iusfilosofando

martes, 29 de mayo de 2018

¿QUIÉN DIABLOS ES MEADE?



Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo

El fin de semana pasado tuve oportunidad de asistir a un par de comunidades alejadas de la mancha urbana, allí donde el café de la marca transnacional es sustituido por el café de olla, donde el gas natural es cambiado por la leña, y donde la gente se conoce y te saluda aún sin saber tu nombre. Donde los habitantes -tuvieron que comprar desde antes de la televisión digital- antenas para recibir señal de televisión abierta, y donde la señal de telefonía celular aparece intermitentemente, a pesar del compromiso de una empresa de poner antenas para la mejor recepción.
En la comida, llegó el momento de hablar de política. Queda claro que la gente conoce solo a algunos de los candidatos; por ejemplo, los que buscan la presidencia municipal, pero no conocen a los candidatos a diputados locales y mucho menos a los federales, “ya no hablemos de los senadores, esos nunca se han parado por aquí” expresó un habitante. Nadie ha visto ningún debate, para esas cosas no se tiene tiempo, “hay que trabajar”. Y aunque los habitantes no han visto los debates, si han escuchado hablar de ciertos  candidatos, de Andrés Manuel se expresaron bien, lo conocen de años y le dieron calificativos de “honesto”, “valiente” y “hombre de palabra”. De Ricardo, lo empiezan a conocer, no les gusta su sonrisa, les parece “falso”. ¿Y de Meade? Nadie lo ubica “¿Quién diablos es Meade?” “¿de qué partido es?”, preguntaron. Uno de los presentes me expuso que como el PRI ya está en el gobierno, los olvido hace años y ellos se olvidaron del PRI.
Fue como regresar en el tiempo, ver que la gente aún conservaba en sus ventanas las calcomanías con el rostro de Roberto Madrazo- Candidato presidencial priista de hace 12 años-. Después, ya nadie de ese partido los visito, quizá porque alzaron la voz cuando se quiso atentar contra la dignidad de esa comunidad, porque en alguna ocasión alcanzaron al gobernador para exigirle que cumpliera sus promesas de campaña.
¿Quién diablos es Meade? fue la pregunta, ¿Y cómo responderla? Diciendo que Meade es el candidato “no priista” -como él se definió- pero que practica mejor que nadie la cultura del príista prototipo; contestando que es el candidato que desde su designación ha ocupado el tercer lugar en las preferencias electorales; afirmando que es el personaje gris, que no motiva ni a su propio equipo de campaña; sosteniendo que es el responsable de la política económica que consolidó las desigualdades durante este sexenio; ¿Recordando que, por más que lo niegue, es el autor intelectual del gasolinazo?
¿Quién diablos es Meade? ese personaje que no sale de su nicho de confort y prefiere encuentros cerrados y controlados. ¿Quién diablos es Meade? ese que ha basado su campaña en ataques a Andrés Manuel López Obrador pretendiendo restarle puntos. ¿A que Meade recordarles? ¿Al burócrata de carrera, o al candidato priísta más obeso de la historia política contemporánea? Meade, el que inventó su 7 de 7, o el Meade cuyos antecedentes familiares son de abusos y atropellos a los más desprotegidos.
Meade, el hombre cuya candidatura nació muerta o el que dice “me los llevo de calle a todos”; Meade el de los desvíos en SEDESOL o el que simplemente tiene que soportar una candidatura que no pensó le costaría tanto; Meade el que pidió a los priistas más atrasados lo hicieran suyo, o el Meade a quien Los Pinos ya le dio la espalda. Meade quien dice ser el futuro o el que representa el modelo neoliberal de siempre ¿Quién diablos es Meade? Preguntaron los habitantes y quizá en algunos meses la pregunta será ¿Quién diablos fue Meade?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.

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martes, 22 de mayo de 2018

CANDIDATOS SIN CAMBIO




Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo


Tras el segundo debate presidencial, no se observan cambios significativos en las preferencias electorales, los ciudadanos consultados por las encuestadoras siguen manifestando sus simpatías por Andrés Manuel. Del debate podemos observar las medidas desesperadas de quienes no tienen los mejores resultados en sus números, tanto Ricardo como José Antonio confrontaron con su presencia  al candidato de la Alianza Juntos haremos historia. Los dos buscaron una respuesta que al final no encontraron.

A pesar de que no estuvo Margarita Zavala, fue una noche larga de debate, moderadores dinámicos –que en más de una ocasión pusieron en su lugar a los candidatos-, presidenciables con espacios diferentes, ambiente de confrontación, pero lo cierto es que faltó profundizar en las propuestas, tomar con seriedad a los asistentes y buscar una forma diferente de ganar simpatías sin necesidad de recurrir al ataque contra AMLO.

