Se comentó desde antes, y después de la conclusión de la
jornada electoral quedó demostrado, la elección en 14 estados y 1 distrito de
Sonora –ésta se volvió a realizar la porque el suplente del diputado ganador
tuvo la idea de asesinarlo, hoy la ganadora de la diputación fue la esposa del
candidato ganador- refrendó que las viejas prácticas electorales se volvieron a
repetir.
Doce años de panismo no fueron suficientes para extinguir
a los dinosaurios, solo modificaron su ADN, lo hicieron resistente, más corrupto,
vengativo, deductivo, determinante.
No les costó desempolvar el manual priista para ganar una
elección, estaba ahí en el cajón donde siempre se conservó como si esperara el
momento que sus hojas amarillentas fueran oxigenadas por los dedos del operador.
Las instrucciones del manual son precisas, no hay margen
de error, se dice ¿Qué? ¿Cómo? ¿Quién? ¿Cuándo? Y ¿Con qué? La tarea es que se
debe de ganar a toda costa. Y el a toda costa, también implica la pérdida de
vidas.
A los gobernadores no solo se les está permitido, sino que
es una “obligación moral con el Partido” usar recursos públicos a favor de su
candidato; ofrecer dinero o posiciones al dirigente o dirigentes de los
partidos opositores; intimidar a los dirigentes locales no afines; inventar expedientes
negros de los candidatos; este manual tiene un adéndum –aprovechando
la inseguridad- secuestrar y extorsionar a los candidatos, familiares, o equipo
de campaña de sus adversarios. Recordarle a los medios locales quien manda y
compra publicidad. También se vale hacer uso de los delincuentes en prisión,
soltarlos con la condición de hacer desmanes en casillas que no son favorables,
robar o quemar las urnas y boletas.
A los candidatos, se les mandata a dar buen uso de los
recursos otorgados por el “jefe” –el gobernador- aunque se pensaba que ya no
funcionan más las despensas con la imagen a cambio de votos –pues hay tarjetas
de prepago, que vencerán al día siguiente de la elección- se pudo constatar que
en algunos Estados se distribuyó frutas y verduras, entre ellos pepinos con la
imagen de “El Partido”.
Al dirigente del partido, declarar que van “muy bien en
las encuestas” mantener siempre un discurso de ganador -aunque sepa que la
realidad es otra-, hacer un mapeo de las zonas rojas, -ahí donde se sabe están
en desventaja- y donde la única forma de vencer es llevar el maletín de
efectivo, -en este país de miseria, “nadie resiste un cañonazo de 200 pesos”-
ser el brazo y el pie golpeador del candidato. Traer militantes de otros
Estados como “apoyo” a la campaña – ahí está el caso de los morelenses en
Veracruz- a cambio de cualquier cosa.
A los operadores, identificar en las secciones a las bases
operativas, esos que deberán conseguir votos, darles su prendedor, su playera
roja, la lista nominal, indicándoles la necesidad de ganar, conseguir al menos
cien personas para el desayuno, que lleven copia su credencial de elector y que
la firmen para “comprometerlos” –como en Puebla- de que votaran por “nosotros”.
Así, el “Ratón loco”, la “despensa”, “los mapaches”, “el
carrusel”, uno que otro “rasurado”, el “taco”, el “tamal” y hasta las “urnas
embarazadas” volvieron a cobrar vigencia, un lenguaje y prácticas tan bellas no
podían ser olvidados de nuestra grandiosa democracia mexicana. O ¿ustedes que
piensan?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe
diem.
Doctor, la de hoy es una columna magnífica que describe y detalla la prácticas de un anquilosado régimen caduco que se está enquistando en este #MéxicoLindoyHerido.
ResponderEliminarSigamos sumando y provocando el cambio necesario. Estoy lista y actuando en la construcción de un mejor país.
Un placer leerlo.