratamiento igual. El principio de ser tratado como un igual se encuentra en la esencia misma del concepto de justicia, de modo que el principio abstracto que se puede satisfacer a través de muchos ideales políticos concretos diferentes. Luego entonces ¿Por qué no tratamos al Presidente como un servidor publico más?
Por otra parte, Dworkin parte de la idea de igualdad como igualdad de recursos. Los recursos son necesarios para satisfacer nuestras necesidades básicas, pero a la vez son escasos. En la formulación de Dworkin la intervención del Estado debe limitarse a la configuración de las “circunstancias correctas” para que este proceso sea posible en condiciones de libertad e igualdad. Desde su óptica liberal, toda forma de paternalismo estatal debe ser rechazada. Esto se encuentra en relación con la distinción entre la libertad negativa y la libertad positiva. (En otra ocasión hablare de este tema) aunque en términos sencillos el paternalismo ha sido una de las mejores políticas públicas de por lo menos las tres últimas décadas. Y para ello recordemos la cifra del incremento de la pobreza en nuestro país que pasó de 44.7 millones a 50.6 millones sólo entre 2006 y 2008.
La vida de un individuo será buena en la medida en que resuelva con habilidad el reto que de manera autónoma se impuso al conseguir esos recursos. Lo que preocupa a nuestro autor es la vertebración moral del Derecho, más que la posibilidad de emitir un juicio ético y, por tanto, crítico sobre el mismo.
Para cerrar, la teoría de Dworkin supone la recuperación del significado histórico primigenio de los derechos humanos y representa un fiel y meritorio desarrollo de la filosofía contractualista y liberal. Como podemos observar su propuesta quiere ser una refundamentación ético-filosófica del liberalismo pero con bases de igualdad y la comunidad. La tesis dworkiana no puede armonizarse con una concepción positivista, pues no reconoce un deber jurídico allí donde existe una regla social, sino donde comprueba la existencia de una regla normativa.
Toda norma jurídica se apoya y presumiblemente se justifica, en virtud de un conjunto de directrices políticas que supuestamente favorece y da principios que supuestamente respeta. Algunas normas (…) se apoyan en la proposición  según la cual los individuos protegidos tienen el derecho moral a verse libres de daño proscrito. 
A este respecto es claro que esta idea de proteger a los individuos no siempre resulta del todo aplicable, en nuestro país mes a mes se incrementa la gasolina, y es lo mismo para los que lucran con ello, es decir transportistas, como para los que simplemente tiene que hacer uso de ella para echar andar su vehículo y transportarse casi dos horas para ganar un miserable salario mínimo de entre 59.82 y 56.70 dependiendo de la zona geográfica.
Ahí lo dejo para la reflexión ¿Le entramos a los casos difíciles y legislamos entorno a ello? o ¿Nos quedamos esperando a que los políticos actúen con moralidad en su ejercicio público? Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
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lunes, 18 de julio de 2011

LOS DERECHOS EN SERIO

Un hombre debe cumplir  sus deberes con su Dios
y con su conciencia, y si estos últimos se hallan en
conflicto con su deber hacia el Estado, es él,
en última instancia, quien tiene derecho hacer
 lo que juzgue correcto.
Dworkin


