Dadme
dos líneas escritas a puño y letra por el hombre más honrado, y encontraré en
ellas motivo para hacerlo encarcelar.
Cardenal
Richelieu
Si bien es cierto no debe sorprendernos lo ocurrido con el caso
Góngora, si debe indignarnos; y debe serlo no por el resultado que conocemos,
sino por la forma en como pudo haberse tratado el tema; es decir, al margen de
influencia que puede tener un exministro de la Suprema Corte de (In) Justica de
la Nación, para que sea intocable.
Conocemos del asunto porque una de las partes, decidió llamar la
atención y recurrir a los medios para dar a conocer el caso.
En este caso, otra de las líneas que debemos tener presente es
saber si la historia que conocemos en realidad es completamente cierta, tal y
como se cuenta o si hay algún otro elemento que no desconocemos.
Más allá de esta particular historia, el tema de fondo es la
justicia y el acceso a ella. Lo cual me permite, recordar una investigación
realizada por Volkmar Gessner (Los conflictos sociales y la administración
de justicia en México, traducción de Renate Marsiske, México, UNAM, 1984)
en el México de mediados de los años setenta y que se publicó en nuestro país a
principios de los ochenta, el cual confirma algunas de las suposiciones que
parecen no pasar de moda.
El trabajo muestra la aversión de los particulares a llevar sus
conflictos ante instancias oficiales; y lo es porque en efecto, los mexicanos
de aquellos años y desde luego en la actualidad no se confía en la autoridad,
ni tampoco que se vaya a resolver su asunto.
Lo que los mexicanos de ayer y hoy identifican es la influencia,
la proximidad o las distancias sociales entre las partes y como consecuencia el
tipo de desenlace a que pueden dar lugar.
Un ejemplo que ilustra mi anterior afirmación es la que el autor
expresa respecto del acceso a la justicia: “(…) se ve claramente que las capas
con mayor ingreso demanda con mayor frecuencia”. (Gessner, p. 162.)
Lo anterior no solo fortalece la idea de que la justicia llega a
ciertos sectores, sino que parece confirmar la expresión de Eduardo Galeano al
afirmar “La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos”.
Lo cual me recuerda que en la historia de la humanidad el gran
debate siempre ha sido derecho y justicia y desde luego dichos conceptos no
siempre van de la mano.
Sin duda, falta mucho por hacer en este rubro; no obstante, las
reformas necesarias deben serlo porque respondan a realidades sociales
nacionales y no por los derroteros de organismos internacionales. Porque
finalmente como sostiene Chateaubriand: “La justicia es el pan del
pueblo: siempre está hambriento de ella”.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
¿Justicia? En efecto Doctor, es un concepto utilizado de manera recurrente, sin saber a que se refiere.
ResponderEliminarEn un país donde los ingredientes principales son: impunidad, corrupción y complicidad poco se practica este.
¡Magnífica columna! Un placer leerle e intercambiar puntos de vista.
Mi admirado Samuel, me encantaría conocer tu opinión hoy que Aristegui leyó una carta que le envió Góngora.
ResponderEliminarSaludos.