Los legisladores necesitan ciertamente
una escuela de moral
Simón Bolívar
En las entregas pasadas de esta columna
me he referido al Estado de Derecho y a la Ley. Algunos de sus comentarios a la
columna y por twitter hablaban del reto de la ley y como está podía hacer
buenos a los hombres y consecuentemente felices.
Ahora bien, si la felicidad hace buenos
a los hombres, ¿Quién es el responsable de generar esa felicidad? Me parece que
sería un absurdo afirmar que el Estado es el único responsable de hacer felices
a los hombres, porque no es así. La felicidad del hombre, me parece que depende
de dos factores: el interno y externo. Y en ese sentido el Estado es el
responsable de hacer felices de manera externa a los hombres. Para ello el
Estado hace leyes. Sin embargo, estas leyes no siempre producen la felicidad al
hombre, es más, algunas lo hacen infeliz.
Para trasladarlo a términos actuales, el
régimen no busca el bien o la felicidad de la población, sino la subsistencia
como tal. No busca la justicia social que es “aquella que proporciona, en primera instancia, una pausa con la cual
evaluar los aspectos distributivos de la estructura de la sociedad”. (RAWLS:
Teoría de la justicia) Lo que busca más bien es el control a través de la ley o el derecho positivo, que se traduce como la voluntad
del Estado o del soberano.
Las
normas jurídicas como obligaciones legales enfrentan un problema, que Hart
describe de manera muy puntual:
(…) son muy frecuentemente, aunque no siempre, artefactos humanos en el
sentido de que pueden ser deliberadamente creadas, por medio de la adecuada
acción de los seres humanos y sujetas a varios modos de cambio y manipulación. (HART:
Obligación jurídica y obligación moral:
1977)
Desde
luego las ideas expresadas por Hart, no están nada fuera de la realidad
nacional o de cualquiera entidad federativa. Los casos que pueden ilustrar la
afirmación anterior podemos encontrarlos en las ocurrencias legislativas.
En este
sentido debemos de entender que la manipulación es:
(…) un ejercicio velado, sinuoso y abusivo del poder. Se presenta en cualquier relación social o campo de la
actividad humana, donde la parte dominante se impone a otras en virtud de que
éstas carecen de control, conciencia y conocimiento sobre las condiciones de la
situación en que se encuentran. (VEGA Manipulación: 2009)
En este
caso el régimen manipula las leyes pero también a los legisladores, porque
ellos “crean obligaciones y las imponen a
otros (y a sí mismos en su capacidad personal), quienes, en consecuencia, están
jurídicamente obligados a hacer o abstenerse de hacer ciertas cosas”. (HART)
Un
ejemplo de ellos lo vivimos por más de 70 años, en esa relación perversa entre
el poder Legislativo y el poder Ejecutivo y de cómo el primero era sometido por
el segundo. Como se legislaba ad hoc; la forma en la cual los legisladores asistían
ceremoniosamente a levantar la mano y a dormir en la curul. A postrarse en la inmediatez de quedar bien
con el señor presidente porque finalmente era “el gran elector”.
Hoy por
fortuna las cosas no son tan sencillas para el “Señor presidente”; no lo es desde
el último trienio de Zedillo y no lo fue para nada con el Sr. Fox, quien por
más ejercicio de incontinencia verbal, y de orquestar una campaña contra el
Poder Legislativo, no logro someterlo.
Pero ¿Que
pasa ahora? ¿Los ciudadanos nos quedaremos con las manos cruzadas a esperar a
que el Sr. Calderón se erija en el convocante del Legislativo para que se
desarrolle un periodo ordinario de sesiones? ¿O quizá que la mayoría
legislativa se ponga de acuerdo con los legisladores de Calderón para consensar
dicho periodo? ¿Será posible que los ciudadanos puedan participar en la
elaboración de las leyes? para Brian Barry hay razones suficientes, que nos
llevan a sostener que sí; él afirma:
(...) hay dos razones para afirmar que los individuos con intereses
característicos deberían tener derecho a participar en la elaboración de leyes
y de otras decisiones colectivas, aunque ello sólo sea indirectamente, mediante
la elección de sus representantes. Una es que cada individuo persigue sus
propios intereses en materia política y por tanto todo individuo (o en todo
caso cualquier grupo de individuos con intereses característicos) que sea
excluido del poder será explotado por el resto. La otra razón es que la
actividad política implica una discusión dirigida por premisas comunes, y estas
son principios de evaluación. (BARRY: La
teoría liberal de la justicia: 1993)
Aunque nuestro
proceso formal de creación del derecho está considerado en la Constitución, las
ideas expuestas por Barry expresan las formas que de facto se dan al momento de construir leyes. El asunto es como nos
volvemos ciudadanos más activos, como nos constituimos en actores del cambio de
nuestro entorno, no solo quejándonos manifestando nuestras diferencias; sino la
forma en como actuamos para influir en los cambios legislativos necesarios.
