Del mismo papel en que el juez ha escrito una sentencia contra un adúltero rasgará un pedazo para escribir unas líneas amorosas a la esposa de un colega.
Michel De Montaigne
La cita de Montaigne, es más que perfecta para lo ocurrido en el Tribunal
Electoral. Ayer escuchamos al secretario del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, esgrimir excusas del porque las pruebas presentadas
por la Coalición Movimiento Progresista, no tenían relevancia y eran infundadas.
La propuesta de resolución presentada por el Magistrado ponente Salvador
Nava Gomar; se fundaron en una sin razón. No presentó argumentos jurídicos
sólidos; cayó en lo que condenó del promovente - el Movimiento progresista- no
fundamentar correctamente.
De Nava Gomar, más que una resolución producto del proceso
jurídico-racional, escuchamos juicios de valor que descalificaron solicitud de
la mencionada coalición. A Nava no le importo cumplir la ley y esperar
la votación, prefirió adelantarse a los plazos y enfatizó que de aprobarse el
proyecto, “México tiene ya un presidente electo, Enrique Peña Nieto”.
Lo que testimoniamos ayer, no fue el triunfo de un candidato sino la
derrota de instituciones del siglo pasado; instituciones que por cierto fueron
creadas cuando el PRI detentaba el poder político de este país. Instituciones
que ya no están a la altura que el país necesita.
Hay tres elementos que debemos considerar:
1. Los amantes del discurso fácil y el aplauso sencillo, deben controlar
sus arrebatos verbales y entender que no se trata -desde hace mucho- de
defender una candidatura, sino de poner a prueba las instituciones, y comprobar
que su existencia - como las conocemos- llego a su límite.
2. Los votantes de Josefina, algunos de ellos hipócritas, débiles de
convicción y desarropados ideológicamente; sucumbieron al discurso derrotista
de su candidata; quien ante su incapacidad intelectual y visión política, no
tuvo más remedio que derrotarse. En pocos días veremos a esos panistas
que dieron la espalda a su origen, escenificar la pantomima de 1988, jugar a ser
el fiel de la balanza, concertar con el PRI a cambio de migajas, del perdón y
del cogobierno.
3. Quienes optaron por el voto para la izquierda, deben tener claro que
su papel activo no ha terminado. La tarea cívica sigue vigente, es momento de
que su papel de conciencia social no decaiga. La siguiente tarea de los
simpatizantes de la izquierda será promover desde las diversas trincheras los
cambios jurídico-políticos necesarios para transformar o desaparecer a las
instituciones electorales que hipotéticamente deben velar por la voluntad de
los electores.
Lo visto ayer en el Tribunal electoral, no fue extraño, los magistrados
se concentraron en cumplir la ley – ad hoc
a su interés- y no en ejercer justicia electoral, se asumieron como jueces,
pero solo en el discurso, para ellos, el exceso de recursos, las tarjetas
soriana, la triangulación de recursos públicos, el caso Monex, la burda
publicidad a favor de Peña, no existieron.
Los magistrados ni siquiera reconocieron que en efecto ocurrieron los
hechos, no quisieron dar pie, a la contra argumentación. Si algo no existió no
se podrá hablar de ello en el futuro, nada
lo registrará, para ellos, fue una elección limpia, impecable, apegada a
la ley.
Ayer vimos a magistrados que actualizan la hipótesis del porque la
sociedad teme y desprecia a los juzgadores, obstinados en su verdad, no
concedieron razón alguna al promovente y eso es patético, no obstante, lo que
daña, molesta, agravia no es el resultado final, sino la cobardía de algunos
magistrados que dieron la espalda a su responsabilidad constitucional de
ejercer su libertad.
Lo que daña, molesta y agravia, fue la votación unánime; los rostros de
los magistrados que transmitían un temor a disentir; que comunicaban un discurso
que parecía guion de telenovela.
Lo que daña, molesta y agravia es un discurso homogéneo que recuerdan
las dictaduras latinoamericanas de los años 60, 70 y 80. No paso, no pasa, ni
pasará nada. El de ayer, es un tribunal que defiende y esta al servicio del
pensamiento único.
El imperativo ético-moral de la izquierda sigue vigente, gracias a ello
este país tuvo transformaciones relevantes que impidieron nos quedáramos
anclados en el pasado. Hoy existe un nuevo reto, mantener vigente ese imperativo
ético-moral.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.