El desobediente civil comparte con el revolucionario el deseo de cambiar el mundo, y el cambio que desea
realizar puede ser, desde luego, drástico.
Arendt
Señale en mi
colaboración anterior, parte del pensamiento de Hannah Arendt, con relación a
la necesidad de organizarnos, de participar, de no bajar la guardia. He
considerado dar mayores elementos sobre su pensamiento, a petición y debido al
interés de algunos lectores.
Debo advertir que lo
que comparto el día de hoy está asociado sólo a una parte del pensamiento de la
autora y su opinión sobre la desobediencia civil. Dicho lo anterior, existe una
advertencia que bien vale la pena mencionar:
Los
desobedientes civiles son en realidad, minorías organizadas unidas por una
opinión común más que por un interés
común y por decisión de adoptar una
postura contra la política del Gobierno, aunque tenga razón para suponer que
semejante política goza de apoyo de una
mayoría. (Crisis de la República)
Es aquí donde la presencia cívica juega un papel
determinante, ya que la desobediencia civil, hemos afirmado que es un tipo
especial de negación de ciertos contenidos de la legalidad por parte de algún
ciudadano o de grupos de ciudadanos.
Dice la autora:
La
desobediencia civil surge cuando un significativo número de ciudadanos ha
llegado a convencerse o bien de que ya no funcionan los canales normales de
cambio y de que sus quejas no serán oídas o no darán lugar a acciones
ulteriores, o bien, por el contrario de que el gobierno está a punto de cambiar
y se ha embarcado y persiste en modos de acción cuya legalidad y
constitucionalidad quedan abiertas a graves dudas. (Ibídem. p. 82)
Es decir, la
desobediencia civil, es ejercida por personas conscientes y comprometidas con
la sociedad -es lo que Hannah Arendt denomina minorías cualitativamente importantes-, lo cual les lleva a ser tan
activas como críticas respecto a ciertas decisiones políticas que se han
transformado en ley.
Arendt perfila:
El
desobediente civil, aunque normalmente disidente de una mayoría, actúa en
nombre y favor de un grupo; desafía a la ley y a las autoridades establecidas
sobre el fundamento de un disentimiento básico y no porque como individuo desee
lograr una excepción para sí mismo y beneficiarse de ésta. (Ibídem. p. 83)
La actividad desplegada por aquellos que
ejercen la desobediencia civil es tan intensa y de tal naturaleza que desbordan
los cauces tradicionales de formación y ejecución de la voluntad política. Los ciudadanos que practican la desobediencia
civil son capaces de imaginar un orden social mejor y en su construcción la
desobediencia civil se convierte en un procedimiento útil y necesario.
Existe una idea que vale la pena citar para
cerrar la concepción que Arendt tiene sobre el papel de la desobediencia civil,
la autora señala:
Si la
desobediencia civil ha venido para quedarse, como muchos han llegado a creer,
resulta de importancia primordial la cuestión de compatibilidad con las leyes;
la respuesta puede ser muy bien decidir si las instituciones de libertad
demostraran o no ser suficientemente flexibles para sobrevivir a la arremetida
del cambio sin una guerra civil y sin revolución (Ibídem. p. 90)
Es evidente que no le debemos obediencia a un orden político en el que el gobierno
vulnera los principios sobre los que se sostiene el Estado de Derecho
-fundamento inexcusable del Estado democrático-, en el que no funcionan los
frenos y contrapesos que limitan la absolutización del poder, en el que la ley
es elaborada fraudulentamente convirtiéndose en arma de guerra o en el que los
adversarios políticos son despojados de sus derechos y son perseguidos por el
poder.
La existencia de la desobediencia civil así
como su hipotética justificación ponen de manifiesto que incluso en democracia
sigue abierto uno de los problemas políticos más viejos: el de la legitimación
del poder.
Y los ejemplos son muy claros, no solo el de
la elección presidencial de 2006 que llevo a Calderón a la presidencia, sino
los que se distribuyen de manera vergonzante por el territorio nacional.
