Dice David Easton que un sistema político es un “conjunto
de interacciones políticas. Lo que distingue las interacciones políticas del
resto de interacciones sociales es que se orientan hacia la asignación
autoritaria de valores a una sociedad”. [Enfoques
sobre teoría política]
Una definición más acabada de lo que es un sistema político
es la que proporciona Samuel Phillips Huntington quien afirma que este es:
“un conjunto formado por unas
determinadas instituciones políticas, que tienen unas determinadas expresiones
formales identificables en el régimen jurídico, en relación con un cierto nivel
de participación que se manifiesta en conductas observables empíricamente y
referidas al ejercicio del poder político por medio de las instituciones y los
actos del gobierno”. [Political Order in Changing Societies].
Quizá la forma de presentar estas
concepciones ayuden a comprender mi afirmación inicial, sobre la manera en cómo
el sistema político mexicano se recicla en sus prácticas. Recordemos, la
reforma política de 1977 que permitió que los partidos políticos fueran
definidos como entidades de interés público, de esta forma se reformuló el
sistema de representación para permitir el acceso de los partidos al Poder
Legislativo.
Más tarde, en el periodo 1979-1982
se incluyó la representación proporcional con 100 Diputados y los 300 de
mayoría relativa; esta apertura de los espacios de expresión política en el Legislativo,
solo duro hasta la elección del 6 de julio de 1988, en la que la caída del
sistema político fue un buen pretexto para perpetuarse un rato más; no
obstante, los resultados de la elección, demostraron que el sistema estaba
agotado.
Las reformas de los años noventa,
(1990, 1993, 1994, 1996) representaron la creación del IFE, la eliminación de
la autocalificación del Poder Legislativo, una mayor competencia política;
estableció el mínimo de 2% de la votación para que un partido mantuviera su
registro y accediera a diputaciones pluris; además se incorporó el principio de
Representación Proporcional a la
Cámara de Senadores.
Estas reformas hicieron posible, el
acceso de la izquierda al gobierno del Distrito Federal, y la pérdida del
control del PRI en la Cámara
de Diputados en 1997, tres años después (2000) perdería la presidencia de la
república y la recuperaría doce años después.
En la primera década de los años
2000, hubo una reforma, la de 2007, que reguló las campañas y la contratación
de espacios en radio y TV. La última reforma; la de 2014, incluyó reformas en
el régimen de gobierno, sobre las autoridades electorales, el régimen de
partidos, fiscalización y rebase de tope de gastos de campaña, los ámbitos de comunicación
política y los instrumentos de participación ciudadana. Se incluyeron gobiernos
de coalición, reelección legislativa, de los presidentes municipales, diputados
locales y asambleístas del DF; se adelanta la elección al primer domingo de
junio y cambia la fecha de toma de protesta del Presidente electo para el 1 de
octubre. (Elección de 2024), cambia de nombre la autoridad electoral de IFE a
INE, ahora se requiere del 3% que los partidos mantengan su registro, se
incluyen dos causales de nulidad de una elección, así como la consulta popular.
Pero si todo esto ocurre y parece
que estamos mejor que antes, ¿Porque hay signos inevitables de que las cosas
están peor que antes? Los gobernadores
de los Estados, en su papel de caciques ponen y disponen de recursos e
infraestructura para apoyar a sus personajes favoritos a algún puesto de
elección. Se presiona a la prensa local para que no publiquen notas que afecten
la imagen de los señores feudales.
Los peores personajes del PRI salen
de las catacumbas y buscan un espacio en la Cámara de Diputados, se busca limitar la
transparencia, coartar la expresión en la web y redes sociales, perseguir a los
disidentes del régimen y criminalizar las protestas que exigen derechos. Los
medios informativos alineados difunden, como en el pasado, las notas que desde
Los Pinos se envían.
El régimen se cierra sin duda, y la
forma de evitar que regresemos 20 años en la historia de este país es
participando con acciones, en elecciones, tener una postura sobre la realidad
que vivimos en este país y desde luego quitarle el Congreso a Peña para
equilibrar el ejercicio del poder.
Por hoy es todo, nos leemos la
próxima, carpe diem.
Doctor, en esta Iusfilosofando nos ha proporcionado un recorrido muy interesante para la desmemoria y llegar con ello a saber que si no actuamos este país se terminará de desmoronar, el sistema de cierra, ante ello los ciudadanos proactivos debemos actuar en consecuencia.
ResponderEliminar¡Magnífica columna! La compartiré en mis redes.
Un placer leerlo.