Estas semanas hemos vivido distraídos
por aniversarios y muertes de hombres de letras, la pasión desbordada por esos
personajes ha distraído la atención sobre temas más relevantes, temas que están
agendados en el Congreso de la Unión entre ellos la reforma en materia de telecomunicaciones.
Para aderezar el pendiente
legislativo, me permito referir el texto “Constitución
y derechos fundamentales de María del Pilar Hernández
Martínez quien sostiene: (…) hoy día, la Constitución es cada
vez más, la definición de las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, la
carta de derechos y libertades se refleja en la garantía que está asegurada por
la operativización de un mecanismo de sanción de los órganos del Estado, y esto
es así, dado que se ha comprendido, primero, que toda constitución contiene
simultáneamente dos dimensiones, a saber: política y social (Hauriou),
predominando actualmente la segunda sobre la primera; segundo, la
pluridimensionalidad o multifuncionalidad de
los derechos fundamentales.”
Si bien es
cierta la afirmación de Hernández Martínez, cierto es también que es el poder político
quien determina las dimensiones sociales que la Constitución ha de tener. Ahora
bien, la doctrina del Estado de derecho exige que el principio que inspire toda
acción estatal consista en la subordinación de todo poder al derecho. Pero eso
no siempre es cierto.
No
obstante, Michael Walzer (Las esferas de la justicia. Una defensa del pluralismo y la igualdad:
1993) tiene una opinión distinta, él afirma que: “El poder del Estado se ve colonizado por la riqueza material, el
talento, la sangre o el sexo; y una vez colonizado, rara vez tiene límite. De
modo alternativo el poder del Estado es en sí mismo imperialista, sus agentes
son tiranos con plenos derechos: no velan por las esferas de la distribución
sino que irrumpen en ellas; no defienden los significados sociales sino que los
pisotean.” Esta descripción parece más cierta a la realidad que impera.
Y ahora que
vivimos el debate sobre la Ley de telecomunicaciones, es claro que los poderes
fácticos, harán en algunos casos usos de sus estrategias y en otros, el poder
político simplemente se pondrá a su servicio. Por eso es oportuno lo que Cárdenas Gracia afirma sobre estos factores reales de
poder al sostener: “Los factores reales
de poder, tanto nacionales como internacionales, suelen colonizar y determinar
el funcionamiento de las instituciones. Es bien sabido que en los Estados de
derecho contemporáneos importa sobre todo saber o conocer el poder que se
encuentra detrás de las estructuras formales del Estado, pues esos poderes son
los que definen el alcance de los poderes formales.”
Es claro que los ciudadanos –en su mayoría-
no están en el debate de lo que vendrá y de la administración y límites de
acceso a internet que pretende imponerse desde el poder, quien ya se dio cuenta
que el nuevo campo de batalla es virtual, y que no basta ya reprimir en la
calle y penalizar las manifestaciones; ahora el debate y las manifestaciones también
están en la web; recordemos la guerra 2.0 que Peña perdió en 2012 frente a
estudiantes de la Ibero.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima.
Carpe diem.
2 comentarios:
Doctor, una columna oportuna. Se agradecen este tipo de textos críticos y reflexivos para aportar a la desmemoria y al pensamiento crítico.
Sigamos pugnando, desde diferentes trincheras por no más poder al poder e #InternetLibreMx
Un gusto leer su Iusfilosofando.
me ilustro mucho su texto Doctor, gracias!
Karla
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