Ronald Dworkin nació en 1933 cursó estudios en la Universidad de Harvard, trabajó en una firma de abogados y más tarde fue contratado como profesor de derecho en la Universidad de Yale y, en 1969, ocupó la cátedra de Jurisprudencia de la Universidad de Oxford, sucediendo a H.L.A. Hart.
Dentro de la filosofía del derecho se opuso con vehemencia al positivismo jurídico que dotaba a la ley de una excesiva asepsia. Más tarde esto le condujo a cuestiones de tipo moral y político y a tener una presencia frecuente en la prensa para discutir temas legales de actualidad acerca del aborto, la Constitución o la desobediencia civil.
La obra de Dworkin constituye seguramente una de las más sólidas e interesantes aportaciones ofrecidas por el pensamiento norteamericano a la filosofía jurídica y política contemporánea. El trabajo de Dworkin responde a unas preocupaciones y se inscribe en unas polémicas que parecen tener muy poco en común con lo que ha sido la historia de nuestra reflexión jurídica. Sin embargo, existen algunas aportaciones generales y una en particular que aluden a nuestro tema de investigación y es por ello un referente obligado al momento de hablar de la desobediencia civil.
Un primer elemento de referencia es el ataque central que emprende Dworkin contra el positivismo, ataque que se hace con base en el status lógico, la fundamentación y el uso de principios, esto es, de un tipo de normas diferentes a las reglas.
La teoría de los principios refuta tres tesis positivistas: a) que el derecho consiste sólo en reglas, las que sólo con base en su origen pueden ser examinadas por cuanto hace a su validez o pertenencia al sistema y que sólo de esa forma se pueden distinguir de las normas de otros tipos de sistemas normativos como sería la moral o las reglas de trato social; b) que el juez en casos difíciles posee una facultad discrecional que le permite decidir según parámetros extrajurídicos, y c) que en casos difíciles el juez declara un derecho que aún no existe.
La tesis de Dworkin parte del supuesto que los individuos también pueden tener derechos que son anteriores a los creados explícitamente por la legislación. De ahí la idea de ser referente de la desobediencia civil.
Dworkin pretende restaurar en todo su esplendor un individualismo radical de signo iusnaturalista, el hombre, por el mero hecho de serlo, es portador de unos derechos básicos e inalienables, anteriores a cualquier forma de voluntad humana o de pacto hipotético; la legitimidad del gobierno se funda en el respeto y protección de esos derechos; es más, tomarse “los derechos en serio” significa que éstos no puedan ser sacrificados ante objetivos colectivos o proyectos de bienestar social; la desobediencia a las leyes es un corolario de la fuerza de los derechos individuales.
De ahí la justificación de la desobediencia civil, por ello dice Dworkin:
Muchos juristas e intelectuales se valen de un argumento aparentemente más complejo y refinado para llegar a la misma conclusión. Reconocen que la desobediencia al derecho puede estar moralmente justificada, pero insisten en que no se le pueda justificar jurídicamente (…).

Como bien advierte el autor, en el discurso iuspositivista, no se justifica desobedecer el derecho sin tener sanción alguna. Para los positivistas,  sólo puede hablarse de obligación jurídica, incluso de obligación en general, cuando existe una práctica y respaldo social, en definitiva, cuando de hecho una comunidad considera necesario observar cierto comportamiento.
Como expresa Dworkin, hemos pasado años en este país, sin tomarnos los derechos en serio, y esto ha sido no sólo porque los regímenes en turno no hayan querido hacerlos valer, sino porque ha faltado ciudadanía.
Tomarse los derechos en serio implica conocer bien a bien, derechos básicos comunes y obligaciones imprescindibles; tomarse los derechos en serio implica estar al día sobre la forma en cómo se manejan las instituciones de este país; en cómo se gastan los recursos; tomarse los derechos en serio implica exigir políticas públicas que reduzcan los márgenes de pobreza y el crecimiento de la miseria en este país; en promover y defender los derechos para tod@s y de tod@s.
Tomarse los derechos en serio, conocer la constitución y exigir que se cumpla; tomarse los derechos enserio implica también construir conciencia cívica, para darle dimensión real a la importancia del voto; votar sí, y vigilar el voto más allá de la jornada electoral; es decir, vigilar a los electos.
Por ello, los invito pues a tomarse los derechos en serio. Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem. 

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viernes, 15 de julio de 2011

JUSTICIA Y DESISTIMIENTO

Cuatro características corresponden al juez: Escuchar 
cortésmente,responder sabiamente, ponderar 
prudentemente y decidir imparcialmente.

