Sólo
hay una fuerza motriz: el deseo.
Aristóteles
Aprendimos que estas fechas generalmente son
propicias para hacer un balance de lo que hicimos, lo que nos falto hacer y lo
que en el camino quedo.
Escuchamos de todas partes, mensajes que
hablan de la paz -¿personal?- como resultado
proporcional a la bondad de los hombres; y esta actitud bondadosa se
transforma en la llave mágica de la felicidad, como si esta fuera el fin último
y sólo a través de las posesiones personales.
Quizá porque somos bombardeados por la mass media, por las etiquetas, por una
idea comercial de lo que es felicidad, por quienes miden la felicidad por los
obsequios, olvidamos aquello que sostuvo Neruda:" Algún día en cualquier
parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa,
sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas."
Y ese encontrarse así mismo, no sólo como
persona, sino como país, nos ha sido plenamente complicado, porque como bien lo
sintetiza Bucay "La felicidad es la certeza de no sentirse perdido."
Y en eso de no sentirse perdidos, los mexicanos hace mucho tiempo que tenemos
tal certeza: a este país lo hemos perdido.
¿Pero acaso no existe, de manera natural el
deseo de estar mejor? Para algunos el deseo es la causa del sufrimiento, desear
tener y eventualmente no materializar ese deseo; para otros, el deseo da
sentido a la vida y es móvil de inspiración y productividad.
En el mundo de las ideas, encontramos que
para Aristóteles el deseo es uno de los componentes del apetito y no sería
necesariamente irracional, sino que por el contrario, podría ser un acto
premeditado, que tiene como objeto algo sobre lo que se ha de decidir. En su
oportunidad Platón habla de un contraste entre deseo y razón, y admite la
existencia de diferentes tipos de deseos, a decir los necesarios y los
innecesarios e incluso considera la posibilidad de que el deseo pertenezca
exclusivamente a la naturaleza del alma.
Tomás de Aquino, sostiene que el deseo no es
tan solo un apetito sensitivo sino que puede ser sensible o racional y expresa
la aspiración por algo que no se posee. Empero, este autor hace una interesante
diferenciación entre el deseo y el amor (delectación).
Descartes lo comprende en un sentido más
inmaterial, como una agitación del alma causada por los espíritus que la
disponen a querer para el porvenir de las cosas que se representa como
convenientes para ella.
Locke, habla del deseo como la ansiedad que
surge como consecuencia de la ausencia de algo cuyo goce presente comprende la
idea de deleite.
Para Spinoza, el deseo es simplemente el
apetito acompañado por la conciencia de sí mismo. Sartre elabora una aportación
más acabada (en mi opinión) al sostener que el deseo no es pura subjetividad
aunque tampoco pura apetencia. En efecto, la intencionalidad del deseo no se
agota en el “hacia algo” sino que simultáneamente es algo para sí mismo y para
el otro deseado.
Así, el deseo puede ser bueno o malo, pero
esto dependerá del objeto hacia el cuál éste se enfoca. De ahí que en este año
he pensado en realizar mi carta de malos deseos, ya estuvo bien de pensar solo
en buenos deseos. Entendiendo el contraste al que me expongo- por desear mal y
demostrar que carezco de bondad- ya que no tendré paz en el sentido trillado de
“paz a los hombres de buena voluntad”.
Dicho lo anterior, va mi lista de malos
deseos.
- Deseo que se acabe la fortuna para
aquellos que se están beneficiando con esta guerra que no es guerra y que
lleva más de 50 mil mexicanos muertos.
- Deseo que aquellos que piensan que los mexicanos
somos tontos y que creemos en sus discursos de buena voluntad, se lleven
un buen golpe a su realidad inmediata al momento de medir la opinión que
se tiene de ellos.
- Deseo que los soberbios que han
mantenido el poder por casi doce años y que hoy disputan migajas reciban
su merecido al momento en que los ciudadanos tengan la última palabra.
- Deseo que el nombre y apellido de los
que han contribuido a ensangrentar al país de forma directa o indirecta no
se olvide de la memoria de los mexicanos y que correspondan con el cambio
del desprecio a su mal logrado proyecto de país.
- Deseo que los mexicanos no caigan presas
de la seducción de la ignorancia, arrogancia y prepotencia, de los que se
sienten ya con cargos desde los cuales despacharan el próximo sexenio.
- Deseo que los fracasados secretarios del
calderonismo que hoy buscan extender su impunidad por otros seis o tres
años, fracasen en su intento por llegar al siguiente cargo, como
fracasaron en su responsabilidad por mejorar la vida de millones de mexicanos.
- Deseo que el pasado no se establezca
como una alternativa para el futuro inmediato de México.
He aquí mi carta de malos deseos y la última
colaboración del año, por hoy es todo, nos leemos el próximo 2012. Carpe diem.
Nota bene: Para tod@s
ustedes que me han leído en secreto y abiertamente, a quienes han replicado en
sus espacios columna iusfilosofando
durante todo este 2011, mis mejores deseos, aunque cuidado con lo que desean,
porque pueden ser que se haga realidad. Recuerden lo que dice Epicteto “El
deseo y la felicidad no pueden vivir juntos.”