@iusfilosofo
El Artículo 69 de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos establece
que: “En la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer
Periodo de cada año de ejercicio del Congreso, el Presidente de la República
presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que
guarda la administración pública del país.”
No obstante el pasar de los años y las condiciones políticas y de equilibrio
electoral orilló a que las fuerzas políticas concedieran la venia al Ejecutivo,
para que en su nombre un testaferro entregue dicho informe.
¿Recuerdan cómo eran los informes de gobierno antes de que se transformaran
en la fiesta VIP del Ejecutivo? Pues bien, hasta antes de 1988, el día del
informe que presentaba el habitante de Los
Pinos ante el Congreso de la Unión era prácticamente el día del presidente.
Se instalaban vallas por las principales avenidas donde pasaría el “Señor
presidente” y se disponían invitados que se colocaban en el marco de esas
vallas para agradecerle con porras y confeti que nos gobernara.
Por aquellos tiempos, ya en la Cámara de Diputados, el habitante de Los Pinos era recibido con elogios y
aplausos, y se disponía a dar lectura a su mensaje político que duraba horas.
En su texto, el Ejecutivo no tenía límites
en usar calificativos para hablar de los excelentes logros que había conseguido
durante ese año. Empleos, educación, seguridad, carreteras, avances en salud,
eran temas que desencadenaban los prolongados aplausos de los amigos del Presidente
habilitados como Diputados Federales. La respuesta del presidente de la Cámara,
tenía que ser proporcional al festejo de México que se representaba ese día y
en ese espacio.
Pero todo esa alegría desbordada, cambió cuando los “groseros” e
imprudentes diputados Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega –que en
este año cumplió 82 años- se atrevió a realizar una pregunta a Miguel de la
Madrid; luego Marco Rascón utilizó una máscara de puerco para increpar al
Ejecutivo y así se rompió la fiesta del “Presidente” vinieron fuertes
discursos, protestas, mantas y tomas de tribuna.
El 1997 tras la pérdida de la hegemonía política en la Cámara de
Diputados fue el propio Muñoz Ledo quien presidió la Cámara de Diputados y delimitó
lo que más tarde sería el fin de la visita del Ejecutivo al Congreso de la
Unión. “El presidente propone y el congreso dispone”.
Se hubiera pensado que lo que sucedería a dicho ejercicio sería un
espacio de réplica de las fracciones representadas en la Congreso con el
Ejecutivo, que éstas pudieran preguntar de viva voz y que este a su vez respondiera,
pero la decepción hecha botas (Vicente Fox) y más tarde Felipe Calderón
generaron las condiciones para que la obligación del Ejecutivo de rendir el
informe antes los representantes populares se cumpliera entregando en privado
dos tomos impresos de dicha obligación.
En este año ocurrirá lo mismo, seguiremos estando ausentes del acto
republicado de rendir cuentas de parte del Ejecutivo y de cara a la nación; y
nos tendremos que conformar con una ceremonia protocolaria, fría y sonrisas
falsas que se sintetizan en dos mamotretos que serán los protagonistas de la
foto, incluso más protagonistas que el gris presidente en turno de la Cámara de
Diputados. Este será como los pasados: un informe de pena.
En fin, lo más relevante de la sesión de hoy será escuchar a los
representantes de las fracciones parlamentarias y analizar sus discursos, pues
de ahí derivará la relación que sostendrán los últimos tres años de este
sexenio; que a la mitad del mismo ya fenece.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Exacto Doctor, un informe que da pena. Pena por un país que se está desmoronando y del cual los abusivos se sirven a manos llenas. Y a pesar de todo, el grupúsculo de lambiscones prestos para defender al político de su preferencia.
Hemos llegado al punto de quiebra, necesitamos un nuevo Pacto Social, acompañado de la reconciliación e interés de todos en mejorar las condiciones en que ahora nos encontramos.
Buena reflexión en esta Iusfilosofando: un informa de pena por peña.
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