Sócrates



En 1971, a los 50 años, John Borden Rawls filósofo y profesor de filosofía política en Harvard publicó su obra Teoría de la Justicia. El doctor en filosofía moral por Princeton, estuvo vinculado y participó en el ejército norteamericano. En esos tiempos él consideraba que principios de justicia que fueran objeto de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación contractual justa, podrían contar con una validez universal e incondicional. El objetivo de Rawls era combatir y superar el utilitarismo, que invadía y sigue invadiendo nuestra vida, para ello creó una teoría, la de la justicia.
La justicia como equidad es el tema abordado por el autor, su concepción de justicia se basa en los dos principios siguientes: 1. Toda persona que participa en una práctica tiene igual derecho a la misma libertad compatible con una igual libertad de los demás; 2. Las desigualdades son arbitrarias a menos que razonablemente se resuelvan en ventajas para todos, y a condición de que las posiciones y las cargas a las que van ligadas, o que puedan derivarse, estén abiertas a todos. Estos principios describen la justicia como la síntesis de tres ideas: libertad, igualdad y compensación por los servicios que contribuyen al bien común.
La teoría de Rawls considera que los principios de justicia que son objeto de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación contractual justa, pueden contar con una validez universal e incondicional. Por ello la justicia se concibe en Rawls como la virtud práctica de entes que tienen intereses concurrentes en competición y pretensiones en conflicto y en la que cada uno tratará de hacer sus propios derechos frente a los demás. O para decirlo en palabras del propio autor: “la injusticia no surge de una falla humana, sino de una combinación fortuita de circunstancias que hacen fracasar el objetivo de las normas jurídicas”. (RAWLS, John. Teoría dela justicia)
Aunque Rawls hable de la “justicia como equidad” esto no implica que los conceptos de justicia y de equidad sean la misma cosa. La desigualdad a la que según Rawls hay que oponerse es aquélla que no supone ventaja “para todos” los implicados. Considera que todos deben beneficiarse de la desigualdad para que ésta sea admisible. Resultan injustificadas las desigualdades en las que las desventajas de unos tornan en ventajas para otros.
Tal vez por eso el autor considera que “en un régimen constitucional los tribunales pueden acabar por ponerse de parte de los disidentes, y declarar la ley o la política rechazada por inconstitucional”. (Ibídem) O para  detener la película en un momento antes, el que la autoridad judicial termine desistiéndose de su propio “acto de justicia” y reconozca sus errores.
Tal vez para ilustrar la idea sea necesario tomar el ejemplo más reciente, el que acabamos de testimoniar con Mariel Solís, joven mujer que inculpada por el cómplice de López Herrera,  Luis Antonio Jiménez Chávez, como cómplice y encargada de vigilar al catedrático de la UNAM Salvador Rodríguez y Rodríguez y que termino siendo asesinado.
Elementos al parecer existían, la procuraduría sostenía que al menos cinco elementos de prueba de su presunta responsabilidad, pero de la simple confrontación de los videos de seguridad con las características físicas de la inculpada, llevaron duda razonable sobre la presunta responsabilidad de la estudiante Mariel Solís Martínez. El final lo conocemos todos, a la 1:41 de la madrugada de ayer se presentó el oficio en el que la procuraduría capitalina se desistía del ejercicio de la acción penal en el juzgado 55 del Reclusorio Oriente.
De este pequeño caso podemos encontrar dos elementos dignos de no olvidar, el primero, reconocimiento de la autoridad de que se había cometido errores y que la duda razonable podía dejar libre a Mariel Solís; el segundo, fortalecimiento de la institución encargada de perseguir e investigar los delitos, de representar los intereses de la sociedad.
Bien por el procurador  Miguel Ángel Mancera, que decidió echar mano de la figura del desistimiento y no enjuiciar a quien evidentemente no era responsable; sin embargo, ¿Cuántos casos más existen en otros estados, donde el procurador, para cumplir con las estadísticas de combate al crimen, llevan a prisión a gente inocente? ¿En cuántos casos más la prudencia y la inteligencia no funciona en los procuradores de los estados? Es un caso digno de revisarse, detengámonos también a echarle un vistazo a este tema. Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.

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miércoles, 13 de julio de 2011

PROFESIÓN PELIGRO

“El abogado simplemente esta después de Dios”


