Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo
“Dejar de luchar, por culpa de la corrupción que
hay en tu alrededor,
es como cortarte el cuello porque hay barro afuera”
Nicolae Lorga
El poder del gobierno está
basado totalmente en los poderes que le transfirieron los individuos, es decir,
su poder tiene su origen y queda supeditado al contrato que hicieron los
individuos para conformar la sociedad civil y política.
Sin embargo, si el
gobernante se vuelve tirano, el pacto se rompe. Ya hemos sido testigos de los
actos de abuso de poder más grandes de los que este país tenga memoria. Los
primeros fueron aquellos de los tiempos de la alternancia, en los que Vicente
Fox favoreció a sus hijastros con apoyos que se daban desde el gobierno que él
encabezaba. Así, pasaron de ser locatarios de mercado a grandes desarrolladores
inmobiliarios.
A pesar de las muestras de
lo ocurrido, el botudo siempre negó favorecer a sus familiares y utilizar la
presidencia para mejorar su rancho. Todo lo contrario, arremetió contra sus
críticos y presionó a medios para que ya no trataran el tema. De esta forma,
Fox no dejó recursos abiertos para la opinión abierta y la crítica, incluso
llegó a recomendar no leer los periódicos porque “decían mentiras”.
El propósito principal
de la sociedad política es proteger los derechos. De esta forma el gobierno
está estrictamente limitado y cumple con una función: proteger a la sociedad,
sin interferir en la vida de los individuos. ¿Recuerdan el Chiquihuitazo? Y la
respuesta que se volvió un clásico: “¿Y yo porque?”.
Más casos se han
documentado en los últimos años. Sin duda el más grotesco ha sido el de Javier
Duarte de Ochoa, personaje que está hasta en la memoria de los niños. Duarte
representa la forma más burda de abuso de poder para favorecerse y favorecer a
su pandilla de saqueadores.
Por si fuera poco, en
lo que va del sexenio del señor de Los
Pinos, académicos y analistas –consultados por sinembargo.com– lo resumen
con estas características: “Crisis, descrédito, deficiente control para evitar
la desigualdad social y vacío en el Estado de Derecho.” Y es peor cuando
recordamos los cuestionamientos que trae el ascenso de Enrique Peña Nieto al
poder Ejecutivo. Gobierno y corrupción parecen estar más cerca de lo que
imaginamos, basta revisar las primeras planas de los periódicos para
descubrirlo.
Por lo pronto, como
afirmaba Lorga,
no dejemos de luchar, pues aunque los escándalos parezcan salirse de control
siempre habrá oportunidad de cambiar el rumbo del país. Callar no es la opción,
abstenerse tampoco.
Por hoy es todo, nos
leemos la próxima. Carpe diem.
Doctor, gran texto el que nos compartes en esta Iusfilosofando. La corrupción es un monstruo de mil cabezas que hay que combatir de manera frontal desde la sociedad civil en general y como ciudadanos en lo particular. Ser observantes, estar informados, contrastar los datos que tenemos a disposición, pedir cuentas, ser exigentes, ejercer el derecho a votar, dar seguimiento a los actos y omisiones de gobernantes y representantes, son componentes para hacer la diferencias y de una vez por todas rescatar de manos de los sátrapas corruptos, lo que nos queda de país.
ResponderEliminarUn gusto leer tu columna, la comparto en mis redes.