Samuel
Hernández Apodaca
@iusfilosofo
Primer acto: Javier Duarte
saquea las arcas públicas de Veracruz y huye del país al perder su partido las
elecciones locales. Segundo acto: Javier Duarte es buscado por las autoridades
mexicanas y es detenido en Guatemala. Tercer acto: Javier Duarte es extraditado
a México para enfrentar delitos del orden federal y estatal relacionados con
delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita, abuso
de autoridad, incumplimiento del deber legal, peculado, tráfico de influencias
y coalición.
Así, como si estos meses le
hubieran permitido al cordobés ensayar su papel en una representación, ayer el
siniestro personaje volvió a salir al escenario, solo que en esta ocasión lo hizo no para reírse frente a cámaras o
expresar un soliloquio adulterado; lo fue para salir extraditando del país que
le dio alojamiento carcelario en los últimos meses.
Cuan diferente era el hombre
de ayer, esposado y custodiado, con el trato de delincuente, y el desprecio de
nuestros vecinos del sur que advirtieron no lo querían más por razones de
seguridad; cuan diferente al Duarte de hace poco más de un año, impune,
violento, protegido y blindado.
Ayer el ex panadero que
gobernó Veracruz del primero de diciembre de 2010 al 12 de octubre de 2016, ya
sin barba y con cabello corto, fue recibido en la ciudad de México con los
gritos de: ¡Duarte, ratero!, ¡Chinga tu madre!, ¡Asesino! ¡Culero! Expresiones
que representan una sociedad indignada y harta de la corrupción e impunidad con
la cual se trata a algunos personajes.
Pareciera que la autoridad
que pido su extradición se empeña en perder el caso, pues en estos poco más de
tres meses no preparo los suficientes elementos para condenarlo por los delitos
que en un inicio se le adjudicaron. Ayer en la audiencia inicial ante el juez
federal que otorgó la orden de aprehensión, los chicos de la Procuraduría General
de la República (PGR) solo pudieron explicar 38.5 millones de pesos de la Secretaría de Educación
de Veracruz de los más de 438 millones de pesos por los que se le acusa de
lavado de dinero.
Parece que estamos ante un thriller donde el final ya lo
conocemos, el de un villano que sabedor de su impunidad se burla e ironiza, y aunque
parece que el “bien” ganará, él siempre tiene un recurso bajo la manga, la última
carta que puede sacar cuando todo está perdido. Quizá por eso ayer por la
mañana Duarte se despidió de Guatemala diciendo: “Que comience el show, luces,
cámara, acción…”.
¿Será el de Javier Duarte de
Ochoa otro caso de impunidad? Como el de Humberto Moreira, o el del otro
Veracruzano, Fidel Herrera Beltrán. O quizá viviremos un escenario como el de
Raúl Salinas, quien al final se le dijo “usted disculpe, aquí está su dinero,
nos equivocamos”. ¿Acaso es posible que México soporte un acto más de impunidad
y que los electores se queden callados? Lo veremos.
Mientras tanto un dato para
cerrar esta colaboración, de acuerdo con denuncias penales y resultados de la Auditoría Superior
de la Federación
(ASF) de los 22 gobernadores priistas que han acompañado en el poder estatal a
Peña Nieto, se suma un desviado de alrededor de 258 mil 829 millones 185 mil
pesos de recursos públicos; cifra sin duda grosera y humillante para una
sociedad que sigue envuelta en la desigualdad, pobreza, miseria e inseguridad.
Por hoy es todo, nos leemos
la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Doctor, sin duda Javier Duarte tuvo un lapsus de cinismo y sinceridad al decir que comienza el show.
Es increíble a lo que hay llegado este país y particularmente en este sexenio de peñismo abtracto donde han saqueado a manos y panzas llenas.
¡No habrá cárceles que alcancen! Aunque a mi lo que me interesa no es necesariamente verlos tras las rejas, sino que Javidu y amiguitos [incluida su esposa Karime Macías] regresen lo que se robaron.
Interesante texto el de esta ocasión.
Lo comparto en mis redes.
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