iusfilosofando

martes, 30 de enero de 2018

LAS PRECAMPAÑAS


Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo

"Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo,
pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo".
Abraham Lincoln

¿Que nos han dejado a los ciudadanos hasta el momento las precampañas? Tal vez para los informados: momentos de diversión y enojo, pues cruzamos datos entre un medio y otro para obtener más conocimiento sobre lo ocurrido. En el caso de los poco informados: emoción, pues se quedan con la versión de lo que su medio de información favorito les dice, ya sea radio, televisión, prensa o medio digital. Para los no informados: muy poco o casi nada, porque su medio de información son los rumores, lo que lee en su muro, lo que se dice en los pasillos o eso que escuchó en la calle por terceras personas.
Seguramente muchos de los que me leen podrán agregar más supuestos a cada una de las categorías que he mencionado; lo cierto es que en general, las precampañas no son tales, son en realidad son una burda forma de hacer campañas adelantadas, aunque sin propuesta. Veamos, en el caso de Morena, Andrés Manuel, quien es el único “precandidato” visible, tuvo dos contrincantes inscritos, quienes en palabras de la dirigente nacional Yeidckol Polevnsky simplemente no cumplieron con los requisitos y AMLO va solo.
El caso de PAN-PRD-MC pasó por un proceso de manita de puerco, la cual aplicaron por el lado del PAN al exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas –que en junio cumple 50 años- ese personaje que publicó su álbum fotográfico disfrazado de libro y publicado por MAPorrua; por el lado del PRD fue don Miguel Ángel Mancera Espinosa, -MAME para cierto círculo- otro personaje con reflectores que simplemente tuvo que limitar sus ansías y dar paso al único sobreviviente en las aspiraciones, a Ricardo Anaya.
El caso más burdo es el de la alianza PRI-PVEM-NA, y su candidato “no priísta” el ciudadano Meade, el mismo que pidió a lo más atrasado en sindicalismo y ejemplo grotesco de cacicazgo que lo hicieran suyo, sus palabras aquel 27 de noviembre de 2017 fueron: “Aspiro a registrarme el día de hoy y quería empezar este camino pidiéndole humildemente a la CTM que me haga suyo”. Y así escuchamos a Don Meade en varios spots pedirles a los militantes verdes que lo apoyen en la convención.
Pareciera que las precampañas, tampoco han dejado mucho a algunos candidatos, pues mientras algunos van sumando aliados desde la trinchera ideológica más diversa, como el caso de Andrés Manuel; o el caso de Ricardo Anaya que ha hecho su esfuerzo por pasar de niño tranquilo a chico malo, y quien ha dado calificativos para la desmemoria al precandidato “no priísta”, primero lo llamo: el semana santa, porque no se sabe si va a caer en marzo o abril, y luego le dijo: “el candidato de acero… de a cero votos”.
A quien las precampañas le han afectado más, es a don Meade, pues las exageradas torpezas con las que se ha manejado, son propias de una comedia de bajo presupuesto. Una tras otra el precandidato “no priísta” da oportunidad a sus adversarios para ser trolleado, tanto que ya desplazó en los memes al señor de Los Pinos. Pepe, como quiere que le llamen, simplemente no gana preferencias electorales de cara al inicio formal de las campañas.
Así las precampañas, además de dejarnos aburridos con sus spots que a estas alturas ya rayan en lo poco original, como el caso de Movimiento Ciudadano y la sobre explotación de la imagen de Yuawi, el niño de la etnia Wirrarika, que a pesar de su fama sigue viviendo en la pobreza; o el caso del propio Meade que paso del aburrido mensaje de año nuevo a la copia rústica del spot Justin Trudeau.
¿Y a ustedes que les han dejado las precampañas?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
Para la desmemoria, ¿Qué quiso lograr Proceso con su portada en circulación?


