@iusfilosofo
Como en los
mejores tiempos del cacicazgo, aquellos de la hegemonía política donde era
común escuchar: “a sus órdenes señor presidente” “lo que usted diga señor
gobernador” “como usted mande senador”. Así ocurre en los Estados del país,
donde los gobernadores se han convertidos en los pequeños monarcas que se
sienten iluminados por la misma divinidad.
Son varios
los Estados que pudiéramos enlistar donde los gobernadores acompañados de su séquito, familia y comparsa; dispendian sin límite los recursos públicos,
aludiendo una interminable lista de motivos esgrimidos y aderezados con la
demagogia más profunda.
Casos no
faltan y pueden ir desde “la primera dama” de Chiapas que le cantó a Bergoglio,
hasta el gobernador perredista de Michoacán Silvano Aureoles Conejo, que tachó a sus críticos de envidiosos por utilizar el helicóptero oficial para
transportar a Belinda. "Hay demasiada frivolidad y mezquindad”, “Michoacán
fue reconocido incluso por El Vaticano”.
Pero quien
se ha llevado la nota las últimas semanas es Javier Duarte de Ochoa, el
discípulo de Fidel Herrera, que tiene como política aquellas prácticas sacadas
del mesozoico. El detonante de los reflectores no ha sido precisamente el
asesinato de periodistas o la inseguridad que viven los veracruzanos. Sino la
deuda millonaria que tiene con la máxima casa de estudios de esa Entidad, la Universidad Veracruzana.
Años habían
pasado de que los universitarios de esa institución no tomaban las calles para
abanderar una causa universitaria, hoy lo hacen y rompen el estereotipo de
inmovilidad. Las tres movilizaciones de los últimos días han ido creciendo y
los reclamos han desbordado ya no solo en el ámbito universitario, sino recuperando
diversas demandas sociales: “Que Duarte se vaya”.
Cuando
pensamos que lo habían dejado solo, tras declaraciones de Manlio Fabio
Beltrones “el gobernador debería rendir cuentas a los veracruzanos” y su
reunión con Miguel Ángel Osorio Chong. Todo apunta a que Javier Duarte se queda
–muy a pesar de los veracruzanos- y cínico como es, no tiene empacho en
decirlo, pregonarlo y encarar a quienes han pedido su cabeza.
¿Qué sabe?
¿Qué le debe? ¿Cuánto le debe el señor de Los Pinos a Javier Duarte? ¿Por qué
lo mantiene y respalda enviándole secretarios de Estado a Veracruz? ¿Qué hay detrás de “las manos limpias y la frente en alto” que Duarte presumió ayer en
palacio de gobierno? ¿Cuánto vale para el PRI un gobernador acusado de intolerante,
corrupto, represor y hasta de “asesino”?
¿Cuánto
representa el apoyo de un personaje que ganó la gubernatura con apenas el 2.5%
de diferencia, al hoy candidato de la alianza PRD-PAN? ¿Será la Cámara de Diputados la
responsable de la caída de Duarte? ¿En manos de quien estará su cabeza? ¿En
manos de quien está Veracruz? Lo cierto es que sobran razones para que Javier
Duarte no pueda caminar tranquilo por las calles de Veracruz. La posibilidad de
cambiar este escenario parece presentarse en la próxima elección, veamos si los
veracruzanos la aprovechan.
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
2 comentarios:
Doctor, buena reflexión la de esta #Iusfilosofando.
Definitivamente Javier Duarte de Ochoa no debió llegar y mucho menos debería continuar frente al gobierno de Veracruz.
Como bien dices, veamos si en las elecciones estatales que están próximas, los veracruzanos sacan la casta.
Un gusto leer tu columna, la comparto en mis redes.
Dr. Interesante la informacion que aporta..y si como a que se dice "todos somos UV" y esperemos que Veracruz despierte..y lo demuestre este junio 5. Saludos y un abrazo.
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