Elegir a los
diputados y senadores y retirarse a dormir el sueño de los espectadores, es una
actitud del siglo pasado. Este país no necesita más ciudadanos que sólo se
quejen, que lamenten que todos los partidos políticos son iguales; que
reproduzcan que siempre ganan los mismos. No necesita de jóvenes que sólo
obtengan la credencial de elector como pase para entrar a los bares; tampoco de
profesionista o universitarios; o de castos y puros que condenen la política y
la tachen de sucia como pretexto para no participar e involucrarse.
Este país necesita
ciudadanos legisladores que, desde el papel de empleada, maestra, doctora, estudiante,
ama de casa, obrero u otro se atrevan a levantar la voz y a comunicar sus
necesidades. Ciudadanos legisladores, que desde su entorno local pugnen por
necesidades diarias, cotidianas, comunes pero esenciales. Ciudadanos legisladores,
que conozcan lo que realmente ocurre en el país pero desde abajo, no desde la
oficina, ni desde el papel maquillado. Este país necesita ciudadanos legisladores
que sin hacer campaña, ni ser electos, vigilen a sus legisladores; que les
pidan legislar sobre lo necesario.
El cambio necesario
es una constante más latente día a día y debe ser tangible por más que algunos
sostengan lo contrario; por más que digan que hay un “ejecutivo fuerte”
dispuesto a velar por los intereses de la nación. La inacción, la mentira y la hipocresía
son tres características de este sexenio, cerrar el telón no es un papel que
estoy dispuesto a jugar y los invito a que no lo hagan ustedes tampoco. El país
no cambiará por decreto, ni por canonización. Sino a punto de acciones
inteligentes que sus ciudadanos estén dispuestos a cometer.
Por hoy es todo nos
leemos la próxima. Carpe diem.
6 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo Maestro, para mejorar un poco a este México lindo y Herido necesitamos ciudadanos legisladores. La participación proactiva es un imperativo que muchos han ido postergando pensando que otros tienen que hacerlo.
Un abrazo.
Samuel: Muy brillante exposición de las razones para asumir un papel ás activo como ciudadanos en la consecución de la condiciones que nos permitan desarrollarnos más plenamente como personas. La función del papel de "ciudadanos legisladores" cierra el círculo con el que abres tu columna, en el que la responsabilidad del estado para proveernos de los factores externos para ser felices tiene que ser normado y supervisado por quienes resultamos beneficiados. Mientras mantengamoa nuestra complacencia actual, seguirá vigente el cómodo papel de víctimas. Es más fácil quejarse que hacer.
Felicidades.
"ciudadanos legisladores" genial. Pero la apatia política se resiste a terminar, saludos
Laksman
Yo creo que hay que empezar por cambiar las instituciones donde nos movemos, ahí se atrinchera mucha reacción
Juan Nelson Enríquez
tu reflexión es completamente acertada, necesitamos legisladores que representen verdaderamente los intereses comunes, pero también es cierto que no podemos ser espectadores una vez que los elegimos.Es difícil hacerse escuchar pero no imposible.
Liz Santibañez
La ley la hace quien tiene poder(fuerza, dinero razones)para hacer cumplir su voluntad... los ricos disponen de fuerza y dinero, ¿"razones"? no las tienen, a menos que se se pueda llamar razón a la fuerza, es decir a un ejército que esté apuntándole al "ciudadano" para impedir que salga a la calle a comentar "sus problemas","no salga, respete el Estado de Sitio 'sea razonable'"....
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