Cuando
la Constitución representativa fracasa ante retos
que afectan a los intereses
de todos los ciudadanos, el pueblo
puede resucitar los derechos originarios del soberano,
puede resucitar los derechos originarios del soberano,
la forma de los ciudadanos, incluso de los ciudadanos singulares.
En
última instancia, el Estado democrático de derecho
depende de este defensor de la legitimidad
depende de este defensor de la legitimidad
Habermas
En
colaboraciones anteriores he presentado a ustedes el pensamiento de algunos
autores sobre el tema de la desobediencia civil, hoy quisiera ocuparme de las
razones que expone Jürgen Habermas, quien considera que la desobediencia civil,
por sus características esenciales, se desenvuelve dentro del marco
constitucional del Estado democrático, en la medida en que busca configurar de una manera no convencional la
voluntad política colectiva.
Presento
algunos elementos que el autor sostiene y al final planteo algunas preguntas al
lector, que bien vale la pena hacerse a la conclusión de la lectura, quizá como
provocación intelectual a quien lo lea. Hecha la advertencia procedo.
En
opinión del autor, los desobedientes deben fundamentar su posición en
argumentos que puedan ser objeto de un consenso y no en convicciones privadas
del mundo, a pesar de que ambos aspectos pueden coincidir. Quizá por ello en un
primer momento Habermas expone:
Quien
quebranta leyes apelando a su conciencia, recaba para sí derechos que nuestro
Estado democrático de derecho no puede reconocerle a nadie si quiere
salvaguardar la seguridad y la libertad de todos los ciudadanos. (HABERMAS,
Jürgen: Ensayos políticos)
Por
ello, la desobediencia civil busca identificarse precisamente con los
principios políticos comúnmente compartidos que sirven de fundamento a los
Estados democráticos, este es precisamente un elemento de fortaleza para la
lucha del desobediente, que su lucha no sea una causa aislada.
La
desobediencia civil es una protesta moralmente fundamentada en cuyo
origen no tienen por qué encontrarse tan sólo convicciones sobre creencias
privadas o intereses propios; se trata de un acto público que, por regla
general, es enunciado de antemano y cuya ejecución es conocida y
calculada por la policía; incluye propósito de violación de normas
jurídicas concretas, sin poner en cuestión la obediencia frente al
ordenamiento, jurídico en su conjunto; requiere la disposición de admitir
las consecuencias que acarrea la violación de la norma jurídica; la
violación de la norma, que es la manifestación de la desobediencia civil tiene
exclusivamente un carácter simbólico: aquí es donde reside el límite de los
medios no violentos de protesta. (HABERMAS: p.78, 79)
Sobre
la obediencia a la ley el autor en estudio nos advierte una idea que parece
echar por tierra, esta idea, pero más adelante veremos que no es así:
La
obediencia a la ley tiene que darse de un reconocimiento reflexivo y, por lo
tanto voluntario, de aquella aspiración normativa a la justicia que late en
todo ordenamiento jurídico. Habitualmente, este reconocimiento se fundamenta en
el hecho de que la ley es debatida, aprobada y promulgada por los órganos
constitucionalmente competentes. De esta forma la ley alcanza vigencia positiva
y determina el comportamiento lícito en su ámbito de aplicación. (Ibídem. P.81)
Con
estos elementos no habría lugar a manifestación disidente respecto de ley
alguna, ya que la forma de construcción de la misma fue producto de un proceso,
pasteurizado que no da lugar a dudas sobre legitimidad. No obstante el mismo
Habermas considera:
La
Constitución ha de justificarse en virtud de unos principios cuya validez no
puede depender de que el derecho positivo coincida con ella o no. por este
motivo, el Estado constitucional moderno solo puede esperar la obediencia de
los ciudadanos a la ley si, y en la medida en que, se apoya sobre principios
dignos de reconocimiento a cuya luz, pues, pueda justificarse como legítimo lo
que es legal o, en su caso, pueda comprobarse como ilegítimo. (Ibídem. P.81)
El
texto anterior muestra que esta forma de conducta cívica, a diferencia de otros
actos políticamente motivados, no busca la ruptura o reorganización del orden
constitucional; los actos de desobediencia civil utilizan la violación de las
leyes, en forma simbólica, para comprometer la conciencia moral de toda la
comunidad, forzándola a revisar una cuestión a la luz de sus fundamentos de
legitimidad.
Según
el autor, la desobediencia civil desempeña un importante papel innovador y
correctivo en un sistema democrático. La desobediencia civil aparece en
Habermas como el instrumento necesario y útil que facilita esas correcciones.
Se trata de una válvula de escape, de una táctica o una forma más de presión
política.
Como se
puede observar, la postura del autor parecer ser muy optimista, pero ¿Que sería
de su opinión si Habermas fuera mexicano? ¿Estaría hablando de la forma en cómo
hacer desobediencia civil? O ¿Justificando quizá la intervención del ejército
en la guerra que no es guerra? ¿Sería académico o intelectual del Ejecutivo? ¿Hablaría
de la desobediencia civil como forma de mejorar la Constitución? O ¿Defendería
a las bondadosas instituciones heredades de la revolución? ¿Ustedes que creen?
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
¡Exquisita columna Iusfilosofando acabo de leer....!
ResponderEliminarLos elementos proporcionados forman parte de una serie de componentes para hacer reflexionar en un tema de filosofía política donde usted Maestro es especialista: la desobediencia civil.
Gracias por compartir.
Un abrazo.
si fuera mexicano, seria un peligro para México, el causante del caos, el anticristo, excelente columna.
ResponderEliminarOscar Sanchez.
Lo leí con atención y la desobediencia civil que Habermas expone es de gran importancia, muchas gracias.
ResponderEliminarEstrella Macias
muy buen analisis que pefectamente podriamos extrapolar aqui en Chile, saludps.
ResponderEliminarjose arturo fuentes
Si Habermas fuera mexicano, no habría escrito su teoría de la acción comunicativa, pues en México tal cosa no ocurre realmente. Nuestra realidad va por otro lado menos idealista y menos kantiano que Habermas.
ResponderEliminarSaludos Samuel
@Alado_Ser
Sí Habermas fuera mexicano, su exposición de la desobediencia civil sería muy debatible y manipulable hacia ambas partes Estado y Ciudadanía.
ResponderEliminarCreo que si Habermas fuera mexicano su obra sería interpretada a conveniencia para el bando que la ocupe, ya sea "Los desobedientes" o "El estado y políticos"
Me parece que da carta abierta a cualquier bando. Para ser específico creo que es un punto de vista muy neutral y de interpretación diversa.
Y hasta ahora es el que más me ha llamado la atención.
Gracias por la excelente publicación, un texto por demás enriquecedor y muy bien estructurado para la reflexión y critica.
Que tengas una agradable semana Samuel! Un afectuoso saludo!
Si Habermas fuera mexicano, la gran mayoría de los mexicanos, no tendrían la más mínima idea de quien "chingados" es. Igualito que ahorita, hagan de cuenta.
ResponderEliminarExcelente columna, y por supuesto lo pone a uno a reflexionar.
Como siempre un gustazo leerlo.