Y así como los
pueblos sin dignidad son rebaños,
los individuos
sin ella son esclavos.
José
Ingenieros
La obra donde
Habermas expone más extensamente su concepto de acción en la vida social es Teoría de la Acción Comunicativa, donde
su propósito declarado en el prólogo es que ésta sea una "fundamentación
metodológica de las Ciencias Sociales en una Teoría del Lenguaje". Es
decir, como un instrumento teórico para el análisis empírico de las estructuras
sociales.
En Habermas encontramos una teoría de la justicia que es formal, en el
sentido de que se dirige principalmente a la pregunta ¿qué es justicia?, más
que a la pregunta ¿qué es justo? En opinión del pensador alemán, la
participación igual y equitativa en el tipo de diálogo en el que se manifiesta
la racionalidad comunicativa presupone una cuota importante de igualdad social
y económica.
Para Habermas es imposible tener una perspectiva real sobre la
naturaleza de la existencia humana desde el punto de vista de las ciencias de
la naturaleza y hay que entenderla desde el punto de vista interno o del participante.
El autor explora la idea de que hablar es un tipo de acción “estratégica”,
donde se pueden realizar afirmaciones “criticables” acerca del mundo, que
podrían tener o no “validez” dependiendo de que pudieran defenderse.
En el esquema habermasiano se favorecen algunas formas de habla, como
decir la verdad y buscar la justicia cuando esto se hace de buena fe y con
sinceridad, frente a la noción de persuasión interesada y al engaño.
Bajo este esquema, por más que se quiera defender lo ocurrido ayer (una
vez más en el Castillo de Chapultepec)
no hay elementos racionalmente procesables para hacerlo. La reunión de
ayer con legisladores que mantuvo Sicilia y los suyos, parecía la oportunidad
de cambiar la dinámica de diálogo.
En el sentido habermasiano “decir la verdad y buscar la justicia” se convirtió
el día de ayer en un acto histriónico. Común, predecible, desgastado, sin idea,
sin propuesta, contradictorio, colérico y repetitivo, así llego Javier Sicilia
e inicio su intervención entre citas de poemas y minutos de silencio. A diferencia
de la semana pasada, en la que llegó exigente, retador, cual porro conservador;
en esta ocasión se rodeó de algunos intelectuales, llegaron con propuestas, se
percibía un ambiente diferente.
A pesar de las lamentaciones, reclamos, quejas, hubo intervenciones con
propuestas y tras más de cinco horas de acusaciones, recriminaciones, donde
prácticamente los legisladores fueron obligados a comprometerse, parecía que sería diferente, pero no lo
fue, su principal rostro, lo echo a perder.
Su posición de “venimos
con buena voluntad” es una afirmación complicada de interpretar. En su
expresión de que “que el país, nuestro México, vive una emergencia nacional”.
Hay coincidencia y me parece que difícilmente alguien puede sostener lo
contrario.
Por desfortuna el llamado Movimiento de la Paz con
Justicia y Dignidad y Javier mismo, han perdido el rumbo. Sicilia no ha
dejado en ningún momento de mostrarse como un hombre lleno de rencor, colérico y
contradictorio; se presenta como un borracho que golpea la mesa para exigir a
gritos, un trago, pero habla en voz bajo para pedirlo fiado.
¿Qué futuro le
espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad, si su principal personaje,
Javier Sicilia, recrimina
a los legisladores el permitir a Calderón vulnerar la Constitución al
involucrar al ejército en la guerra que no es guerra, pero al mismo tiempo
violenta la ley de protección a los no fumadores está vigente, y se permite
fumar, en plena sesión frente a los legisladores criticados por no hacer
cumplir la ley?
¿Qué futuro le
espera al Movimiento de la Paz con Justicia y Dignidad si Javier Sicilia encendió un cigarro y lo
fumó completo? Si insulto a los legisladores, les dijo que no creía en ellos y
luego se despide presentando sus respetos y abrazándolos.
¿Qué futuro le espera al Movimiento de la Paz con
Justicia y Dignidad, si primero se involucran en pedir justicia y más
tarde exigen “reforma política ya”? Tiene futuro un Movimiento
de la Paz con Justicia y Dignidad, si su principal rostro afirma “no estoy construyendo imágenes políticas”, pero
se empeña en demostrar efusividad personal?
¿Puede mantener
su dignidad un movimiento cuyo principal rostro expresa abiertamente que es gandhiano y cita una y otra vez
que “No hay caminos para la paz; la paz
es el camino”; pero olvida que el mismo Gandhi afirmó: “He tomado sobre mis espaldas el monopolio de mejorar sólo a una
persona, y esa persona soy yo mismo”?
¿Puede mantener su
dignidad un movimiento cuyo principal rostro, besa a diestra y siniestra
conduciendo emociones personales y olvidando que representa a los dolidos? Porque
el problema no son los
besos, sino las contradicciones y los mensajes que transmite.
¿Qué pretenden Javier Sicilia y quienes encabezan el Movimiento
de la Paz con Justicia y Dignidad, al insistir en las candidaturas
ciudadanas, si son un movimiento que originariamente no tiene
objetivos electorales? ¿Por qué la insistencia fanática en legislar “ya” sobre
este tema?
¿Puede Javier, incitar
a un movimiento a descargar su ira contra un poder, en este caso el Legislativo
y escudarse en su emotividad personal para abrazar y besar a quienes hasta hace
unas horas había llevado casi al extremo de la humillación con sus palabras?
Ojo, no hablo de la fijación cultural que Javier tiene
por besar, ni siquiera por besar a los hombres, a las mujeres o a quien él quiera.
Pero, ¿sabía Sicilia lo que transmitiría con el beso? Fue con premeditación, alevosía
y ventaja? O en sus arranques decidió probar las mejillas de un hombre
fuertemente cuestionado, por sus cercanías con el sexenio salinista, que también
fue atroz en muertes, pero políticas. El representante de un movimiento que en
su nombre lleva “dignidad”, besa a un hombre cuestionado por no poseerla. El problema
no es el beso, sino la fuerte carga simbólica
que representa. Con el beso de ayer a
Beltrones, se signó el día que Sicilia mató a la dignidad.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.