El revolucionario
más radical se convertirá en un
conservador el día después de la revolución.
Hannah Arendt
Hannah Arendt es una
de las más grandes pensadoras del siglo XX, de origen judío nació en Hannover
en 1906. Fue discípula de Heidegger, Husserl y Jaspers. Vivió en Alemania hasta
1933 y, en 1941, tras la ocupación alemana de Francia se estableció en Nueva
York. Fue profesora de las Universidades de Berkeley, Princeton, Columbia y
Chicago. Ocupó su vida a la reflexión más honda sobre un tiempo lleno de
contrastes como fue el siglo XX y siempre se mostró activamente en la esfera
pública interesada en la dignidad del quehacer republicano.
Parte de su vida
intelectual la dedicó a tratar de entender las causas morales y políticas del
surgimiento del nazismo y otros regímenes autoritarios del siglo veinte.
Entendió que el lugar propio de la política no era el aparato estatal sino la
esfera pública y sus instituciones representativas. Por ello en Los Orígenes
del Totalitarismo, creó polémica
al trazar paralelos entre el régimen nazi alemán y el stalinismo de la Unión
Soviética
Arendt analizó la política con una perspectiva pluralista; rescata el
antiguo concepto griego de política, que supone actuar entre otros en el ámbito
de lo público. En su obra La Condición Humana sostiene que la acción es
la:
(…) única
actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia,
corresponde a la condición humana de pluralidad, al hecho de que los hombres,
no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten el mundo. Mientras que todos los
aspectos de la condición humana están de algún modo relacionados con la
política, esta pluralidad, es específicamente la condición (…) de toda vida
política. (La condición humana: Paidós: 2002)
Las tres ideas
centrales de este discurso que están presentes en el pensamiento de la autora,
se vinculan a nuestro tema de análisis: acción, hombre y política. Cuando
Arendt sostiene que las instituciones y las leyes preconizadas por el
pensamiento liberal no son nada sin el poder de la acción conjunta, sin una
noción participativa de ciudadanía, sumerge en un profundo cuestionamiento a la
concepción liberal de la política.
Como sostiene la
autora:
La política trata del estar juntos y
los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente
según determinadas comunidades esenciales en su caos absoluto o a partir de un
caos absoluto de las diferencias. (¿Qué es la política?: Paidós: 1997)
Tal vez esto se
entienda mejor si recordamos un elemento central del discurso de la condición:
Los hombres son seres condicionados,
ya que todas las cosas con las que entran en contacto se convierten de
inmediato en una condición de su existencia. (…) Cualquier cosa que entra en
mantenido contacto con la vida humana asume de inmediato el carácter de
condición de existencia humana. De ahí que los hombres, no importa lo que
hagan, son siempre seres condicionados. (La
condición humana)
La idea de libertad
en Hannah Arendt es clave para comprender su insistencia en esta esencial
pluralidad de lo público-político. Si no se entiende la libertad sólo como un
fenómeno de la voluntad, como liberum arbitrium o libertad de elección entre
alternativas ya dadas. Dice Arendt:
(…) para la
libertad no es necesaria una democracia igualitaria en el sentido moderno sino
una esfera restringida, delimitada oligárquica o aristocráticamente, en que al
menos unos pocos o los mejores traten los unos con los otros como iguales entre
iguales. (¿Qué es la política?)
Quizá esta afirmación
sea uno de los elementos centrales de la justificación a la desobediencia civil
que Arendt plantea, y como bien señala la autora, la desobediencia civil significativa será por eso la practicada por
una comunidad de personas que posean intereses en común.
Con los elementos
anteriormente planteados es entendible que en este país hay millones de
mexicanos que poseen intereses comunes, de un mejor país, una mejor familia,
sociedad, personas.
El punto es que no
nos organizamos para buscar causas comunes a largo plazo, sino que nos
limitamos a luchas personales, de día de coyuntura, actuamos sólo en función de
que algo nos afecta de manera directa y a veces ni eso. Nos involucramos sólo
cuando somos afectados, no para proteger los derechos de los demás.
Y al fin cuando
triunfamos, cuando ganamos una lucha o cuando pensamos que la ganamos, bajamos
la guardia y olvidamos (en el plano general) que la vida es una lucha
constante. Y pasamos entonces como dice Arendt de revolucionarios a
conservadores.
La visión de Arendt ha sido objeto de
análisis desde la perspectiva de género,
pero me parece necesario llevarla más allá de esa esfera, más bien es
necesario estudiarla, compartirla, exponer su pensamiento, saber que si
actuamos, que si nos organizamos podemos cambiar nuestro entorno, que no
estamos condenados a él. ¿Lo hacemos? O simplemente pasamos de revolucionarios a conservadores.
Por hoy es todo nos leemos la próxima.
Carpe diem.
Maestro:
ResponderEliminarExcelente manejo de la autora, me parece que presenta a Arendt y la expone de manera que podamos entender como sirve conocer la teoría para actuar y cambiar al mundo, gracias por su texto.
Un abrazo
Luis
Maestro, su Columna Iusfilosofando de este día es motivo de una reflexión profunda a todos los ciudadanos. Es lamentable como algunos olvidan que la participación ciudadana proactiva y sin interés particular es lo que requiere de manera urgente este México lindo y herido.
ResponderEliminarNecesitamos más participantes desinteresados y menos Sicilias que de unas semanas a la fecha tiene su propósito personal muy bien definido.
Saludos.
Es todo un gusto leer y digerir la información de manera tan sencilla, como solo usted logran transmitir.
ResponderEliminarIncreíble forma de exponer a Arendt y completamente cierto la reflexión en síntesis con la situación de nuestro país.
Saludos.
@DonJasso
siempre es un placer leerte, excelente columna, a mi humilde opinión, es cuestión de educación, un abrazo Samuel
ResponderEliminarOscar Sanchez.
Los "indignados" harían bien en leer a Arendt.
ResponderEliminarRomán Luzán
Las crisis tienen la virtud de unficar ciertas percepciones en la clase trabajadora, entonces vienen los cambios. Artíc ilustra
ResponderEliminarJuan Nelson Enríquez
Samuel, Colega, muchas gracias por compartir tu columna, siempre un honor y un placer leerla, Interesantisima!!! Saludos.
ResponderEliminarMARIO MAYANS OLACHEA
Pues si, la revolución debe ser contínua, pararse es detener el impulso libertario. #revolucionario o #conservador . Saludos.
ResponderEliminarrafael ortiz
@
Una columna para pensar, reflexionar e idear, cambiar, comenzar y no dejar de hacer para seguir enfocados al bienestar común. Tenemos problemáticas personales que van más allá de lo individual, por lo tanto tenemos que hacernos a una conciencia colectiva.
ResponderEliminarMuy buena columna la de hoy, como siempre un texto desarrollado de excelente manera con citas muy útiles.
Buen día y un afectuoso saludo!
Gracias a ti por que me has hecho saber que algunos conocen bien sus oficio y entre ellos estás tú. Como siempre, muy atinada tu columna aplica a todo tipo de sociedades que como la nuestra cae en el vicio de la inmediatez.
ResponderEliminarYolanda Guzmán