martes, 23 de enero de 2018

PRECANDIDATOS Y SEGURIDAD INTERIOR




Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo

En un debate que no existió, la Cámara de Senadores aprobó de forma controversial el dictamen de la Ley de seguridad interior con 71 votos a favor, 34 en contra y tres abstenciones. Así cerró el 2017, de nada sirvieron las intervenciones de los senadores de oposición, sus propuestas para intentar modificar el dictamen original simplemente fueron aplastadas por una sorda mayoría.
De nada sirvió la advertencia de organismos internacionales que días antes de la aprobación habían señalado los riegos de aprobar una ley con esas características. En sus 34 artículos, la Ley de Seguridad Interior, afirma que “Tiene por objeto regular la función del Estado para preservar la Seguridad Interior”. Con afirmaciones amplias y ambiguas, el ordenamiento sostiene: “La Seguridad Interior es la condición que proporciona el Estado mexicano que permite salvaguardar la permanencia y continuidad de sus órdenes de gobierno e instituciones, así como el desarrollo nacional mediante el mantenimiento del orden constitucional, el Estado de Derecho y la gobernabilidad democrática en todo el territorio nacional.(Artículo 2).
Algunos de los puntos graves de la Ley de Seguridad Interior (LSI) son los que se refieren a las “Acciones de Seguridad Interior” las cuales define como “aquellas que realizan las autoridades federales, incluyendo las Fuerzas Armadas, por sí o en coordinación con los demás órdenes de gobierno”. Esta simple referencia deja en manos del ejército la posibilidad de tomar acciones de forma unilateral, para “identificar, prevenir, atender, reducir y contener riesgos y amenazas a la seguridad interior”.
Así bajo el argumento de la seguridad interior, el país será sometido a un Estado policial y para ello basta echarle un vistazo a los artículos 29, 30 y 31 de dicho ordenamiento en el apartado de la inteligencia para la seguridad interior.  Si bien es cierto que la semana pasada un grupo de diputados del PAN, PRD, MORENA y MC reunieron 188 firmas para interponer una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación debo admitir que no soy optimista y adelanto que la Suprema Corte no dará la razón a los legisladores. Así, solo después de los señalamientos nacionales e internacionales, la oposición pudo conjuntar sus esfuerzos para echar andar la maquinaria legal que ahora está en manos del máximo tribunal de la nación.
A todo esto, el posicionamiento de los precandidatos de la oposición no ha sido lo suficientemente claro. No hay una postura argumentada y precisa de Ricardo Anaya, ni de Andrés Manuel. Es más, legisladores de los partidos que respaldan estas candidaturas permitieron la votación y dieron su respaldo a la iniciativa. Del priista candidato no se puede esperar más que la defensa a ultranza de la legislación aprobada.
No perdamos de vista que una ley de estas características solo puede beneficiar a quien ostenta el poder, ¿Sera acaso que quienes actualmente lo tienen no pretender dejarlo? estemos pendientes del tema y no olvidemos que la Ley de Seguridad Interior fue aprobada de forma atropellada y de cara a la elección de este año.

Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.

martes, 16 de enero de 2018

EL CANDIDATO DE LOS POBRES




Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo

Menos que gris, desangelado, bajo la protección de medios incondicionales que siempre lo ponen en sus primeras planas, con un discurso sin credibilidad, bajo escenarios ad hoc para brillar, pero que terminan siempre en lo común, con iniciativas de ocurrencia que rayan en lo burdo como comerse una torta a “mano limpia” y no con cubiertos como los otros exsecretarios de hacienda. Con antecedentes oscuros del lado paterno y materno, Meade Kuribreña es el aspirante a candidato presidencial de un partido al que no pertenece.
José Antonio Meade -que el 27 de febrero cumplirá 49 años- es un “no priísta” que práctica muy bien la cultura del priísmo, se ha beneficiado con las tradiciones más añejadas del periodo de la hegemonía política, por ejemplo, mantener en secreto los ingresos y los bienes de Juana Cuevas, su esposa y socia de la empresa Kubre, S.A. de C.V. creada en abril de 1994 -antes de casarse con la señora Cuevas-.
Meade, el aspirante a candidato presidencial del priísmo, es presentado como alguien diferente sin realmente serlo, es un burócrata de la tecnocracia habilitado como político, un neoliberal que practica muy bien la doctrina de la desigualdad social, un “no priísta” que no llena plazas, un aspirante que busca refuerzos en la banca contraria, sabedor de que no aguantará las andanadas de la campaña y por ello consigue al porro Javier Lozano Alarcón para que le sirva de defensa.
Meade es el “no priísta” de quien no se sabían sus ingresos, pues mantenía oculta sus declaraciones patrimoniales, y que hoy sabemos ascendían a 208 mil pesos mensuales de acuerdo a datos que proporcionó a la Secretaria de la Función Pública (SFP) apenas en mayo del año pasado.
Pepe como quiere que lo llamen, se reúne y abraza a pobres -que son acarreados a sus actos- y les dirige una sonrisa fingida; el personaje con bronceado de oficinista se deja tocar por los pobres y los mira a veces con indiferencia y otras tantas con desprecio. ¡Por fin conoce a los pobres de México!, esos que por mucho tiempo se ha negado a aceptar, los pobres de México que quiso ocultar en sus estadísticas.
Siendo Meade “diferente”, pide que lo hagan suyo, pero lo dice frente al sindicalismo más atrasado del país. Meade aspira a ser el candidato de los pobres, esos que tienen un ingreso de apenas 37 pesos diarios (de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de 2016.) Pepe quiere gobernar para mantener el statu quo, para seguir aplicando la misma doctrina neoliberal que mantiene las desigualdades sociales, desde hace más de cuatro décadas.
Sin duda Meade aspira a ser el candidato de los pobres, también de los pobres priístas que no encontraron entre sus filas a nadie que pudiera hacer frente a Andrés Manuel, ni a la alianza PRD-PAN-MC. Ese es Meade, el candidato de los pobres, a quien Anaya ayer le llamo la “Semana Santa”, porque  “no se sabe si va a caer en marzo o en abril.”

Primer columna de 2018. Lo mejor para todos los que me leen y para los que no también. Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.