| @iusfilosofo
Vivimos
tiempos complicados, sin duda los temas que podemos traer a la agenda son
bastos para agotarlos en este espacio, pues el sexenio del señor de Los Pinos
parece desbordado. A este protagonista de Atlacomulco ya no le interesa
enfrentar los problemas que por su investidura está obligado a enfrentar,
parece que más bien su interés se centra en que el sexenio termine, en hacer
sus maletas y retirarse para gozar de la pensión que por ley tiene derecho a
recibir.
¿Qué podemos
esperar a estas alturas del peñismo cuando sus amigos, -a quienes les dio
trabajo- operan como como chivo en cristalería? ¿Qué esperanza pueden tener los
millones de mexicanos que viven en la pobreza, para salir de su situación,
cuando los funcionarios peñistas se dan vida de duques? ¿Cómo creer que se
atacará la corrupción cuando la familia de Enrique da nota mes a mes con las
inexplicables propiedades que poseen?
Mientras el
desempleo, la pobreza, la corrupción y la opacidad crecen, la inseguridad se
consolida; aspira a formar parte de nuestra vida diaria, a que la veamos como algo
cotidiano, a que sea normal. Que aparezca en los discursos oficiales como una
referencia incidental, como la necesidad de justificar algo que ocurrió cuando
no tendría que haber sucedido, porque en este país todo esta bien.
Y es la
inseguridad la que día a día llena las primeras planas, la que da nota en la
radio y la que eventualmente pretende omitirse de la televisión. De acuerdo al undécimo
levantamiento de la Encuesta
Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el
INEGI, en marzo de este año, el 69.9% de la población de 18 años y más
consideró que vivir en su ciudad es inseguro.
Y no puede
ser de otra forma cuando la calle, tu vehículo o casa no son sitios seguros, cuando
quienes están obligados a salvaguardar a la sociedad protegen a quienes cometen
delitos. Un caso que ilustra son los policías municipales de Tierra Blanca en
Veracruz, de Ayotzinapa en Guerrero, o de otras muchas ciudades del país. Y el
aderezo es peor cuando los discursos oficiales minimizan lo que ocurre, ahí
está el exsecretario de seguridad pública de Veracruz quien recomendó comprar
candados, alarmas o hasta un perro para protegerse. O que decir del gobernador
de Guerrero que sostuvo que “la mayoría de las bajas de los asesinatos dolosos
recaen en muchas personas que no son, diríamos, personas que se conozca que
andaban de turistas o personas que sencillamente sean muy conocidas”.
Un caso
reciente es el de los “levantados” la madrugada del este lunes en “La leche”
restaurante de Puerto Vallarta, Jalisco y en el que supuestamente estaría Iván
Archivaldo Guzmán, hijo de “El Chapo” Guzmán. Por cierto que decir de las
declaraciones de Jorge Aristóteles “No permitiremos que nos roben la
tranquilidad” ¿Nadie le aviso que eso ocurrió desde los primeros días de su
sexenio cuando mataron a su secretario de turismo? parece que muchos ya lo
olvidaron.
El discurso
de la inseguridad en tiempos de caos se minimiza, se controla y a veces se administra
para el rating de quienes ostentan el
poder. Así vivimos los tiempos de un sexenio en el que el responsable esconde
la cabeza. ¿Y ustedes han sido víctimas de la inseguridad?
Por hoy es
todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Doctor, toda la razón con esta #Iusfilosofando. El caos en que vivimos, derivado en la inseguridad, ha disminuido la calidad de vida en todo México; cuyo territorio está cooptado por una camarilla de sátrapas que no quieren soltar el poder; es el resultado de varios factores que como ciudadanos debemos entender para actuar en consecuencia.
Muy buen texto para generar conciencia, lo comparto en mis redes.
Un gusto leer tu columna.
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