“El
poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”
Lord
Acton
La palabra
“corrupción” deriva del latín corruptĭo, corruptiōnis,
a su vez del prefijo de intensidad con- y rumpere “romper,
hacer pedazos”. Generalmente cuando escuchamos la expresión la asociamos más a
los políticos o a la corrupción de Estado.
Aunque
llevarla a la práctica es más sencillo que definirla, debemos considerar que
hay un amplio debate sobre sus conceptualizaciones en diferentes ámbitos. Según
Sayed y Bruce es: corrupción (policial): “cualquier conducta o falta de ética
considerada ilegal que implique el uso del poder profesional en beneficio de
una persona, grupo u organización”.
Fue el 31 de
octubre de 2003, cuando la Asamblea General aprobó la Convención de las
Naciones Unidas y con la resolución 58/4 decidió proclamar el 9 de diciembre
como el Día Internacional contra la Corrupción, que entró en vigor en diciembre
de 2005, y se pidió al Secretario General que designara a la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés)
como la secretaría para la Conferencia de los Estados Partes de la Convención.
Este año, con
motivo del Día Internacional contra la Corrupción, la ONU lanza el siguiente mensaje:
“Romper la Cadena de la Corrupción”. En su justificación para este mensaje el
Secretario general sostiene:
“El año que
viene el mundo se pondrá de acuerdo sobre una nueva agenda para el desarrollo
sostenible después de 2015. Nuestra finalidad es empoderar a los individuos y
unir los esfuerzos de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para
ayudar a que millones de personas salgan de la pobreza, proteger el planeta y
lograr prosperidad y dignidad para todos. Eliminar la corrupción y sus efectos
perniciosos será fundamental para nuestro bienestar futuro.” (cfr. http://bit.ly/1D1C0Cv).
En nuestro
país las cosas van en sentido contrario al mensaje que la ONU quiere enviar,
pues de acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2013, de
Transparencia Internacional, México sólo obtuvo 34 puntos de 100 posibles, con
lo cual se colocó en la posición 106 de 177 países, descendiendo un sitio en
comparación con la medición anterior.
Y no puede
ser menos cuando enfrentamos casos muy escandalosos, graves para las
instituciones públicas y terribles para la sociedad que no acaba de consolidar
su transición política y fortalecer la participación ciudadana.
Casos como el
del consorcio que ganó licitación de tren DF-Querétaro y en donde se retiraron
todos menos uno de los participantes, la casa blanca de Peña-Rivera, la
donación de los gobiernos federal y de los Estados al Teletón, el de los
gobiernos estatales que ahorcan a medios locales con publicidad para negociar
notas, las empresas que financian campañas y luego cobran los favores con
obras, los legisladores que aceptas compensaciones a cambio de aprobar leyes,
los jueces que “acuerdan” a favor de una de las partes como contra prestación a
favores realizados.
Fue el pasado
19 de noviembre, cuando el Senado emitió la convocatoria para iniciar el
proceso para nombrar al Titular de la Fiscalía Especializada en materia de
Delitos Relacionados con Hechos de Corrupción. Y este lunes inicio la etapa de
comparecencias de los 33 aspirantes a encabezar la Fiscalía Nacional contra la
Corrupción. Una fiscalía mocha, muda y limitada, pues la fiscalía tiene
características propias de una predemocracia.
Una fiscalía
anticorrupción con características evidentemente corruptas: a) Será electo con
el voto de las dos terceras partes de los senadores, pero el Ejecutivo podrá
objetar el nombramiento, si esto ocurre, se procederá a un nuevo nombramiento.
b) No será independiente ya que será una unidad administrativa adscrita a la
oficina de Jesús Murillo Karam, procurador general de la República; c) podrá
ser removido libremente por el procurador general de la República. d) El
procurador general de la República nombrará a los titulares de las unidades
administrativas a cargo del Fiscal Anticorrupción.
Así las
cosas, no menos que lamentable y de poca dignidad es la imagen de quienes han
decidió participar como candidatos a esta fiscalía. ¿De verdad creen digno
estar bajo las órdenes del procurador más cuestionado de la historia moderna de
este país? ¿De qué se carece cuando se opta ser subordinado de un hombre que
miente, se burla y cuestiona a los familiares de los desaparecidos de
Ayotzinapa? ¿Hay que ser ingenuo o cara dura para buscar ocupar un cargo con
estas características? En fin vivimos una corrupta anticorrupción.
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem
3 comentarios:
En efecto Doctor, coincido con su análisis, estamos frente a una corrupta anticorrupción encabezada por el maje cansado Murillo Karam, a quien se le recordará por su anecdótico #YaMeCansé.
Corruptos que intentan con discursos y creación de otras y más instituciones -a cargo de un presupuesto generado de nuestros impuestos-, combatirla. Cuando ellos son sus principales productores en conjunto con la ciudadanía apática, aplaudidora y complaciente.
Magnífico texto. Un placer leerlo.
El texto, buenísimo, como siempre. El país, terrible, también. C Chalico
Buen dia Dr. Es desafortunado las clausulas que se establecen para asifnar o remover al candidato electo de la fiscalia anticorrupcion, pero hay que esperar que y como se elegira a uno de esos 33 aspirantes, asi nuestro pais. Un abrazo Dr. Interesante como siempre
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