Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo
“Para el neoliberalismo económico es prioritario formar
buenos consumidores antes que buenos ciudadanos.
El consumidor es un cliente; el ciudadano es una persona.”
Antonio Franco
Mis contemporáneos
y los que me siguieron, representamos a la generación de la crisis, todos estos
años en que el modelo económico neoliberal se ha adueñado de nuestras vidas, ha
sido la prueba del fracaso de este modelo, desde Miguel de la Madrid hasta el actual ocupante
de Los Pinos no se han preocupado por proponer una forma diferente del quehacer
político, por el contrario se han vuelto voceros del modelo en América Latina.
Dicho
modelo ha ido ocupando espacios en todos los ámbitos, uno de ellos sin duda es
el educativo, y en consecuencia la implementación de políticas trazadas por los
organismos internacionales que financian nuestras deudas: el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco
Mundial (BM).
Recuerdo la
llegada del CENEVAL a las instituciones de educación superior, las facultades
de algunas universidades públicas opusieron resistencia, argumentaban y con
razón, que antes de ser objeto de evaluación externa, era necesario revisar
otras necesidades estructurales y de apoyo académico. Algunas críticas, se
centraban en que la evaluación externa era incompleta, ya que no considera
peculiaridades nacionales, variaciones regionales, formaciones locales y
sistemas educativos estatales.
Los debates
en los consejos académicos para aceptar al CENEVAL fueron intensos, en mi Alma Mater, la Universidad
Veracruzana , mi facultad, fue la última en ceder. En aquellos
tiempos y extrañamente sociología fue una de las primeras en aceptarlo. Las
presiones de carácter financiero hicieron acceder a los más resistentes, y
finalmente el examen del CENEVAL, como método exclusivo en la selección de
ingreso de los estudiantes a la universidad, fue un hecho.
¿Qué
problema hemos enfrentado desde 1994
a la fecha con el acceso a la educación superior? Pues
bien, a lo largo del territorio nacional año con año, las Universidades
estatales y la
Universidad Nacional , dejan fuera de sus aulas a miles de
jóvenes que pierden la oportunidad de acceder a la educación, jóvenes que
debaten entre ponerse a trabajar para contribuir al ingreso del hogar o
convertirse en eso que plácidamente han decidido llamar “Ninis”.
24 años
después el modelo CENEVAL no ha conseguido colocarnos en los estándares
internacionales, los egresados del bachillerato con puntajes altos en el examen
de ingreso no necesariamente son los que tienen mejores trayectorias en la Universidad , y muchos
de los no aceptados tuvieron una brillante trayectoria en el bachillerato.
De acuerdo
con Teresa Moreno (El Universal) en 2016 la UNAM celebró dos concursos de ingreso a la
licenciatura, en ambos recibió 195 mil 918 solicitudes de jóvenes y dejó fuera
a 178 mil 960, lo que representa que el 91.34% fue excluido del acceso a la
educación (http://eluni.mx/2admMmy). La
misma autora, un año después nos proporciona números nada alentadores. En su
primer concurso de ingreso a la
UNAM , 131 mil 589 de
los 144 mil 061 quedaron fuera, es decir solo el 8.6% de los solicitantes pudo
ingresar. (http://eluni.mx/2nXfXuJ).
En el
ámbito local tampoco estamos bien posicionados, de acuerdo con datos de El
Informador, en el calendario 2015-A y en el 2016-A, sólo fue admitido el 47.30%
y el 45.25% respectivamente. En el calendario 2016-A sólo 15 mil 528
aspirantes, de 34 mil 314, fueron admitidos, es decir el 45.25%. En 2017 de los
47 mil 631 aspirantes solo pudieron ingresar 17 mil 530, es decir el 36.8%. (http://bit.ly/2EW9QAt)
Pero por si
este escenario no fuera desalentador, nos enfrentamos a otro caso en la
educación básica, aun cuando la Unicef México (http://uni.cf/2ogiU5J)
advierte que “La cobertura en educación primaria en México ha llegado a ser
casi universal” lo cierto es que en muchos casos no se considera a los niños
desplazados de sus lugares de origen por los temas de la inseguridad, tampoco a
las escuelas fantasma de Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, en donde los niños
han dejado de asistir para no ser víctimas de algún levantón.
Tras la Reforma Educativa
promulgada en 2013, los resultados no son los que prometieron los agoreros del
progreso educativo, pues entre los países de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), nuestro país tiene el peor desempeño en ciencias,
lectura y matemáticas. A eso hay que sumarle las malas condiciones en las
escuelas, la capacitación a los maestros, el control de la disidencia sindical
y la segregación de estudiantes indígenas.
Con este
escenario, asistimos a la elección presidencial de julio de 2018. Será
necesario revisar detenidamente la propuesta de los candidatos presidenciales
en materia educativa y analizar si efectivamente son asequibles esas
propuestas. Los invito a que lo hagamos.
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.