Comentaba la semana pasada, que en cualquier democracia madura y con los resultados de las preferencias electorales que casi todos conocemos, los candidatos con menos de 20% de intención del voto en este caso José Antonio Meade y Heliodoro Rodríguez, e incluido en segundo lugar, Ricardo Anaya, deberían sentarse a la mesa para construir un gobierno de transición, y de ser posible de coalición.

Lo que observamos el fin de semana pasado fue un debate de candidatos –todos hombres- y el “Bronco”. Candidatos sin cambios, sin sorpresas, sin novedades de fondo. Heliodoro Rodríguez, con la misma línea discursiva, la misma actitud, con ocurrencias como bandera de su candidatura, con los clichés ya conocidos.

José Antonio Meade, bautizado en Twitter como el “doctor formol” buscó –sin lograrlo- ganarle el lugar de porro a Ricardo Anaya y confrontar a López Obrador, pero sus intervenciones una tras otra no consiguió transmitir el entusiasmo necesario para mover los números a su favor. Más allá de manotear y golpear la mesa de Andrés Manuel, José Antonio pierde con el debate y parece que su tendencia es a la baja.

En el caso de Ricardo Anaya, mantuvo su estrategia de golpear a López Obrador y tratar de conseguir preferencias electorales a partir del manejo en redes de “ganamos el debate”, volvimos a ver a un Anaya provocador, por momentos impulsivo, que se centró en descalificar el ejercicio de gobierno de Andrés Manuel. No hubo más sorpresas de ese lado, pero recurrir a la portada de revista Proceso, ya tuvo consecuencias en redes.

López Obrador no estuvo en su mejor momento, si bien fue el único que recibió una andanada de ataques de los tres adversarios, es cierto también que vimos a un López Obrador que no buscó mover mucho el escenario, aunque se llevó la noche por esconder la cartera frente a Ricardo Anaya y llamarlo “Ricky Riquín Canallín” aún es necesario que busque consolidar sus referencias electorales en ciertos sectores sociales, y que sin duda se prepare mejor para el siguiente debate.

El cual por cierto será en Mérida Yucatán, el próximo 12 de junio, veremos si los candidatos cambian sus estrategias frente a los electores o simplemente se mantienen como candidatos sin cambio.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.

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martes, 8 de mayo de 2018

ADIÓS MEADE



Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo

Manchado por un pasado que algunos se niegan a reconocer, pero cuyas consecuencias vemos todos los días, el candidato del PRI -que siempre se dijo no priista- finalmente soltó el mensaje que ya se sabía desde hace algunos días y del cual únicamente se esperaba confirmación, el porro Enrique Ochoa Reza se fue como llegó a la dirigencia nacional del PRI, sin pena ni gloria.
Manchado por su pasado y presente tecnócrata, José Antonio -el autodemominado no priísta- afirmó que fue él quien tomó la decisión de que Ochoa dejara la dirigencia del PRI y ya envalentonado sostuvo que en breve anunciará cambios en su equipo de campaña, y también a su estrategia de comunicación. ¿Pensará en comprar más bots?
Empujado por su astigmatismo político, sigue sosteniendo que ganará la elección presidencial el próximo 1 de julio, a pesar de que está a 31 puntos de Andrés Manuel  López Obrador. Sabedor de su derrota inminente, el autodenominado no priísta, no ha invertido el tiempo que le dan los medios para hablar seriamente de su propuesta, sino que se ha ocupado de atacar al puntero en las preferencias electorales.
Desangelado y bajo la protección de medios incondicionales que siempre lo ponen en sus primeras planas y en sus titulares informativos –hoy mermado porque su más fiel testaferro Ricardo Alemán ha sido echado de dos medios informativos- Meade Kuribreña ve como un privilegio que el más atrasado de los priistas René Juárez Cisneros, sea el nuevo dirigente del PRI.
El candidato de “Todos por México” no ha ganado un solo round, pidió durante semanas debatir con Andrés Manuel y este simplemente lo ignoró, quiso tomar la delantera con un 7 de 7 y sencillamente fue intrascendente, utilizó el debate para atacar a AMLO y su estrategia no le resulto. Él y los suyos ahora utilizan una estrategia de miedo para amenazar a los electores de los riesgos de votar por “El peje”.
El destino de Meade Kuribreña parece ser solo uno, perderá la elección y dejará de vivir de la administración pública, acabará su vida de burócrata de primer nivel que le han servido de fachada para hacer negocios a él y su familia. Pasará a la historia como el candidato del tercer lugar, ese que a pesar de contar con el apoyo de la presidencia, perdió la elección.
Sin gracia y como un verdadero personaje gris, Meade sigue sin encontrar la fórmula ganadora, aun en los foros ad hoc, no levanta simpatías, va a la televisión y le preguntan si tiene un libro y responde que sí pero que no sabe el título, su “voy derecho y no me quito, hasta la victoria” no lo convence ni a él mismo. Los días políticos de Meade están contados, sin pena ni gloria terminará el candidato que le pidió a lo más atrasado del sindicalismo mexicano que lo hiciera suyo. Adiós Meade.

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