Samuel Hernández
Apodaca
@iusfilosofo
Tras el segundo debate
presidencial, no se observan cambios significativos en las preferencias
electorales, los ciudadanos consultados por las encuestadoras siguen
manifestando sus simpatías por Andrés Manuel. Del debate podemos observar las
medidas desesperadas de quienes no tienen los mejores resultados en sus
números, tanto Ricardo como José Antonio confrontaron con su presencia al candidato de la Alianza Juntos
haremos historia. Los dos buscaron una respuesta que al final no encontraron.
A pesar de que no estuvo
Margarita Zavala, fue una noche larga de debate, moderadores dinámicos –que en
más de una ocasión pusieron en su lugar a los candidatos-, presidenciables con
espacios diferentes, ambiente de confrontación, pero lo cierto es que faltó
profundizar en las propuestas, tomar con seriedad a los asistentes y buscar una
forma diferente de ganar simpatías sin necesidad de recurrir al ataque contra
AMLO.
Comentaba la semana pasada, que
en cualquier democracia madura y con los resultados de las preferencias
electorales que casi todos conocemos, los candidatos con menos de 20% de
intención del voto en este caso José Antonio Meade y Heliodoro Rodríguez, e
incluido en segundo lugar, Ricardo Anaya, deberían sentarse a la mesa para
construir un gobierno de transición, y de ser posible de coalición.
Lo que observamos el fin de
semana pasado fue un debate de candidatos –todos hombres- y el “Bronco”.
Candidatos sin cambios, sin sorpresas, sin novedades de fondo. Heliodoro
Rodríguez, con la misma línea discursiva, la misma actitud, con ocurrencias
como bandera de su candidatura, con los clichés ya conocidos.
José Antonio Meade, bautizado en
Twitter como el “doctor formol” buscó –sin lograrlo- ganarle el lugar de porro
a Ricardo Anaya y confrontar a López Obrador, pero sus intervenciones una tras
otra no consiguió transmitir el entusiasmo necesario para mover los números a su
favor. Más allá de manotear y golpear la mesa de Andrés Manuel, José Antonio pierde
con el debate y parece que su tendencia es a la baja.
En el caso de Ricardo Anaya,
mantuvo su estrategia de golpear a López Obrador y tratar de conseguir
preferencias electorales a partir del manejo en redes de “ganamos el debate”,
volvimos a ver a un Anaya provocador, por momentos impulsivo, que se centró en
descalificar el ejercicio de gobierno de Andrés Manuel. No hubo más sorpresas
de ese lado, pero recurrir a la portada de revista Proceso, ya tuvo
consecuencias en redes.
López Obrador no estuvo en su
mejor momento, si bien fue el único que recibió una andanada de ataques de los
tres adversarios, es cierto también que vimos a un López Obrador que no buscó
mover mucho el escenario, aunque se llevó la noche por esconder la cartera
frente a Ricardo Anaya y llamarlo “Ricky Riquín Canallín” aún es necesario que
busque consolidar sus referencias electorales en ciertos sectores sociales, y
que sin duda se prepare mejor para el siguiente debate.
El cual por cierto será en Mérida
Yucatán, el próximo 12 de junio, veremos si los candidatos cambian sus
estrategias frente a los electores o simplemente se mantienen como candidatos
sin cambio.
Por hoy es todo, nos leemos la
próxima. Carpe diem.
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