Las muestras de repudio que recibió Felipe Calderón,
la noche del 15 de septiembre mientras representaba el grito de inicio del
movimiento por la Independencia, y que se dieron colocando láser de color verde
sobre su rostro, constituyen un sentir que va creciendo cada día, y no
precisamente porque se acerque el final de su sexenio, sino porque ha hecho
todo lo posible para quedar mal con propios y extraños.
Contrario a la estrategia de Carlos Salinas en aquella
elección de 1998, en la que su política fue la concertacesión con el PAN- es
decir, ceder para avanzar- Calderón no busco a su principal opositor, sino a un
viejo socio y aliado: El PRI.
Durante su sexenio, Felipe Calderón encontró en el PRI
a su cómplice y eventualmente a su defensor; de ahí que su reciente intervención
para impedir se juzgara a Ernesto Zedillo en Estados Unidos por el caso
Acteal, no sea un acto de bondad, sino una
consecuencia de los acuerdos tomados con el pasado
corrupto y que eventualmente allana su impunidad.
Si el discurso de Fox en el 2000 tenía como meta “sacar
al PRI de Los Pinos a patadas”, la
practica de Calderón Hinojosa fue meter al PRI a Los Pinos aunque sea a patadas. Desde Los Pinos Calderón terminó por fulminar la ya de por si desdibujada
presencia programática del PAN en el gobierno, misma que Fox se había encargado
de presumir y que no sólo no cumplió sino que trato de desmarcar de su mandato.
En un ejercicio por superar a sus antecesoras,
Calderón golpeó al sindicalismo opositor pero también desapareció sus fuentes
de trabajo; no le basto llegar ilegítimamente a Los Pinos sino que estableció una revancha personal contra su
entonces contrincante en la elección de 2006. En su desesperación, suplió la
inteligencia policial, por la fuerza de las armas. Ensució al ejército mexicano,
bañó de sangre al país, protegió a corruptos, perdió a dos secretarios de
gobernación e incremento el número de pobres en este país.
Si Felipe Calderón cargó con la etiqueta de espurio
durante su periodo, a Peña Nieto no le espera menos que eso. Los actos de
manifestación en varias plazas del país por integrantes del movimiento yo soy 132,
organismos civiles y sindicales no sólo fueron contra Calderón sino por un “México
sin PRI”.
El reto no parece ser sencillo, echar al PRI fuera de Los Pinos se constituye en la misión de
la década, no obstante, los mexicanos ya demostraron que pueden hacerlo, solo
hace falta encontrar y acuerpar a quien pueda lograrlo, alguien que encabece un
movimiento capaz de transformar al país, la cultura cívica y sus concepciones
políticas de gobierno.
Mientras llega el momento, los mexicanos tenemos la
responsabilidad de impedir que las prácticas del pasado corrupto lleguen para
quedarse. Es necesarísimo impedir que: la “ley de Herodes”, “el que no transa
no avanza” o el “que robe mientras reparta” se constituya en practica común.
México ya no esta para eso y los mexicanos tampoco, permitirlo seria retroceder
30 años. Yo no pienso hacerlo ¿Y ustedes?
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
2 comentarios:
Maestro:
Me uno a su llamado de no permitir el retroceso de este país.
Sin duda, lo que viene no será sencillo de enfrentar; lo que sí no podemos permitir es quedarnos callados y ser cómplices por omisión de las malas prácticas, que lo único que han hecho es dejar el país tal como lo padecemos.
Ahora es tiempo de que los ciudadanos tomemos las riendas y ya vamos avanzando.
¡Excelente columna!
Un placer leerlo.
Lo felicito por atinada reflexión, sobre lo que ocurre en nuestro país y sobre el daño que Felipe Calderón hizo a este nuestro México.
Excelente aportación maestro.
Carlos G
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