He debatido por años, con ilustres y otros nos tanto, personajes, sobre el contexto en el que los profesionales del derechos nos desenvolvemos y la diferencia entre Abogado y Licenciado en derecho.
El día de ayer y por mucho tiempo he escuchado los chistes más divertidos y las bromas más pesadas que se refieren a los abogados, algunas con razón, otras con ignorante sumisión.
Y es que primariamente la gente confunde al abogado del latín advocatus, y que es el que aboga o defiende; y el Licenciado en derecho, el que está legalmente autorizado para ejercer la profesión de la ciencia jurídica.
Para ser advocatus no es necesario haber cursado la licenciatura, ni tener el permiso; lo puede ser cualquiera, en el latu sensu de la idea; de ahí la expresión común de “abogado defensor”.
No obstante, la gente ha utilizado indistintamente el término “abogado” para referirse a los que tienen la licencia para ejercer la profesión y a quienes la ejercen como oficio.
Fue a petición del Diario de México, que en 1960  Adolfo López Mateos declaró Día del Abogado, el 12 de julio, fecha con significación relevante pues es en esta, que en 1553 se impartió la primera cátedra de derecho en América, por Bartolomé de Frías y Albornoz, en la Real y Pontificia Universidad de México, hoy UNAM.
Es observable que común de la gente, sin conocimientos mínimos de la ciencia jurídica, suele descalificar prima facie, la profesión; y lo hacen más inspirados en las leyendas construidas por los abogados, (que sin tener la licencia para ejercer la profesión se ostentan como tal); que por acercarse a quien de manera metódica estudia, analiza y defiende un caso.
Las críticas que se hacen a los abogados, tienen su inspiración en la condición económica, miseria humana o tacañes del individuo; pues prefiere consultar a aquellos que podemos ver a fuera de las prisiones, los juzgados, las agencias del ministerio público, en las oficinas de trámites burocráticos, que ir de manera directa donde hay un establecimiento de abogados (de licencia).
Advierto que no es mi pretensión defender aquellos que se quedaron en el campo de egresados, los que nunca iban, los que sólo salieron, y muchos menos a quienes creen que teniendo un código en mano los hace abogados. Las críticas que se hacen pueden ser merecidas, pero su origen está en la sociedad que permite y mantiene a los “abogados” de banqueta.
Cuando se quiere descalificar a los abogados (de licencia) se hace inspirado en las acciones que los abogados (de oficio) han hecho o dejado de hacer, al que sobornó, al que estafó, al que huyó o perdió un caso.
Pero se olvida de manera lamentable a los otros abogados (de licencia), a los que están en el aula de las primarias marginadas de este país y que optaron por seguir la carrera magisterial para luchar desde ahí por mejores condiciones educativas, para los lugares apartados de México
Se olvida también a los que están en la educación superior y media superior y que desde ahí forman y creen que es asequible cambiar a este país a partir de construir mejores instituciones para la nación.
Se quiere olvidar también a los burócratas que hacen bien y de buenas su trabajo (que pueden ser pocos) pero que cumplen en sentido estricto su papel. No se menciona desde luego a los jueces honestos que no declinan su compromiso con la justicia y el derecho.
Se pasa de largo, de igual forma que existen también quienes se dedican a la protección de los derechos humanos y que defienden incluso a costa de su propia vida una causa.
Se olvida por supuesto, a los que se dedican a la investigación jurídica y que desde ahí promueven el pensamiento crítico que tanto necesita nuestro país; a ellos que investigan y promueven los cambios necesarios en las normas, instituciones y practicas jurídicas.
Se olvida a los que están formando desde el posgrado a los futuros científicos del derecho que hacen teoría y construyen derecho.
Y aunque parezca cómico, se olvida que se recurre a ellos para todo, desde el discurso de la quinceañera, hasta la carta romántica, pasando por las confesiones de alcoba.
Se olvida también, (el actual es la excepción) que parece que al país le iba mejor con un Licenciado en derecho en la presidencia, que con un economista.
En fin, no olvidemos que la profesión del Licenciado en derecho es una profesión peligro, no solo porque haya quienes piense en la carrera como la mejor forma de obtener un beneficio económico inmediato; sino porque hay personajes que desprestigian la profesión; es una profesión peligro porque día a día se abren espacios que ofertan la licenciatura y que no tienen los estándares necesarios para formar en conciencia.
La del derecho es una profesión peligro, porque a los defensores de derechos humanos que son abogados (de licencia) les ha ido muy mal, (aunque no solo a ellos aclaro) han sido amenazados, torturados y desparecidos y nadie dice nada.
Es una profesión peligro, porque mientras se le vea de forma pragmática para enriquecerse y no con vocación seguiremos conociendo de casos en los cuales no hay finales felices.
Pero no todo es trágico, la resolución de ayer de la Suprema Corte para restringir el fuero militar y que estos puedan ser juzgados en tribunales civiles, fue tarea impulsada por abogados (de licencia) defensores y promotores de derechos humanos desde hace años; y fue cosa resuelta por otros abogados, los Ministros de la Corte. Fue un buen 12 de julio.
Así que la próxima vez que se piense en hablar mal de los abogados (de licencia) cuidado!!! Nunca se sabe cuándo se necesitará de uno de ellos, uno de verdad.
Por hoy es todo nos leemos la próxima. Carpe diem.
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