iusfilosofando

jueves, 6 de diciembre de 2018

NO TENGO DERECHO A FALLAR






Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo


El distintivo del neoliberalismo es la corrupción.
Suena fuerte, pero privatización ha sido en México sinónimo de corrupción.
Andrés Manuel López Obrador


El fin de semana inició una nueva era, no sólo porque el PRI volvió a perder la presidencia de la República -ahora frente a su archienemigo político Andrés Manuel-, sino porque la derrota del pasado 2 de julio también les quitó el control en el Congreso de la Unión esto es la Cámara de Diputados y la de senadores, así como el control en la mayoría de las legislaturas locales. López Obrador ganó en todos los estados del país salvo en Guanajuato, lugar donde se impuso  Ricardo Anaya, con 40% de los votos frente al 30% de AMLO.

Finalmente, después de más de una década de lucha, Andrés Manuel López Obrador llega a la presidencia de la República con un respaldo social sumamente importante: 53.1% de los votos fueron ganados por él; es decir, más de 30 millones de ciudadanos vieron en el tabasqueño la esperanza para transformar al país, para construir mejores oportunidades de desarrollo para todos y generar condiciones de justicia social.

El sábado pasado AMLO como también es conocido en las “benditas redes sociales” asumió la presidencia de México y así se convirtió en el Presidente número 57 del país. Ya desde los primeros minutos López Obrador había mostrado su estilo, un sello personal con el que se ha conducido los últimos años; llegó al recinto de San Lázaro en su propio vehículo y sin la compañía del Estado Mayor presidencial.

Andrés se abrió paso en el Jetta blanco, sus únicas escoltas eran los cientos de reporteros que seguían su caravana. El oriundo de Macuspana, Tabasco se trasladó desde su domicilio hasta el recinto donde recibiría la banda presidencial, saludando a todos los que le gritaban “¡Presidente!” O “Es un honor estar con Obrador”. En su discurso, -Ya como presidente- enumeró a tres adversarios: la corrupción, la pobreza y el neoliberalismo. Del cual sostuvo: “la política económica aplicada durante el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México.”.

AMLO se convirtió en todo un fenómeno, superó el rating de audiencia televisiva, su toma de protesta fue más vista que la final del mundial: 12.38 millones de AMLO contra 12.30 millones de la final mundialista. Y por si fuera poco 9.55 millones vieron la entrega del bastón de mando que los pueblos originarios le entregaron en el zócalo de la ciudad de México.

Las expectativas que los mexicanos tienen de Andrés Manuel son gigantes, López Obrador tiene un gran reto ante sí pues representa la esperanza de millones de mexicanos de todas las edades y condiciones socioeconómicas. Por eso quizá, ha identificado a su enemigo principal y contundente afirma: “si me piden que exprese en una frase el plan del nuevo gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad.” Y continuó: “El otro distintivo del nuevo gobierno será la separación del poder económico del poder político. El gobierno ya no será un simple facilitador para el saqueo, como ha venido sucediendo.”
Son nuevos tiempos, y la minoría irracional que se opone sistemáticamente a estos nuevos tiempos deberá aprender a ser oposición, su papel desde ese lado de la historia deberá ser inteligente, de lo contrario se irán al baúl de los recuerdos más temprano de lo que piensan. Me quedo con la parte final de su intervención: “Trabajaré 16 horas diarias para dejar en seis años muy avanzada la obra de transformación, haré cuanto pueda para obstaculizar las regresiones en las que conservadores y corruptos estarán empeñados.”

La cuarta transformación ha iniciado, dispongámonos a participar en ella. López obrador se ha comprometido: “No tengo derecho a fallar”. Y como ciudadanos tampoco podemos fallarles a las próximas generaciones. Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.



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