Fue precisamente
hace un año que ocurrieron las explosiones en el edificio B2 del centro
administrativo conocido como torre de PEMEX en la Ciudad de México.
El edifico que fue diseñado en 1976 por el padre de Esteban Moctezuma Barragán,
el arquitecto Pedro Moctezuma Díaz Infante, fue el primer edificio
‘inteligente' de México. Por 19 años, fue el más alto del país, inicio su
construcción en 1981 y se inauguró en 1982.
La Procuraduría
General de la República (PGR) informó que la explosión, por la
que fallecieron 37 personas y decenas de heridos, tuvo un “carácter
multifactorial”; de acuerdo con la dependencia, la explosión se debió a la
acumulación de sedimento de hidrocarburos, microorganismos que generaron gas
metano y la presencia de solventes que, juntos, fueron el combustible de la
detonación, según un estudio geológico.
No obstante, aún
hay especulaciones sobre los verdaderos orígenes de la exposición ocurridos
apenas dos meses después de la llegada de Enrique Peña a Los Pinos; un
verdadero ataque al centro de la ciudad de México y al centro de la figura que
meses más tarde sería puesta en el centro de las reformas estructurales
aprobadas por el Congreso de la Unión.
Justamente un año
después de las explosiones en PEMEX, estamos a la expectativa del debate
que se dará en el Poder Legislativo en torno a las leyes secundarias de la
reforma constitucional en materia energética.
Un año después de
esas explosiones, el PRD anuncia una marcha para repudiar la privatización de
PEMEX y la exigencia de una consulta sobre esta temática; una marcha que
encabezará Cuauhtémoc Cárdenas, el mismo Cárdenas que fue a los foros de consulta
organizados por el Senado de la República; el mismo Cuauhtémoc que a sabiendas
de que esos foros no servirían para detener una privatización sino para
legitimar la plural asistencia a una escenificación de “consulta con expertos”
asistió y participó en ellos. El mismo Cárdenas que le escribe a AMLO “Vamos a
unirnos. Vamos a sumarnos más allá de nuestras diferencias, guiándonos con lo
que decía Vicente Guerrero: la patria es primero”. Ese es el mismo Cárdenas
cuyo apellido le quedo grande para la defensa del petróleo.
Del otro lado, el
de AMLO; las cosas tampoco están como para congratularse, justamente en el
momento álgido del debate sobre la reforma energética y en las vísperas del
cerco a la Cámara de Diputados, Andrés se enferma y desaparece. Se aísla,
desaparece, no llama, no convoca, no sugiere que hacer, sus seguidores ante la
falta de su llamado se desmovilizan, se quedan estáticos, pasa el tiempo y de
Andrés nada se sabe, y no es que no pueda ejercer su derecho a enfermarse, ni
tampoco que la salud no sea primero; sino que ni siquiera como en otros
momentos por Twitter llama a movilizarse. AMLO en los tiempos álgidos de la
reforma simplemente no está.
Hoy un año después
de las explosiones en la Torre mayor de PEMEX y meses después de aprobada
la reforma, parece tarde para detener a la misma mayoría que aprobó la reforma
constitucional hace meses y que hoy amenaza con planchar las leyes secundarias.
Quizá la forma de salvar a la patria sea buscando formas alternativas de
organización. ¿Ustedes que piensa?
Por hoy es todo,
nos leemos la próxima. Carpe diem.
PD. A partir de
febrero, columna #iusfilosofando, aparecerá solo los martes.