Muchos de nosotros lo hicimos, yo no recuerdo cuando fue
la primera vez, pero muchas de las personas a las que conozco lo habían hecho a
hurtadillas y se negaban a reconocerlo. Es más, llegue a ver como un par de
viejitas lo hacían, y su edad no les restaba pasión. He sido testigo de cómo
párrocos y monjas también lo han hecho. En todo este tiempo he aprendido que la
edad, condición social, nivel cultural, preferencia sexual o religión, no ha
sido impedimento, ¡todos, en algún momento, han pateado un balón!
Todo se sintetiza en una fracción de segundos, en el acto
de patear un balón, en desembocar la pasión y el coraje contenido, o
simplemente en sentir la sensación de la primera vez. Pero aquello que en los
barrios y colonias, representa lo más natural, se convierte en los clubes y
deportivos en un negocio de millones de pesos.
Ese paradigma mercantilista vuelve después de cuatro años;
y regresa acompañado de un entorno nada halagador para el país anfitrión, que
este jueves 12 -en el estadio Arena Corinthians, en Sao Paulo, centro de los
poderes económicos de Brasil- presenciara la inauguración del Mundial de
Fútbol. Una inauguración a la que se dice, no asistirá Dilma Rouseff, para
evitar las manifestaciones.
Y mientras un numeroso grupo de mexicanos presenciaran la
ceremonia de inauguración, otro muy selecto grupo de mexicanos estarán
terminando las respectivas sesiones legislativa en la Cámara de Diputados y en
la Cámara de Senadores, habrá quienes pedirán se agilicen los puntos a tratar y
otros tantos –si se prolonga- se saldrán de la sesión para ser testigos
distantes de todo lo que ocurre en Brasil.
Solo un día después -el viernes- los mexicanos asistirán
al encuentro con la televisión, ese dispositivo que les llevará el primer
partido de la “decepción nacional de fútbol” frente a Camerún, en Natal, la capital de Rio Grande del Norte, un estado en el noreste de Brasil.
Y así, nuestro país se verá inmiscuido por un largo tiempo
en sesión tras sesión de 90 minutos. En los que jugadores y aficionados, cual
enajenados, perderán el contexto de la realidad. Los que van desde México, -el
tercer mundo- habrán ahorrado por mucho tiempo o simplemente se endeudaron para
asistir al evento usando su tarjeta de crédito o empeñando algunas prendas.
Ellos volverán a una realidad, donde pobreza, inseguridad, injusticia,
desarrollo social, falta de acceso a la educación, a la salud, a la cultura, a
la recreación, son el pan de todos los días.
Volverán a una realidad, donde la luz, el gas, la
gasolina, no tendrá el mismo valor que cuando inició la justa mundialista; pero
paradójicamente, el salario mínimo será el mismo. Acá en nuestro país, las
cosas no cambiarán mucho, los que se quedaron, presenciaran el fútbol por
televisión, pero olvidarán su entorno, su realidad. Y después de una larga
jornada de trabajo, llegarán a casa para ver en TV quien ganó el partido y las
reseñas correspondientes, pero le cambiarán cuando el tema sea las reformas
estructurales que ese día se discutieron y tal vez aprobaron.
Y así, el mexicano promedio habrá ganado el balón, pero
habrá perdido la realidad, y se actualizará la hipótesis de que "El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos
importantes" tal y como
sostenía Arrigo Sacchi Director técnico del AC Milán de los años ochenta.
Por hoy es todo, los invito para que, sin dejar de ver el
Mundial, no pierden la realidad. Carpe diem.
5 comentarios:
Doctor,
Un texto oportuno y de actualidad. Estamos a dos días de comenzar el mundial y vaya que la situación esta ad hoc ¡de la patada! La diferencia será si logramos que a la par de las quinielas deportivas, también se apueste y trabaje por un mejor país, para rescatar lo que nos queda.
Magnífica #Iusfilosofando.
Un placer leerle e intercambiar puntos de vista.
atinado y a tiempo
Interesante Doctor, estaremos al pendiente de como avanza el congreso con las reformas; ojala y pudieramos hacer algo mas para evitar la desgracia. Saludos
Una reflexión atinada de nuestra realidad como país que se aleja cada vez más del ejercicio de pensar y discernir sobre su propia relidad existencial
Una reflexión atinada de nuestra realidad como país que se aleja cada vez más del ejercicio de pensar y discernir sobre su propia relidad existencial
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