iusfilosofando

martes, 26 de septiembre de 2017

LA MEMORIA DE LAS 13:14



Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosfo

Ha pasado una semana del sismo en Puebla, Morelos y la Ciudad de México, y como en la capital del país se concentran los medios de cobertura nacional, esta última ciudad ha atraído la atención de algunos medios que han concentrado su información en lo que ocurre en dos entidades: Morelos y la capital del país. Poco se habla de la otra afectada, Puebla; y ya casi nada de los dos afectados en el sismo del 7 de septiembre: Chiapas y Oaxaca. Desde luego sin menoscabar que hubo otras entidades con afectaciones mejores, por ambos sismos.
El 19 de septiembre pasado parecía sería un día normal, el acto cívico, el simulacro y después la tragedia. Justo minutos antes había tenido contacto con muchos de ustedes estimados lectores, a través de mi cuenta de Twitter. De pronto el sistema de alerta de mi Smartphone desataba una serie de notificaciones sobre el sismo, uno tras otro, tras otro, tras otro. Supuse como otros usuarios, que era un nuevo error de la APP que días antes había lanzado alertas equivocadamente y después dijo que formaban parte del simulacro que se daría precisamente el 19 de septiembre para recordar la tragedia de 1985.
Tras el evento, las manos de ayuda no faltaron, jóvenes universitarios y no, profesionistas, amas de casa, obreros, empleados. Voluntarios sin nombre pero con rostro que rompieron con sus actividades, para rescatar a quienes minutos antes habían quedado atrapados bajo la masa de escombro de lo que antes fuera su casa, oficina, escuela, o lugar de trabajo.
Hoy sabemos que muchos de esas grandes complejos habitacionales no cumplían con los criterios de construcción necesarios, también nos enteramos de que algunos otros debieron de ser adecuados para resistir precisamente estos embates de la naturaleza, y descubrimos como centros de trabajo hacinaban a sus empleados en espacios sin salidas de emergencia, y otros tantos sin las condiciones del inmueble para soportar un sismo. Pero quizá lo que más ha indignado es la historia del Colegio Enrique C. Rébsamen que incumplió requisitos de construcción y vulnero la seguridad de sus estudiantes.
Como hace 32 años, con el sismo de 1985, en muchos de los casos que enumero se hacen presentes algunas palabras: corrupción, complicidad, negligencia, omisión e irresponsabilidad. Como hace 32 años los voluntarios sin nombre pero con rostro tomaron zonas de la ciudad para demostrar que la solidaridad es más que una campaña o eslogan gubernamental. Hace 32 años el papel de los jóvenes y las mujeres fue importante. Hoy, en 2017 el papel de jóvenes y mujeres fue igualmente fundamental.
El tiempo pasará pero nuestra memoria tendrá presente el otro 19 de septiembre. La memoria deberá tener presente también a los responsables de hacer cumplir la ley y no lo hicieron y desde luego a quienes en su afán monetario construyeron deficientemente algunos inmuebles ahora caídos y cuya vida es menor a los 5 años. La memoria recordara que a las 13:14 del 19 de septiembre de 2017 la vida cambio para miles de mexicanos.
Sigamos apoyando a los damnificados por esta tragedia, no los olvidemos, pasará mucho tiempo para que logren recuperar sus casas, su empleo, un lugar de estudio, la tranquilidad.

Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.

* Hoy se cumplen tres años de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, tampoco olvidemos eso.

1 comentario:

@BarbaraCabrera dijo...

Doctor, sin duda la sociedad y esté país cambiaron en 30 segundos que duró el sismo de 7.1, además de cimbrar y derrumbar edificios, casas y construcciones en CDMX, Morelos, Puebla, sin olvidar a Chiapas y Oaxaca; sacudió conciencias, movilizó en actos generosos de solidaridad a muchos y dejo ver las ruinas de políticos, gobernantes, representantes y partidos políticos rapaces y hambreados de poder. Por fortuna la sociedad civil organizada, cual debe ser, mostró músculo y ha tomado a México en sus manos. ¡VAMOS DERECHO Y NOS QUITAMOS PARA RESCATAR Y RECONSTRUIR A NUESTRO MÉXICO!
¡Gran texto! lo comparto en mis redes.