Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo
Tras
los resultados de la elección del pasado 1 de julio, la ridícula minoría que se
ha beneficiado con negocios, espacios, protección y muchos más. No ha parado de
atacar sistemáticamente al candidato ganador y a la coalición.
Esta
ridícula minoría, olvida que fueron millones de mexicanos los que decidieron
mandarlos al desagüe del olvido, no solo porque saquearon por años el
patrimonio histórico, natural y cultural del país, sino porque se aprovecharon
de la miseria que ellos mismos generaron al mantener en la marginación a
millones de mexicanos, muchos de los cuales tuvieron que votar por el PRI,
porque era condición para mantenerlos en los programas sociales que tiene el
gobierno.
La
resistencia y ataques que esta ridícula minoría emprendieron desde antes del
triunfo de Andrés Manuel, se ha mantenido gracias a los medios de comunicación incondicionales
al viejo sistema, así como de aliados coyunturales que sabedores del final sus canonjías
en el próximo sexenio, no han dudado en otorgar un espacio para atacar al
próximo gobierno; a estos hay que sumar sin duda a los opinadores de aluvión,
que sin recibir nada a cambio replican a los agoreros de la desgracia.
Por
si esto fuera poco, el próximo gobierno enfrentará al sindicalismo más atrasado
desde el establecimiento del partido hegemónico; hay que agregar a esta
contingencia las deudas históricas de los estados donde el PRI deja el poder; o
aquellos donde el PRI fue desplazado, pero la historia del endeudamiento se
repitió.
También
están temas fundamentales para el país: la inseguridad pública, el desempleo,
el acceso a la educación, el tráfico de drogas, la delincuencia organizada, los
desaparecidos, los desplazados, la privatización del agua, temas de corrupción,
migración, entre otros más.
Como
se puede ver, la transición será difícil. Hay que ser conscientes de lo que
ello representa, acabar con un modelo político que corrompió las instituciones
del país, y abrir paso a un futuro diferente para las generaciones que vienen.
Millones de jóvenes que votaron por la esperanza de un mejor país, y millones
de niños que alcanzarán la mayoría de edad antes de que concluya el sexenio de
Andrés Manuel.
Las
transiciones son difíciles, pero no imposibles, el país necesitaba ya cambio
fundamental, no solo del quehacer político, sino de políticas económicas y
sociales. La transición va, debemos estar prestos a los cambios que se avecinan
y estar atentos para saber como podemos contribuir.
Por
hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
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