La suma de todas estas porciones de libertad sacrificadas al bien de
todos, es lo que forma la soberanía de una Nación.
Cesare Beccaria
A mediados del siglo XVIII, Juan Jacobo
Rousseau agregó ideas sobre la noción de ley como soberanía ciudadana. Rousseau
planteó el contrato social como una salida del Estado de naturaleza y la
inauguración de la sociedad políticamente organizada.
El contrato social de Rousseau no suponía
ninguna renuncia -como en Hobbes- ni delegación -como en Locke- de la libertad
natural de los individuos por medio del contrato social. Para Rousseau, los
hombres eran libres por naturaleza, y la renuncia a esta libertad implicaría la
renuncia a su propia condición humana.
La solución propuesta por Rousseau señalaba que
si todos los hombres renuncian a su libertad natural y la ponen en manos de la
sociedad - no en las manos de ningún individuo particular- recibirán de la
sociedad la misma libertad que han otorgado, sólo que ahora reforzada y
protegida por la colectividad.
En otras palabras, los hombres reciben una
libertad cívica o política a cambio de su libertad natural. Según Rousseau el
contrato social da lugar a la creación de una voluntad general que es la
expresión perfeccionada de las distintas libertades individuales que se
integran al contrato. Cuando los hombres obedecen la voluntad general, en
realidad se están obedeciendo a sí mismos. En este pequeño ejercicio se
sintetiza la soberanía.
El ejercicio de la soberanía se ejerce a través
de los poderes electos y representativos; como depositarios de la soberanía,
los hombres crean, reforman y desechan leyes según los procedimientos que su
historia político-jurídica ha generado. Así pues la soberanía no se delega,
solo se representa, pero parece que este principio se les olvido a nuestros
candidatos presidenciales.
Por ello resulta sumamente preocupante ver
como en el ejercicio de su propia campaña- la de Obama claro- el vicepresidente
de Estados Unidos Joseph Biden, marco agenda y derrotero a los aspirantes
presidenciales mexicanos. A los que exponen y repiten discursos nacionalistas y
prosoberanos. Todos estuvieron ahí salvo Gabriel Quadri de la Torre
precandidato presidencial de Nueva Alianza. Andrés, Enrique y Chepina. Nadie se
salvo de pasar por las manos de Biden.
Y es que más allá de construir un discurso de
patroteria, en lo que hay que enfocarnos es en el mensaje que Estados Unidos
quiere transmitir no sólo a sus habitantes, sino a los países latinoamericanos
y a México particularmente.
Por más que los reptiles de profesión,
defiendan con su pluma y discurso que las entrevistas no representan
sometimiento, ni “pasar lista”; lo cierto es que lo que vimos fue diferente, no
es grata la imagen de los hombres y la mujer -que quieren gobernar nuestro país
los próximos seis años- sometidos a una entrevista en el lugar, hora y orden
que el vicepresidente Biden decidió.
Todos nos dimos cuenta de las “forma” que los
candidatos tuvieron que cubrir para la entrevista con el personaje aludido; es ridículo
pensar que solo fue un ejercicio de diplomacia vicepresidencial; de ser así ahí
hubiera estado Quadri, pero el Estado americano sabe que sus posibilidades son
nulas.
Vayamos más allá, en las entrevistas de Biden
con Andrés, Enrique y Chepina, no se dio línea de manera formal, lo fue de
facto; fue un mensaje claro y sin rodeos. Fue una señal que no permitía más que
una interpretación: quien gane tendrá que seguir la agenda trazada por el hermano
mayor de América.
Fue la escena para refrescar nuestra
desmemoria, para que no olvidemos que la doctrina Monroe pasó de moda, para que
tengamos presente aquella vieja expresión popularizada por James Monroe “América para
los americanos”. Aunque su concepción de América sea diferente a la del resto
de los países del continente.
Ahí quedó la foto, “viva la soberanía”,
sigamos callados, omisos, creyendo ingenuamente que no ir a votar o anular el
voto servirá la poner a temblar a los políticos de profesión, a los candidatos
que sin empecho fueron y se reunieron para cubrir las formas con el segundo al
mando de la nación más poderosa del mundo. Sigamos soñando, “viva la soberanía”.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
Maestro:
ResponderEliminar¡Gran texto! agudo y certero.
Coincido con lo compartido por Usted en esta Iusfilosofando; y agrego que mientras sigamos siendo el patio trasero de EEUU (a veces sin percatarnos de ello) seguiremos perdiendo soberanía.
Y conste que no me refiero a un nacionalismo exacerbado donde se nos educa para rendir pleitesía a "los héroes que nos dieron patria" y a alabar un pasado que ya fue. ¡No! lo que es imperativo es construir ciudadanía que deje de ser agachona y que sea patriota en un sentido distinto.
Un placer leerlo y compartir a través de la palabra escrita.
Un fortísimo abrazo.
@iusfilosofo soberanía es la q cocinan y refrigerian enEU? O q hamburguesa es esa d macdonals #chistecruel, saludos, edo leyendo tu columna. Hace años creía en q al sistema se atacaba desde afuera, pero ya hay 60mil muertos
ResponderEliminar@Zamueg
@iusfilosofo Gracias por tu columna, muy buena, te leo la próxima Saludos!!!
ResponderEliminarLety Solano
Que viva la soberanía, si, pero en los EUA.
ResponderEliminarMauricio Ceballos
@iusfilosofo gracias, buen día!!!
ResponderEliminarFelipe Ochoa
Este apunte tiene mucho para reflexionar. @iusfilosofo No olvidar que el hombre preso, legal ó ilegalmente, no deja de ser humano. La deshumanización es metafórica. A no olvidarlo.
ResponderEliminar@Ettpop