iusfilosofando

miércoles, 29 de mayo de 2024

XÓCHITL. NOSTALGIA POR EL FUTURO

 



 

“Amar es ir a ciegas

El corazón despega, mientras todo arde

Odiar es mucho más sencillo

El odio es el lazarillo

De los cobardes”

La Guerrilla de la Concordia

Jorge Drexler

 

La palabra "nostalgia" proviene del griego "nostos" (regreso a casa) y "algos" (dolor), refiriéndose al dolor causado por el deseo de regresar a un tiempo o lugar pasado. La nostalgia es, por definición, un anhelo por el pasado. Es un sentimiento de tristeza melancólica, a menudo idealizado y visto con afecto. Se trata pues de una emoción que conecta con momentos, lugares o personas que ya no están presentes en nuestra vida actual.

Sin embargo, cuando hablamos de “nostalgia por el futuro”, pensamos en una añoranza por un ideal que nunca se alcanzó o se alcanzará, una esperanza no consolidada, metas incumplidas, promesas hechas por aquellos en quienes se confió. Y justo es lo que ocurre con Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, nacida en febrero de 1963 en Tepatepec, Hidalgo.

Veamos, esto ocurre porque el panorama para la ingeniera en computación, -quien se tituló en 2010 con un informe de actividades profesionales, del cual plagio una parte considerable- es sombrío, y lo es porque a diferencia de lo que ocurría hace algunos meses, cuando le prometieron que habría dinero para hacerla candidata y luego presidenta, hoy la foxista de 61 años, va camino al abismo del olvido.

Esto es especialmente relevante porque Bertha Xóchitl Gálvez ha pasado de ser nota relevante, “carismática” “el pueblo mismo” mismo pues, para convertirse en burla de propios y extraños; quien emergió como un “personaje disruptivo” -palabra que le gusta mucho a la oposición- hoy solo es símbolo fallido del sector conservador. Un meme viviente que se esfuerza por quedar en la memoria de las generaciones como una pifia.

Gálvez Ruiz, se desapreció muy rápido, más que el candidato de la derecha de hace seis años; creyó en las promesas de Claudio Xicoténcatl González, -un junior empresario que se ostenta como activista social- y hoy no puede más que reproducir mentiras que ella misma construyó. Rumiar un discurso de odio contra la Doctora Claudia Sheinbaum por ser “perfecta” y atacar al gobierno del Presidente López Obrador, a quien por cierto le debe haber sido nominada por los señores del dinero.

Nostalgia por el futuro sí, porque cuando la ingeniera en computación, montó su espectáculo afuera de Palacio Nacional, para pedirle réplica al Presidente Andrés Manuel, sabía dos cosas: 1. No conseguiría ocupar un espacio que no es suyo; y 2. Que los ojos de la derecha estarían observantes de su comportamiento y verían en ella a una mujer estruendosa y sin límites verbales. A una posible candidata presidencial.

La de Bertha Gálvez, ha sido una carrera plagada de escándalos, acusaciones de corrupción, incongruencias políticas, discursos de odio y engaños. Lo mismo le da engañar para quedar bien con cada audiencia específica, que sacarse un chicle para pegarlo en donde pueda; para ella negar una campaña en redes contra su adversaria y el presidente no existen, como no existe el chicle ensalivado que puso en manos de su asistente segundos antes.

A Gálvez Ruiz, le daba lo mismo negar a los partidos que la respaldan, que ser descubierta en sus contradicciones; pero su nostalgia por el futuro la llevo a aceptar en el debate, que era la candidata de esos partidos; a la oriunda de Tepatepec lo mismo le da decir que es una candidata ciudadana que entregarse a los partidos más repudiados de México. Presume lo mismo su origen humilde e indígena, que su desprecio por las lecturas y el conocimiento de la realidad que vive el país. Le da lo mismo pescado que marrano. Le da lo mismo afirmar que después desmentirse a sí misma. Engañar es su segundo oficio, el primero es creer en sus mentiras.

Para Gálvez y sus patrocinadores es más sencillo odiar que proponer, basta ver sus discursos en sus eventos y sus intervenciones en los debates, los posicionamientos de sus representantes en el Consejo General del INE, en ellos aplica la letra de Drexler, “El odio es el lazarillo de los cobardes”.

La nostalgia por el futuro pega, y duro porque la Senadora con licencia, -quien seguro regresara a su escaño terminando su fallida campaña- carece de seriedad, de empatía, de visión de futuro, de proyecto. Primero Claudio Xicoténcatl González anuncio que sería el responsable de elaborar un plan alternativo llamado “Un México ganador para todos” y que debería estar listo en marzo de 2022.

Luego publicitaron que las secretarias generales de los partidos que las respaldan, serían las responsables de elaborar el proyecto de esa alianza; pocas semanas después los señores presidentes de esa alianza, salieron a decir que el responsable de elaborar el proyecto económico seria José Ángel Gurria -Tamaulipeco de 74 años, Secretario de Relaciones Exteriores de México (1994-1998) y Secretario de Hacienda y Crédito Público (1998–2000)- él es responsable de la crisis económica de más de una generación, pero tampoco presento nada.

La nostalgia por el futuro se refleja en el rostro de la señora X -como también se le conoce a la candidata conservadora de la oposición- desde hace meses fue abandonada por los dirigentes de los partidos que dicen respaldarla; desde hace meses sabe que ya perdió la elección. Desde el principio supo que sería difícil ganar la simpatía de las señoras que viven en las zonas más caras del país, pero no le importo porque tenía el respaldo de los tres partidos más viejos de México -y más despreciados también- y recursos ilimitados que le ofrecieron cuando la hicieron candidata.

Pero la nostalgia por el futuro, también le pega a sus promotores, Guadalupe Loaeza, Rubén Aguilar, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar, Enrique Krauze y su jefe Claudio Xicoténcatl, se han cansado de hablar maravillas de ella, de inventar historias fascinantes, la primera incluso llegó a compararla con la virgen de Guadalupe, pero nada ha funcionado. Ni las mentiras del comunismo internacional, ni el cuento del falso artículo 139 de la Constitución que buscaría expropiar propiedades, ni que un gobierno diferente al de ella cerraría las iglesias, ni que vivimos una dictadura; nada, nada ha funcionado.

Pero también, la nostalgia por el futuro, encapsula la desilusión de quienes habiendo depositado su esperanza en la figura de Bertha Xóchitl, siguen enviando mensajes de odio contra quienes no respaldan a su candidata, esperando convencer a quienes ya están convencidos de que ella no es la alternativa. Se sienten traicionados por la realidad. No pueden entender como el recurso de brincar y reír inconteniblemente ante un cuestionamiento no funciono para levantar sus preferencias.

La nostalgia por el futuro es un recordatorio doloroso de que las promesas a menudo se desvanecen frente a la corrupción, la incongruencia, las mentiras, el odio, el mensaje de miedo y la manipulación política. Para México y sus ciudadanos, y para citar nuevamente a Drexler, la lección es clara: “armémonos de valor hasta los dientes, el miedo salió de su fosa y hoy, amar es cosa de valientes”.

Hay un mensaje claro que Bertha Xóchitl y sus patrocinadores no entendieron, hoy la nostalgia por un futuro se convierte en la amargura de un presente decepcionante, sus matemáticas no funcionaron, la silla presidencial se les escapa de las manos, no ganaran la elección. Y pasara a la historia como la peor candidata presidencial de los últimos 100 años.

Por hoy es todo nos leemos la próxima. Carpe diem.

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