Al
llegar México a la vida independiente en 1810, quienes asumieron el poder
fueron los criollos y mestizos; este sector requería romper con la institución
de las tierras comunales que los indios poseían, extendiendo así su dominio
para poder venderlas al extranjero; para ello y considerando que se habían
abolido las castas y proclamado la libertad y la igualdad “la mejor solución
fue declarar a todos los habitantes del México independiente iguales y libres
ante la ley”.
De 1879
a 1904 la relación del Estado con los indígenas estuvo caracterizada por la
segregación, el despojo, las torturas y en términos generales el genocidio.
Aquí los yanquis fueron protagonistas insustituibles de esta parte de la
historia. (John K. Turner, México bárbaro: 1993)
Durante
la etapa del porfiriato, la estrategia del Estado frente a los indígenas se
basó en tres puntos fundamentales: a) La atribución de su inferioridad racial,
b) La apropiación de su patrimonio agrario, unida a la explotación externa de
su fuerza de trabajo; y, c) La guerra de exterminio. (Báez Jorge, Félix: Memorial
del etnocidio: 1996).
Lo que
ocurre en nuestros días no está muy alejado de lo ocurrido a finales de 1800 y
principios de 1900. La vuelta al régimen que controló política, económica y
culturalmente al país por más de 70 años ha generado casi el mismo efecto. Y
los 12 años de panismo no estuvieron exentos de aplicar la misma política.
Aquello
que Díaz aplico a los indígenas durante su mandato, es muy similar a lo que el
“Nuevo PRI” quiere utilizar como política tras su regreso al poder. Reforma
educativa, pobre y limitada, que no profundiza en la calidad de la
educación que se imparte en este país, sino que se constriñe al control de los
maestros y utiliza el fantasma de la “evaluación” como mecanismo de sujeción.
Reforma
energética, que permite ceder el control del sector estratégico del país a
empresas extranjeras, bajo el pretexto de que el “General” así lo estableció
cuando recuperó la industria petrolera de las manos privadas y abusivas. Esta
reforma, no busca combatir la corrupción y control del sindicato y su líder
Romero Deschamps, sino que en el fondo mantiene el statu quo corrupto
y dañino para PEMEX.
Reforma
Fiscal, bajo el fantasma del aumento de impuestos al sector cautivo,
sumado a la amenaza del incremento al IVA, es una reforma recaudadora. Ésta
parece no buscar un equilibrio en los ingresos del fisco, al menos no para que
las grandes empresas y las grandes transacciones paguen impuestos que deben de
pagar.
En fin,
los mexicanos que son mayoría, son daños colaterales; los mexicanos que son
mayoría estarán sujetos a esa minoría que ha decidido continuar con los cambios
estructurales que solo benefician a los menos. En este escenario, como siempre,
los mexicanos son daños colaterales, ¿o no?
Por hoy
es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
Doctor, una #Iusfilosofando contundente y necesaria para estos tiempos.
ResponderEliminarEn efecto, seguimos siendo daños colaterales, ese terminajo que Calderón puso de moda, pero que resulta no era una panacea.
Un placer leerlo. Magnífico texto.