Desde el anuncio de que buscaría la candidatura a la
presidencia municipal de Guadalajara, las reacciones no se dejaron esperar y
las luces rojas se prendieron en el semáforo tricolor. Ya como candidato, los
ataques fueron creciendo. Pocos recuerdan que el PRD en algún momento saco
publicidad donde usaba su nombre y llamaba a votar no por él sino por el PRD,
esto en la elección a gobernador de 2012.
Lo conocí en la histórica elección de 2006, bajo la
coyuntura de la elección concurrente de presidente de la república y
gobernador, era un personaje que rompía con el prototipo del clásico político
jalisciense, más directo, analítico y pragmático cuando había que hacerlo.
Enrique había roto con el PRI un año
antes y pronto se sumaron a él un conjunto de ciudadanos que buscaban acabar
con el bipartidismo político de Jalisco.
Esa elección me permitió conocer a su equipo y a la
gente que lo rodeaba, despeje algunas dudas y corroboré que una nueva historia
para Jalisco iniciaba ahí. Por alguna razón mi memoria desempolvó la escena de
Cuauhtémoc Cárdenas rompiendo con el PRI
en 1987 y trayendo con ello esperanza para muchos ciudadanos que no
habían mostrado interés en asuntos político-electorales.
En 2007, Enrique ocupo la representación de diputado local en la LVIII legislatura, ahí tuvo
un buen desempeño, algo que pocos exdiputados de esa legislatura pueden
presumir. Y lo fue no solo por sus conocimientos técnicos, sino por la
experiencia que había obtenido meses antes.
Con dos años como representante popular, en 2009 buscó
ser candidato a presidente municipal de Tlajomulco y ganó contundentemente.
Este municipio había sigo gobernado por el PRI y por el PAN quienes lo había
transformado en el patio trasero de la zona metropolitana de Guadalajara. En
poco tiempo Alfaro logro limpiar la imagen del municipio, detener la
construcción irracional de zonas habitacionales y catapultar a un nuevo
Tlajomulco.
Nos volvimos a encontrar en 2012, él como candidato a
gobernador -yo ahora en mi papel de académico- bajo las siglas de PT,
Movimiento Ciudadano y Alianza Ciudadana. Noté que
había pulido su discurso, integrado más simpatizantes y perfeccionado sus
objetivos, aquella esperanza de seis años atrás se convertía en oportunidad; el
bipartidismo tenía sus horas contadas.
La historia de esa batalla por la gubernatura terminó
con la llegada del PRI a casa Jalisco y pero
también con el fin del bipartidismo que se había mantenido desde siempre. Alfaro
ocupo el segundo lugar y el PAN un triste tercer puesto. En seis años Enrique
había demostrado que era posible la existencia de una tercera opción.
A punto de cumplir 42 años,- el próximo 20 de junio-
estoy convencido que Enrique
Alfaro Ramírez es amenaza, no sólo porque no estudio en la Universidad de
Guadalajara (UdeG) -como la mayoría de la clase política de Jalisco- sino
porque tiene un perfil diferente al de ese clase política que ha ostentado el
poder en las tres últimas décadas. Alfaro es Ingeniero Civil por el ITESO y maestro en Estudios Urbanos por El Colegio de México.
Alfaro es una amenaza, porque tuvo el valor de
desafiar al “Licenciado”, -el mismo que reparte candidaturas en el PRD, el PRI
y hasta en el PAN- y eso en este Estado no esté bien visto. Lo común, lo ideal
es practicar el reptilismo político con ese personaje siniestro para recibir el
visto bueno.
Enrique es una amenaza, porque su formación en las
filas de la universidad jesuita le permite una concepción diferente de la
realidad, sumado a la experiencia política y a la formación técnica que adquirió.
Alfaro es una amenaza porque aún sin tener el respaldo de AMLO –como en 2012-
encabeza las preferencias electorales por Guadalajara.
Alfaro Ramírez es una amenaza
para la mass media, porque ha dicho
públicamente que de llegar a la presidencia municipal de Guadalajara rediseñara
la relación publicitaria con los medios. Y eso a pocos les ha gustado. Un claro
ejemplo de ello es Milenio y La
Jornada Jalisco. Dos impresos que sumados a La
Crónica , han puesto sus páginas –burdamente-al servicio
del PRI, convirtiéndose en texto servidores.
Para los poderes fácticos de
Jalisco, Enrique es una amenaza, porque es un ejemplo de desobediencia
ciudadana, al “clásico político de Jalisco”; y estos poderes no pueden permitir
que los ciudadanos descubran que otra Guadalajara es posible y que no necesitan
pedirles permiso para hacer política.
Para el “clásico político de
Jalisco” Enrique es una amenaza a la que hay que detener, y no se escatiman
recursos para ello. El ejemplo más claro de ello es el PRD, franquicia que ante
el fracaso de su candidata, ha dedicado sus espectaculares para atacarlo, vinculándolo
con Emilio González. El PAN tiene un candidato que nunca levantó y ante lo gris
de ese azul, ya desempolvó la vieja campaña que ha usado en otros Entidades y
años, acusarlo de abortista.
Para el habitante de “Casa
Jalisco” y papá Leonel, Alfaro es una amenaza, pues aunque han recurrido a todo
tipo de artilugios conocidos y por conocer para denostarlo, no lo han podido
detener y las preferencias electorales lo siguen colocando a la cabeza. Ese
desde luego no es un buen resultado para el PRI y mucho menos para el señor
Peña, que en 2012 jugó su imagen al lado de Aristóteles, al que ahora exigirá
resultados.
El PRI, no solo de Jalisco sino nacional, no puede permitir que Alfaro
gane Guadalajara y conquiste así la simpatía de un gran padrón electoral de
cara a la elección presidencial de 2018. Por ello, han recurrido a todo lo que
está en sus manos, para llevar vía tribunales al otro payaso -lagrimita- a las boletas electorales para munícipes de
Guadalajara, el Tribunal electoral ya ordenó la reimpresión de las mismas.
No doblegarse, mantenerse, continuar, es un mal ejemplo, por ello, para
los poderes fácticos en Jalisco, Alfaro es una amenaza, pues representa la
esperanza ciudadana, simboliza el levantar la mano y el despertar ciudadano.
El 7 de junio nos vemos en las urnas, por cierto,
#QuítaleElCongresoAPeña.
Por hoy es todo, nos leemos en la próxima. Carpe diem.
2 comentarios:
Doctor,
Magnífico texto y análisis en esta #Iusfilosofando de una de las candidaturas que causa miedo y polémica, no solo en el rancho grande, sino a nivel nacional.
La figura de Enrique Alfaro por sí conlleva una manera distinta de ver a un político. Lo critican por haber pasado de un partido político a otro y me pregunto ¿Qué acaso no saben que el sistema partidista es la manera de acceder a un cargo público? Claro en esta elección experimentaremos con las candidaturas independientes; no obstante, tenemos a cuestas –aún- un sistema de partidos. ¿Qué acaso no es sensato recapacitar y analizar el partido en cuestión y si ya no cumple tus expectativas salir de sus filas? Es increíble como hay puristas que se asustan por esos cambios.
Lo importante es ver la congruencia, trayectoria, manera de actuar/gobernar.
Un placer leerte. Comparto tu columna en mis redes.
EXCELENTE TEXTO, YO VOY A VOTAR POR ALFARO, SU ARTICULO ME CONVENCIO.
JUAN CARLOS
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