@iusfilosofo
En el penúltimo día en que
los candidatos pueden promover su imagen y pedir el voto por su causa, es
necesario hacer memoria de lo que ha ocurrido en estos días de campaña.
El próximo domingo los ciudadanos tendrán un menú
muy amplio de candidatos que aspiran a ocupar un cargo de representación
popular. En sus discursos algunos han buscado desmarcarse de sus competidores,
imprimir un sello particular que les de identidad; otros candidatos han
apostado durante toda su campaña, a la construcción de un discurso que convenza
al elector de que habrá continuidad.
Por alguna extraña razón, esos
candidatos que en la práctica buscan el continuismo, se han empeñado –con la
ayuda de sus bots- en demostrar que
son la alternativa incluso a su mismo partido, y afirman una y otra vez: “vamos
a mejorar lo bueno que tenemos y a cambiar lo que haga falta”.
Algunos otros candidatos han
llevado al extremo su radicalismo discursivo, y en ese no hay reversa. Otros
tantos autodenominados independientes, han logrado la postulación gracias a la
estructura de cierto partido, a sus alianzas políticas con los personajes que
tanto critican. Estos candidatos independientes, han dicho hasta el cansancio
que todos los candidatos son iguales y que ellos sí son diferentes, no obstante
buscan ser independientes con los mismos privilegios que los partidos tienen.
Y justamente este discurso
político ha permeado en algunos electores que consideran que -en efecto- todos
los candidatos son iguales, que prometen lo mismo y que representan lo mismo y
por ello salir a votar, no tiene sentido. Se quiere -como en el pasado- vender la idea de que el voto no tiene sentido debido a que todos
son iguales.
La realidad, sin duda no es
así, no todos los candidatos son iguales, como no todos los partidos lo son;
algunos son peores que otros y otros más tiene más moral en su declaración de
principios que en el comportamiento de sus dirigentes.
¿Pero qué debemos hacer los
ciudadanos ante el discurso de “todos son iguales”? la solución es muy
sencilla, convencernos de que no es así, de que si hay alternativas en cada
elección aunque parezca lo contrario. ¿Cómo lograrlo? Informándonos,
investigando ¿quiénes son? y ¿quiénes han sido los candidatos antes de ser
postulados? Su formación, sus antecedentes políticos, su actividad social, el
compromiso con el distrito, municipio o Estado. Su relación con los grupos de
poder o con los grupos económicos. Si ha tenido ya algún cargo público y cuál
fue su desempeño.
También está la alternativa
de ver su propuesta política, esa que ofrece y venden es sus spots y publicidad impresa o en redes
sociales. Y preguntarnos sencillamente ¿Qué tan real es que cumplan con lo que
prometen? ¿De verdad sus propuestas tienen sentido? Este pequeño ejercicio les
llevará menos tiempo que un capitulo de su serie favorita, que un episodio de
su telenovela o que el medio tiempo de algún juego deportivo. Esa es una
responsabilidad que cada cual debe asumir para demostrar que no, no todos los
candidatos son iguales y así salir a votar.
¿Se atreven a realizar este
ejercicio? Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.