En 1913, la madrugada del 9 de febrero
inició una sublevación en la ciudad de México, el objetivo era derrocar a
Madero, los sublevados eran los generales Feliz Díaz, Bernardo Reyes y Manuel
Mondragón, quienes apoyados por los cadetes de la Escuela Militar de Aspirantes
de Tlalpan y la tropa del cuartel de Tacubaya, tomaron por asalto Palacio
Nacional.
Ayer, en el marco de la ceremonia
conmemorativa del 102 aniversario de la Marcha de la Lealtad, en el
castillo de Chapultepec, Salvador Cienfuegos Zepeda -chilango de 66 años-
secretario de la Defensa Nacional -orador único en la ceremonia- expuso
frente a Peña Nieto una afirmación altamente cuestionable al afirmar que hay
quienes quieren distanciar "al Ejército del pueblo".
Ya entusiasmado Cienfuegos Zepeda expuso
que la Marcha de la Lealtad enseña que “nadie puede estar por encima de la ley
y muestra que ante acciones contra las instituciones, siempre habemos mexicanos
leales y de honor dispuestos a resguardarla y hacerla respetar”. No obstante,
al secretario de la defensa no le haría nada mal revisar los pasajes históricos
del ejército, la marcha de la lealtad no respalda al estado de Derecho ni a las
instituciones nacionales sino al titular del poder Ejecutivo.
Veamos, en aquel 9 de febrero de 1913 una
vez recuperado Palacio Nacional, Madero dirigió las siguientes palabras a los
cadetes: “Ha ocurrido una sublevación y
en ella la Escuela de Aspirantes, arrastrada por oficiales indignos de su
uniforme, ha echado por tierra el honor de la juventud del ejército. Este error
sólo puede enmendarlo otra parte de la juventud militar, y por eso vengo a
ponerme en manos de este Colegio, cuyo apego a la disciplina y al deber no se
ha desmentido nunca. Os invito a que me acompañéis en columna de honor hasta
las puertas del Palacio, asaltado esta madrugada”. Queda claro que
Francisco I. Madero no hablaba de la defensa de las instituciones ni del estado
de Derecho, sino de su persona.
En una retórica propia de un candidato
priista y con los reflectores encima sostuvo: "Basta ver el rostro, la
piel; el pensamiento y corazón de cada soldado para ver que somos pueblo. Que
somos México, igual que el resto de la Patria."
Cienfuegos parece olvidar que los
integrantes de ese ejército que defiende con tanto ahínco, y particularmente el
27º Batallón de Infantería, con sede en Iguala Guerrero, fue negligente en el
caso Ayotzinapa, ya que en lugar de actuar de inmediato para proteger a la
población civil bloqueó los accesos y las salidas de esa ciudad.
Parece que Cienfuegos ya olvido que ese
mismo ejército y el batallón el 27º, surgió como consecuencia de la
respuesta del Estado mexicano a las guerrillas de Genaro Vázquez Rojas y Lucio
Cabañas en los años setenta. Ese ejército y ese batallón no supieron de las
fosas clandestinas en Taxco e Iguala el año pasado. Ese ejército es el
responsable de los 22 muertos de Tlatlaya en el Estado de México, terruño del
hombre al que ayer juró lealtad.
No señor secretario, sino quiere que haya
voces que cuestionen al ejército, debe modificar la actitud, sino quiere llevar
en sus espaldas otras manchas que arruinen su historial deje de victimizarse y
cumpla su papel sin tanto histrionismo, no vaya a ser que el próximo mes
tengamos más noticias malas donde participen sus muchachos. El responsable de
alejar al ejército del pueblo son sus propios integrantes, con sus malos
comportamientos.
Por hoy es todo nos leemos la
próxima. Carpe diem.
Doctor, lo felicito, su columna de esta semana es ilustrativa y analiza el papel de una Institución que ha perdido de manera estrepitosa la credibilidad de un porcentaje importante de la población; es un componente más de ese fenómeno de desafección que de manera recurrente he aludido.
ResponderEliminarGran texto Iusfilosofando, un placer leerlo e intercambiar puntos de vista.