Samuel
Hernández Apodaca
@iusfilosfo
Ha pasado
una semana del sismo en Puebla, Morelos y la Ciudad de México, y como en la capital del país
se concentran los medios de cobertura nacional, esta última ciudad ha atraído
la atención de algunos medios que han concentrado su información en lo que
ocurre en dos entidades: Morelos y la capital del país. Poco se habla de la
otra afectada, Puebla; y ya casi nada de los dos afectados en el sismo del 7 de
septiembre: Chiapas y Oaxaca. Desde luego sin menoscabar que hubo otras
entidades con afectaciones mejores, por ambos sismos.
El 19 de
septiembre pasado parecía sería un día normal, el acto cívico, el simulacro y
después la tragedia. Justo minutos antes había tenido contacto con muchos de
ustedes estimados lectores, a través de mi cuenta de Twitter. De pronto el
sistema de alerta de mi Smartphone desataba una serie de notificaciones sobre
el sismo, uno tras otro, tras otro, tras otro. Supuse como otros usuarios, que
era un nuevo error de la APP
que días antes había lanzado alertas equivocadamente y después dijo que
formaban parte del simulacro que se daría precisamente el 19 de septiembre para
recordar la tragedia de 1985.
Tras el
evento, las manos de ayuda no faltaron, jóvenes universitarios y no,
profesionistas, amas de casa, obreros, empleados. Voluntarios sin nombre pero
con rostro que rompieron con sus actividades, para rescatar a quienes minutos
antes habían quedado atrapados bajo la masa de escombro de lo que antes fuera
su casa, oficina, escuela, o lugar de trabajo.
Hoy sabemos
que muchos de esas grandes complejos habitacionales no cumplían con los
criterios de construcción necesarios, también nos enteramos de que algunos
otros debieron de ser adecuados para resistir precisamente estos embates de la
naturaleza, y descubrimos como centros de trabajo hacinaban a sus empleados en
espacios sin salidas de emergencia, y otros tantos sin las condiciones del
inmueble para soportar un sismo. Pero quizá lo que más ha indignado es la
historia del Colegio Enrique C. Rébsamen que incumplió requisitos de
construcción y vulnero la seguridad de sus estudiantes.
Como hace
32 años, con el sismo de 1985, en muchos de los casos que enumero se hacen
presentes algunas palabras: corrupción, complicidad, negligencia, omisión e
irresponsabilidad. Como hace 32 años los voluntarios sin nombre pero con rostro
tomaron zonas de la ciudad para demostrar que la solidaridad es más que una
campaña o eslogan gubernamental. Hace 32 años el papel de los jóvenes y las
mujeres fue importante. Hoy, en 2017 el papel de jóvenes y mujeres fue
igualmente fundamental.
El tiempo
pasará pero nuestra memoria tendrá presente el otro 19 de septiembre. La
memoria deberá tener presente también a los responsables de hacer cumplir la
ley y no lo hicieron y desde luego a quienes en su afán monetario construyeron
deficientemente algunos inmuebles ahora caídos y cuya vida es menor a los 5
años. La memoria recordara que a las 13:14 del 19 de septiembre de 2017 la vida
cambio para miles de mexicanos.
Sigamos
apoyando a los damnificados por esta tragedia, no los olvidemos, pasará mucho
tiempo para que logren recuperar sus casas, su empleo, un lugar de estudio, la
tranquilidad.
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
* Hoy se cumplen tres años de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, tampoco olvidemos eso.