Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo
Desde que se anunció la liberalización del precio de la gasolina
y un nuevo incremento, se sabía que la inconformidad ciudadana estaría
presente, lo que no se sabía era el nivel de la protesta social, su presencia, alcances,
límites y consecuencias. Tampoco imaginábamos la respuesta que desde Los Pinos vendría
ante este rechazo generalizado.
Van tres semanas de protesta contra las medidas tomadas por el
señor Peña Nieto y sus operadores; la ciudadanía ha salido a manifestar su
inconformidad porque sabe que aun cuando no tenga auto, la vida costará más,
porque la luz, los alimentos, los servicios, la vestimenta e incluso los accesorios
tendrán un nuevo costo que sin duda disminuirá su patrimonio y empobrecerá aún
más las condiciones de vida de millones de mexicanos.
Lo irónico de las escenas que hemos visto, es que muchos de los
que hoy se manifiestan en las calles contra el gasolinazo fueron los que
apoyaron con su voto al señor Peña; quienes lo defendieron a capa y espada hoy
le gritan corrupto; las que le mientan la madre hoy, ayer le gritaban “hazme un
hijo”; quienes se pusieron el copete de Peña en plena campaña, hoy se
transportan en microbús hasta la fábrica donde trabajan largas jornadas y no a
la prepa o universidad, porque la beca nunca llego.
Las guajolotas que rodeaban y adulaban a Enrique en la campaña
de 2012, hoy le ponen más agua a los frijoles y han retirado la leche y carne de
su canasta básica. Los que financiaron su campaña ahora se niegan a
sumarse a las medidas económicas que "el presidente" ha determinado y
acusan que ese acuerdo “carece de metas claras, objetivos puntuales, métricas
que sirvan para evaluar los avances”.
Las medidas tomadas por Peña y su equipo representan un golpe al
corazón económico de millones de familias que viven, sobreviven, se endeudan y
se estresan por enfrentar una realidad que bien parece una
pesadilla. Pero lo que pareciera una torpeza más del peñismo -liberar y
aumentar gasolina en previo escenario electoral- no es más que poner a prueba la
capacidad de resistencia de una sociedad que se dice harta de mal gobierno.
Ellos saben de la poca memoria ciudadana, del enojo chiquito, conocen
el ya basta momentáneo, que “el Peña renuncia” se diluye con un partido de
futbol; están ciertos que la inconformidad social no ira más allá de enero y
que si ocurre lo contrario siempre estará el cajón de las pandemias que amortiguará
los ataques al gobierno. Y que en todo caso tiene de aliados a los partidos que
en otro momento lo acompañaron para “mover a México”.
La pregunta siempre será ¿Cuánto aguantara la sociedad mexicana
el yugo de un gobierno neoliberal y las medidas que implementa? ¿Seremos
capaces de cobrarles en las urnas esta andanada o sencillamente nuestro enojo
es chiquito? Mucho me temo que la respuesta es la segunda. ¿Ustedes que opinan?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
2 comentarios:
Estimado Dr. Samuel, comparto su opinión, enojos chiquitos que se disuaden con alguna tontería. Parecemos la mujer golpeada que guarda la esperanza de que su agresor cambiará mientras se refugia en la fantasía de las telenovelas. Más que un movimiento social organizado parecen reacciones basadas en la irreflexión y el impulso del momento, donde el peor rostro es la esperanza del ciudadano perezoso que aguarda la llegada de un "salvador", sin percatarse que el rescate debe proceder de su propia fuerza actuando como una colectividad.
Doctor, interesante texto para iniciar un complejo 2017. El gasolinazo, el tortillazo, el canastazo básico; así la situación que como bien dices fue auspiciada desde Los Pinos y complacida por sus votantes y pasivos ciudadanos. A esos pocos que nos manifestamos desde hace mucho, hoy se parecen sumar aquellos a los cuales -como lo dije en alguna columna Nornilandia- la realidad los ha alcanzado.
Gran texto. Lo comparto en mis redes. Un gusto leer Iusfilosofando.
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