El
propósito principal de la sociedad política es proteger los derechos. De esta
forma el gobierno está estrictamente limitado y cumple con una función:
proteger a la sociedad sin interferir en la vida de los individuos. O al menos
eso es lo que pensamos en un sentido estricto, acerca de las funciones que
debería de jugar en una sociedad democrática.
El poder del gobierno está basado totalmente en los poderes que le
transfirieron los individuos, es decir, su poder tiene origen y queda
supeditado al contrato que hicieron estos para conformar la sociedad civil y
política. No obstante, si el gobernante se vuelve un tirano, el pacto se rompe.
Un gobierno que no deja recursos abiertos a sus ciudadanos, para la acción,
la organización, la crítica o el disenso, los obliga a considerarlo injusto y
con derecho a recurrir ante instancias que hagan valer sus derechos fundamentales.
Mario
Stoppino tiene una apreciación sobre lo que el poder representa, al ubicarlo: Como fenómeno social el p. es una relación
entre hombres. Y se debe inmediatamente añadir que se trata de una relación
triádica. Para definir un cierto p., no basta especificar la persona o el grupo
que lo retiene y la persona o el grupo al que están sometidos: hay que
determinar también la esfera de actividades a la cual el p. se refiere, es
decir la esfera del p. (STOPPINO, “Poder”. En Diccionario de política, BOBBIO)
Empero, más
allá de la comprensión aislada del concepto de poder, es necesario dar
referencia práctica de lo que implica la expresión factores reales de poder, en
el contexto de nuestro estado nacional, en el sentido que Lasalle lo expresaba.
Y esta idea
va muy de la mano con lo ocurrido recientemente con el caso de Denise Dresser,
quien fue intimidada por escribir una columna titulada “Cloaca abierta”,
publicada el 31 de marzo en el periódico
Reforma. En el que retoma una investigación publicada por The New York Times,
cuyos autores, Craig Pyes y Sam Dillon, obtuvieron el premio Pulitzer por
revelar información de inteligencia donde Manlio Fabio Beltrones (hoy diputado
y coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados) habría brindado
protección a narcotraficantes en Sonora cuando fue gobernador de ese Estado.
De acuerdo
con la organización Artículo 19, el
Coordinador de Comunicación Social del Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara
de Diputados, Jesús Anaya, emprendió una campaña de desinformación y de
desprestigio contra Dresser. Para Anaya “el artículo está elaborado sobre
mentiras o versiones falsas, interesadas y sin sustento.”
No es raro
que el “nuevo PRI” –viejísimo en realidad- utilice las mismas estrategias para
atacar, denostar, intimidar, descalificar a quienes rodean al disidente, e incluso
involucrar asuntos personales para descalificar al no alineado en el momento en
que sea necesario. Tampoco es raro que el “nuevo PRI” recurra a sus vasallos en
diferentes medios, para salir en defensa del cuestionable personaje.
En fin, las
malas conciencias vuelven al ataque, los
dinosaurios sacan sus garras para atacar a quien los cuestiona políticamente,
exhibe su pobreza intelectual y expone sus antecedentes antisociales. Vale la
pena no dejar del lado este caso, quienes conocemos la trayectoria de la
Doctora Dresser, sabemos su valía académica y de su profesionalismo periodístico.
Es el
momento de respaldar a quienes informan a la sociedad, de quienes comparten
datos de interés para contribuir a una mejor participación cívica. A quienes en
congruencia no callan lo evidente. Mi solidaridad con Denise.
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Doctor, un texto necesario e interesante. No cabe duda que los políticos de la prehistoria suelen albergar miedos del tamaño de sus corruptelas.
¡Bien por Denise, bien por ti por aportar datos críticos y argumentativos para esa desmemoria!
Un placer leerte.
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