Han pasado seis años, -aquel primero de septiembre de
2006- en el que el entonces coordinador de los senadores del PRD Carlos Navarrete
Ruiz cuestionaba duramente el operativo que se había dispuesto entorno de la
Cámara de Diputados en ocasión de la apertura del primer periodo de sesiones
del Congreso de la Unión.
En aquella ocasión los mexicanos veníamos de un
complicado proceso electoral y de una reacción post-electoral sin precedente en
la historia contemporánea del país. Una elección cuestionada y un triunfo
dudoso, sumado a la presunción de Vicente Fox que sin empacho alguno confesaba
que había ganado dos elecciones la suya y la de Calderón.
En septiembre de hace seis años, en el uso de la
tribuna, Navarrete Ruiz exponía en su discurso:
Ciudadanos legisladores, ciudadanas
legisladoras. ``En los casos de invasión, perturbación grave de la paz pública
o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto,
solamente el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de acuerdo con los
titulares de las secretarías de Estado, los departamentos administrativos y la
Procuraduría General de la República, y con aprobación del Congreso de la Unión
y en los recesos de éste, de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el
país o en lugar determinado las garantías que fuesen obstáculo para hacer
frente rápida y fácilmente a la situación''. Esto dice el artículo 29 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
¿En qué momento, ciudadanos
legisladores y legisladoras, cuándo este Congreso aprobó la suspensión de
garantías contemplada en el artículo 29 constitucional?
¿Por qué a las afueras de este
Palacio Legislativo y a varios kilómetros a la redonda se han suspendido de
facto las garantías que establece nuestra Constitución?
Un impresionante e indignante
operativo de fuerzas de seguridad del Gobierno Federal tienen cercada a la casa
del Congreso. Por tierra y por aire se agrede a los representantes de la nación
y se impide, se impide que los ciudadanos ejerzan las libertades que la ley les
otorga.
El último párrafo del texto que cito de Navarrete
Ruiz, pareciera que describe la situación actual de los entornos del reciento
de San Lázaro, con una salvedad, a diferencia de hace seis años, en esta
ocasión se dejaron sin servicio varias estaciones del metro, aunado al bloqueo
de calles y la exigencia de militares disfrazados de civiles pidiendo a los habitantes
de esas colonias se identifiquen, para permitirles el acceso a calles que los
llevan a sus casas. Más indignante y violatorio de las garantías no puede ser.
Es claro que el operativo dispuesto en los entornos de
San Lázaro, no es ajeno a quien ocupará Los Pinos a partir del primero de
diciembre, por más que Murillo Karam
sostenga que el operativo tiene el objeto de “garantizar la paz, la
tranquilidad, la circulación y, al mismo tiempo, la seguridad de todos”.
Lo cierto es que pareciera una respuesta violenta
contra los habitantes de la ciudad de México, quienes en julio pasado optaron
por no votar por una opción que representaba un regreso al pasado optaron por
no votar por el PRI, un partido que todo el tiempo negó lo que hoy demuestra,
autoritarismo.
Este operativo y la vulneración de garantías constitucionales
- entre ellas la de libre transito respaldadas en el artículo 11 constitucional-
no tienen fundamento legal superior a lo
que la carta magna estable; no hay mayor respaldo que absurda demostración de
poder violento de quienes detentaran el ejercicio del poder público a partir
del primero de diciembre.
Esta vulneración a la Constitución no puede ser
aceptada por el Congreso, no al menos por los partidos de izquierda y ni siquiera
por el PAN que deja el poder. Permitir el excesivo desplazamiento del Estado
Mayor Presidencial (EMP) que intimida y golpea ciudadanos – como el caso de Robles
Maloof – como símbolo de la impunidad que precede a la represión autoritaria.
Los legisladores esta obligados a defender los
principios plasmados en la Constitución, no a cuidar los votos en un año
electoral que ya concluyo, por eso la actitud mediocre y de parapeto de Silvano
Aureoles, no es menos que vergonzoso y patético.
Si la representación del PRD en el Congreso de la
Unión -Aureoles o Barbosa- pretenden callar para simpatizar al viejo PRI, estarán
cavando su propia tumba y dando la razón a López Obrador, quien ha criticado el
rumbo que ha tomado ese partido.
En fin, estemos atentos a la sesión de hoy en la
Cámara de diputados y a las posiciones sobre el tema de las fracciones
parlamentarias.
Desde aquí mi apoyo y solidaridad a Jesús
Robles Maloof, quien cumpliendo con su responsabilidad cívica y en ejercicio de
sus derechos, fue golpeado por miembros del EMP mientras preguntaba el
fundamento legal de dicho operativo.
Por hoy es todo, nos leemos la
próxima. Carpe diem.
Maestro:
ResponderEliminarUn texto magnifico e impecable el que nos presenta en esta ocasión.
¡Total y absolutamente de acuerdo con su análisis!
Un placer leerle.