En su
obra principal el Leviathan, Thomas Hobbes involucra tres conceptos
claves para entenderlo: El de Estado de naturaleza; el de derecho de naturaleza
y el de ley natural. En dicho texto el autor plantea:
Viendo, pues, que la recíproca
agresividad natural del hombre se añade el derecho de todos los hombres a todas
las cosas, se da la situación de que un hombre ataque con derecho a otro y que
éste tenga derecho a resistir; con lo cual los hombres viven en un perpetuo
estado de desconfianza y estudiando como molestarse mutuamente, con lo cual el
estado de los hombres en esta libertad natural es el estado de guerra.
Eso fue lo que contemplamos la
semana pasada cuando elementos de la policía federal, rodearon las
inmediaciones del zócalo capitalino; un zócalo tomado por el movimiento
magisterial como resistencia a las reformas que aprobaron dos semanas antes.
Estado de guerra parecía lo que
contemplábamos, infiltrados militares vestidos de “paisanos” que marchaban al
unísono, dirigidos para provocar y dar motivos a una respuesta violenta de la
Policía Federal y que eventualmente, también podían servir para detener a los
manifestantes.
Lo que vivimos la semana pasada
y lo que atestiguaremos las próximas semanas, es un enojo que ha pasado de
sectorial a social. En varios Estados de la República, los movimientos contra
la reforma han pasado de ser un movimiento magisterial a un movimiento social.
Xalapa, la capital veracruzana ha sido ejemplo claro de ello.
Tras el violento desalojo
ocurrido el fin de semana por un operativo que no tiene antecedente en el país,
el movimiento magisterial no se replegó, por el contrario se sumaron más
contingentes, los de la Universidad Veracruzana y el de padres de familia, que
en solidaridad con esta causa han marchado al Congreso local.
Los sectores conservadores del
país esperaban sangre, violencia extrema, y agradecimientos masivos, tras
el desalojo de la plaza de Constitución. No obstante que hubo golpeados,
no ocurrió lo que algunos “asesores parlamentarios” y diputados pedían: el uso
de la fuerza como el 1968.
Parece que el señor Enrique
Peña y su grupo, no consideraron que las redes sociales y los medios
alternativos combatirían de forma eficaz el control que de los medios
tradicionales tiene. Ahora sabemos que la lucha se está exponenciando y desde
Argentina se envía un mensaje de solidaridad. La razón es común, América Latina
sigue siendo presa de las reformas estructurales que desde la OCDE, el FMI y el
BM se imponen, reformas que ensanchan las desigualdades y que vulneran derechos
humanos.
Los neoliberales en turno deben
entender que el problema de la educación no se resuelve con reformas de tercer
nivel, reformas que sólo pretenden afectar a un elemento del engranaje del
sistema educativo: el magisterio. Reformas que nos sitúan como en un estado de
guerra moderno y que dan pie al derecho a resistir como dice Hobbes.
¿Ustedes que opinan? Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
Buen texto Doctor, es indudable que vivimos estado de guerra. Estamos frente a una sociedad dividida e intolerante. De seguir así, el rescate de #MéxicoLindoyHerido se torna complejo, más no imposible.
ResponderEliminarSigamos trabajando por ello.
Un placer leerle.
Dr. Samuel
ResponderEliminarMe parece que su columna de hoy ilustra mucho sobre lo que ocurre en el país.
Gracias por su opinión.
Sergio