De ahí como dice Arendt, la importancia de construir minorías cualitativamente importantes, que socialicen
conocimiento, divulguen información; que organicen, que construyan conciencia
cívica; que ayuden a transformar este país, en una patria para tod@s.
Así que no evadamos más la responsabilidad; construyamos las otras minorías, unas
minorías que sean y que se transformen en mayoría, construyamos un mejor
país. Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
Maestro, ¡necesitamos más desobedientes civiles!
ResponderEliminarMéxico lindo y herido nos aclama.
Magnífica Columna, gracias por compartir.
Gracias. Importante arma social la desobediencia civil.
ResponderEliminarJuan José Rodes
Maestro:
ResponderEliminarMuy bueno su texto para hoy, me gusto mucho el manejo que hace de la autora y la forma en como nos convoca a crear minorías que influyan y que generen los cambios. Gracias por despertar conciencias.
Luis
Buen día Maestro. Excelente articulo. Un abrazo fraternal.
ResponderEliminarHugo Ocampo Uribe
Gracias Colega, siempre enriquecedor leerte, Saludos.
ResponderEliminarMARIO MAYANS OLACHEA
te leo con interés, muy buenas tus reflexiones de los temas actuales...
ResponderEliminarLiz Santibañez
excelente la invitación a generar esas minorías importantes que conforme las acciones se volverán mayorías, el País lo necesita. Saludos.
ResponderEliminarYa lo dijeron por ahí pero lo reitero;
ResponderEliminarMás desobedientes civiles es lo que le hace falta...
Excelente, interesante e ilustrativa columna.
Que grato es leerlo.
¡Saludos!
@DonJasso
Vaya columna!! Inspiradora al menos para mí.
ResponderEliminarComo siempre se agradece el excelente desarrollo del texto para la mejor comprensión de la lectura y las citas muy útiles.
Por lo comprendido, creo que la desobediencia social es un pilar para los que queremos cambiar a México hacia un país mejor.
Seguimos aquí y vamos siempre hacia adelante, creando conciencia colectiva y tomando como propios los ideales para un México mejor.
Buen día Samuel, un afectuoso saludo. Excelente publicación.
Gracias. la verdad es que me ha encantado el artículo. filosofía y política con toda la actualidad y frescura.
ResponderEliminarNo te miento si digo que al ir finalizando su lectura pensaba en decir algo así como que esas 'minorías cualitativas' tienen que hacerse mayorías. Al decirlo vd. ya tengo que decir algo más.
Efectivamente, para que no exista esa llamada 'dictadura de las minorías' y el juego democrático funcione perfectamente, si existe un sustrato social sano (canales de información, libertad de expresión real, etc.)el conocimiento y crítica de las conciencias más despiertas se ha de trasladar a la sociedad.
La oposición a comulgar con el sistema en forma de 'desobediencia civil', igualmente.
El cambio siempre tiene un punto de partida y está en las conciencias más preparadas y más dinámicas.
Las instituciones siempre tienen el peligro de petrificarse sin dar el servicio a que están destinadas, en medio del espíritu acomodaticio o del interés de quienes es principio están destinados a preservarlas y a hacerlas vehículo de interés gral.
Por ese motivo la crítica y la desobediencia civil constituyen una forma de revisar y depurar permanentemente el sistema, de ahí su enorme utilidad.
Un saludo y le felicito por la grata compañía elegida como compañera de viaje para su post', Hannah Arendt
@alvareld
Pues si es muy buena toda está información el problema es el uso ínfimo de los descalificatívos que los medios de comunicación usan en contra de todo tipo de manifestación publica y es un verdadero problema ya que el PRI como partido del poder y como Partido a punto de regresar al poder siempre utiliza infiltrados e informantes al respecto, de cualquier movimiento que suceda en las calles, creo que lamentablemente y en ese sentido no somos Europa en dónde nació todo esto... Recordemos que el camino democrático ha sido muy difícil y el PAN ha hecho todo menos democratizar al país... Felicidades muy buen texto y un mejor ejercicio de reflexión saludos.
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