En 2012, una investigación hecha
por TrustLaw, para la Fundación Thomson Reuters realizada
a los 19 países que conforman el Grupo de los 20 (G-20), concluyó que India,
Arabia Saudita, Indonesia, Sudáfrica y México, son las cinco naciones que peor
trato le dan a las mujeres. Esto con base en la posición que ocupa la mujer en
cada uno de los países.
Para muestra está un estudio elaborado por el Colegio de
México en agosto de 2013, que advierte que la brecha salarial en México
es, en promedio, de entre 6% y 8% en áreas urbanas. (Cfr.
“Evolución de la brecha salarial de género en México”, México,
2013).
Ese mismo año, la CONEVAL dio a
conocer un estudio en el que se indica que los hogares encabezados por mujeres
presentan carencias alimentarías (24.3%) en una proporción mayor a los hogares que tienen a un varón
como jefe de familia (20.5%) (Cfr. “pobreza y género en México: hacia un
sistema de indicadores Información 2008‐2012”, México)
Ahora bien, en términos de acceso al
poder, las mujeres representen el 33.6% de los escaños en el Senado de la
República y 38% de los asientos de la Cámara de Diputados. En los 32 congresos
estatales, la presencia femenina oscila entre 8% (Querétaro) y 33% (Distrito
Federal) (Cfr. “Reporte Legislativo Asamblea
Legislativa del Distrito Federal (ALDF) VI Legislatura (Septiembre 2012 – abril
2013”, México, 2013).
No obstante, dentro de este escenario pesimista
encontramos un dato relevante, en marzo de 2013, la revista Forbes México,
decía de Carmen Aristegui:
"Si el cuarto poder es
-aún- la prensa, Carmen Aristegui es su cara humana: más allá de ejercer un
periodismo de información sobre temas que no suelen ser cubiertos desde un
ángulo crítico por la televisión en México, se ha convertido a esta altura en
marca registrada."
Y la publicación no estaba muy
alejada de la realidad. En este año, Forbes ubica a Carmen Aristegui en el
segundo lugar del top 10 de las mujeres más influyentes del país, sólo debajo
de María Asunción Aramburuzabala, presidenta de Consejo de Tresalia Capital. El
lugar no es un obsequio ni tampoco una concesión, Carmen posee un perfil inusual
que ha construido por décadas, y que ha pasado por momentos no muy
gratos.
Aristegui viene de la separación de
“para empezar” programa de noticias donde participaba con Javier Solórzano y
Pedro Ferriz; “Imagen informativa” el proyecto que habían iniciado los tres
referidos; la desaparición del “Círculo rojo” que co-conducia con Solórzano en
Televisa; su salida de W-radio; su llegada a MVS y luego su salida y regreso,
tras la pregunta que muchos mexicanos se planteaban y que ella recupero de una
manta que Fernández Noroña portaba en la Cámara de Diputados, sobre el supuesto
alcoholismo de Felipe Calderón.
Algunos sostiene que Aristegui
está en su mejor momento profesional, -pues ahora es su propia marca- mientras
sus detractores (columnistas de derecha y texto servidores del Ejecutivo en
turno) la acusan de iniciar una batalla personal contra el monopolio televiso
del país y hacer periodismo militante, o incluso atacan su vida personal (El
SDP de Federico Arreola véase: http://bit.ly/1wwQwPm).
Lo cierto es que los datos ahí están,
y Carmen ocupa un lugar envidiable por muchas otras mujeres que políticamente
tendrían “un peso más fuerte”, léase la esposa del señor Peña Nieto.
Quizá valga la pena preguntarnos a
estas alturas de la construcción democrática del país ¿Qué sería de México y su
vida pública sin espacios informativos alternos como los que Aristegui ha
conducido?
Por hoy es todo, nos leemos la
próxima. Carpe diem.