Agradezco
no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son
aplastadas por ellas.
Rabindranath
Tagore
La palabra legitimidad significa legítimo.
Tiene su origen del latín legitimus,
de lex, legis: ley. Conforme a la
ley, auténtico. Calidad de legítimo lo que es conforme a las leyes. Lo cierto
genuino y verdadero en cualquier línea.
Dice Veli que en el lenguaje ordinario este
término tiene dos connotaciones, una genérica y una específica. En el sentido
genérico, es sinónimo de justicia o razonabilidad. En su sentido específico,
aparece a menudo en el lenguaje político, en este contexto el referente más
frecuente del concepto es, el Estado. (VELI, Lucio.
“Legitimidad” en BOBBIO
et. al. Diccionario de política)
La primera aproximación puede definir a la
legitimidad como la atribución del Estado que consiste en la existencia de una
parte relevante de la población de un grado de consenso tal, que asegure la
obediencia sin que sea necesario, salvo en casos marginales recurrir a la
fuerza. Por lo tanto, todo poder trata de ganarse el consenso que le permita
ser reconocido como legítimo, transformando la obediencia en adhesión. La
legitimidad parece pues, el elemento integrante de las relaciones de poder que
se desarrollan en el ámbito estatal.
Mario Stoppino tiene una apreciación sobre lo
que el poder representa, en su opinión el poder:
Como fenómeno social el p. es una
relación entre hombres. Y se debe inmediatamente añadir que se trata de una
relación tríadica. Para definir un cierto p., no basta especificar la persona o
el grupo que lo retiene y la persona o el grupo al que están sometidos: hay que
determinar también la esfera de actividades a la cual el p. se refiere, es
decir la esfera del p. (STOPPINO, Mario. Poder.
En BOBBIO et. al. Diccionario de política)
Como podemos observar la opinión de Stoppino
esta muy acorde a lo que vivimos todos los días en cualquier lado de la patria
que nos encontremos, esa triada que refiere el autor esta presente aun cuando
no podamos detenernos a su análisis. El sexenio de Calderón es un gran ejemplo
de ello. No sólo por querer imponer su política antinarco de la forma más absurda
y combatir la violencia con más violencia.
Empero, más allá de la comprensión aislada
del concepto de poder, es necesario dar referencia práctica de los que implica
la expresión factores reales de poder, en el contexto de nuestro estado
nacional, en el sentido que Lasalle lo expresaba.
Cárdenas Gracia hace la advertencia:
Los factores reales de poder, tanto
nacionales como internacionales, suelen colonizar y determinar el
funcionamiento de las instituciones. Es bien sabido que en los Estados de
derecho contemporáneos importa sobre todo saber o conocer el poder que se
encuentra detrás de las estructuras formales del Estado, pues esos poderes son
los que definen el alcance de los poderes formales. (CÁRDENAS GRACIA, Poderes fácticos e incompatibilidades
parlamentarias)
Los comentarios que comparte Jaime Cárdenas,
no están lejos de los cambios constitucionales que se han desarrollado en el
país; y que han permitido que estos factores reales de poder se establezcan sin
problema alguno y se consoliden aún más en nuestro territorio. El autor advierte:
“En México no tendría
sentido analizar el constitucionalismo del siglo XX si no lo hacemos en el
contexto que entrañó el partido hegemónico, el presidencialismo y un sistema
electoral diseñado y controlado desde la Secretaría de Gobernación”.
No obstante, Cárdenas pone
el tema del partido hegemónico como elemento de partida, también es cierto que
se incorporan a éste, otros grupos que constituyen los factores reales de poder
en nuestro país, el mismo describe:
(…) los sindicatos, las
organizaciones empresariales, los medios de comunicación electrónicos, las
trasnacionales, el gobierno de los Estados Unidos y las organizaciones
financieras internacionales. Esos son los auténticos poderes que en buena
medida —tal vez no de manera mecánica pero si determinante— condicionan el
actuar de los poderes y del orden jurídico formal. Bien podría decirse que los
poderes formales y el orden jurídico son el reflejo de los intereses, pactos,
acuerdos y decisiones de los factores reales de poder. (CÁRDENAS GRACIA, op.cit.)
Ahora
bien, si como explica Cárdenas Gracia estos factores reales de poder influyen
en los poderes formales para adecuar el marco legal a sus necesidades, ¿Podemos
aceptar estas decisiones como legítimas? O por el contrario, carecen de
legitimidad al provenir de grupos cerrados. Es en este sentido la legitimidad
juega un papel fundamental para entender el papel del poder.
Pero
mientras los ciudadanos caigamos en el juego que Sicilia Zardain quiere, y
acudamos a la jornada electoral para anular el voto, seguiremos siendo el
divertimento de los factores reales de poder que tiene a más de un candidato
disputando la presidencia de la república.
Caer
en el juego tonto de del Mesías Lasallista, y creer que con anular nuestro voto
le damos una lección a la clase política, es tan ingenuo como pensar que pedir
la renuncia de García Luna en un mitin haría posible que esto ocurriera.
Si compramos el discurso de rencor de este
personaje fallido, que no tuvo la capacidad de mantener al grupo original del Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad; es consolidar a los poderes facticos un
sexenio más, y seguir esperando que el cambio necesario llegue, mientras nos
ponemos de rodillas para pedir disculpas por alzar la voz. Esa no es mi opción
y confió en que la suya tampoco.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Maestro:
¡Gran texto el que hoy nos presenta!
Abordar este tipo de tópicos tiene como consecuencia un aporte imprescindible para generar y provocar la construcción de una mejor ciudadanía alejada de esos factores de poder que han resultado mediáticos y hasta oportunistas.
Vivimos en el sexenio de una guerra que no es guerra, Felipe Calderón proviene de un proceso cuestionable -que aunque legal- no cuenta con la legitimación requerida para gobernar de manera adecuada.
Un placer leerlo y compartir a través de la palabra escrita.
Abrazos.
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