“Muy lejos estamos de la
ciudad de México, pero la Capital de la República estará donde se encuentren
los Supremos Poderes y éstos los represento yo y mi gobierno y todas esas cajas
que conmigo vienen (…)”
Benito Juárez, 4 de septiembre
de 1864.
Fue hace más de 150 años que este país presenció un pasaje épico
tendiente a repetirse, aunque por razones diferentes. Fue el 17 de mayo, que la
ciudad de Puebla había sido tomada por los franceses y en consecuencia la
ciudad de México sería invadida; ante esta amenaza Benito Juárez decidió salir
de la ciudad rumbo al norte del país.
Juárez García, estuvo durante cuatro años combatiendo no solo a
un ejército invasor, sino a mexicanos pro-imperialistas traidores a la patria,
sumado a que encabezaba un gobierno en bancarrota.
El gobierno itinerante de Juárez que se oponía a entregar al
país a los extranjeros, estuvo cobijado por inclemencias, amenazas y pérdida de
vidas, pero también por su inquebrantable convicción por defender a la patria.
Claramente aquel poder itinerante de Juárez, no es el poder
itinerante que vemos en el Legislativo de estas épocas; mientras aquel
–Ejecutivo- huía para defender la soberanía nacional, el poder itinerante
–Legislativo- de nuestros días, huye para no dar la cara a sus electores por las
reformas legislativas que aprobó -muchas de ellas regresivas como la de
transparencia-.
Mientras el poder itinerante de Juárez huía para conservar
esperanzas restauradoras; el poder itinerante –Legislativo- de hoy, escapa para
incumplir su palabra otorgada a los integrantes de la CNTE; Mientras Juárez se
apoyaba en el pueblo mexicano que salía a saludarlo y acompañarlo en su
recorrido; el Poder Legislativo itinerante de hoy, se esconde de él, le da la
espalda y lo engaña.
Si el Congreso de la Unión representara efectivamente los
intereses nacionales, no habría necesidad de que huyera de sus sedes; si el
Legislativo fuera la voz soberana, sobraría habilitar un salón social para
sesionar y aprobar fast track.
Cuanta decencia
hace falta en los poderes públicos, en sus representantes populares y en el
quehacer político de hoy.
Dignificar la forma de hacer política es el nuevo reto de las
generaciones de jóvenes, no es tarea sencilla, pero hace falta. Solo de esta
forma nos evitamos poderes itinerantes inmorales como los que hoy atestiguamos.
Por hoy
es todo, nos leemos la próxima, carpe diem.
Doctor, una reflexión interesante la que hoy presenta en su #Iusfilosofando. La historia nos permite contrastar situaciones.
ResponderEliminarHoy padecemos un Legislativo que debe buscar albergue en algún sitio para cumplir a cabalidad ese “Pacto por México”
Magnífica reflexión.
Un placer intercambiar puntos de vista.