El derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio
es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir.
(...) La rebeldía es la vida; la sumisión es la muerte.
Ricardo Flores Magón
Ayer asistimos al
acto de conmemoración en torno al inicio del movimiento de lucha revolucionario
en su 101 aniversario. Ahí el sr. Felipe Calderón habló de la necesidad que el país tiene de
verdaderos demócratas y sostuvo “que
sigan defendiendo la libertad y la efectividad del voto. Que participen en las
contiendas electorales con pleno respeto a las reglas y a las instituciones
democráticas”.
Pero al igual que en
años anteriores, el panismo ha desgastados sus discursos para ensalzar la
persona del espiritista Francisco I. Madero -que ocupó la presidencia de 1911 a
1913- para
justificar su concepción de país.
Los reconocimientos a Madero son la bandera de la visión de país que
tenía Madero González en 1900 y de la cual quieren compartirnos quienes hoy
ocupan Los Pinos. Un país en calma, tranquilo, en paz. Veamos pues al héroe de
papel que se reconoció ayer.
En las luchas previas a la Revolución Mexicana, mientras Madero
González a los casi 30 años iniciaba formalmente sus estudios espiritistas,
tras estar en París donde le había sido revelado su misión: ser médium
escribiente. Ricardo Flores Magón,
a los 29 años -oaxaqueño nacido en San Antonio Eloxochtián, el 16 de Septiembre
de 1873- asistía al Primer Congreso de Clubes Liberales, en San Luis Potosí
(1902) para posteriormente fundar el Hijo del Ahuizote, junto con Gabriel
Cabrera.
Mientras Madero González fundaba y presidia la Sociedad
de Estudios Psíquicos de San Pedro; Flores Magón fundaba la Junta Organizadora del Partido
Liberal Mexicano (1905).
A diferencia de
Madero González -de familia de hacendados- que tenía una visión diferente de la
realidad mexicana; Ricardo Flores Magón se siente identificado con el pueblo no
sólo porque hacia él dirige su lucha, sino porque forma parte del mismo. Así lo
dice:
Somos la plebe; pero no la plebe de los
faraones, mustia y doliente, ni la plebe de los cesares abyecta y servil; ni la
plebe que bate palmas al paso de Porfirio Díaz. Somos la plebe rebelde al yugo;
somos la plebe del espartaco, la plebe que con Munzer proclama la igualdad, la plebe
que con Camilo Desmoulins aplasta la Bastilla, la plebe con que Hidalgo
incendia Granitas, somos la plebe con que Juárez sostiene la Reforma. (“Vamos
hacia la vida” en Revolución, julio
de 1907)
Su lucha por la
libertad no se detiene ante nada y lo demuestra cuando afirma: “¡Sumisión! Es el grito de los viles;
¡rebeldía! Es grito de los hombres. Luzbel, rebelde, es más libre que el
esbirro de Gabriel, sumiso”. (Ídem)
Su posición anticlerical no tiene interpretaciones de tibieza. Su crítica para
con un Estado clerical que avalaba las acciones de barbarie de Díaz, fue otra
de las características de su lucha. De su posición frente al Clero señala:
Los timoratos y los serios de hoy, que adoran
a Cristo, fueron los mismos que ayer lo condenaron y lo crucificaron por
rebelde. Los que hoy levantan estatuas a los hombres de genio, fueron los que
ayer los persiguieron, los cargaron de cadenas y los echaron a la hoguera, los
que torturaron a Galileo y le exigieron su retractación, hoy lo glorifican, los
que quemaron vivo a Giordano Bruno, hoy lo admiran; las manos que tiraron de la
cuerda que horco a John Brown, el generoso defensor de los negros, fueron las
mismas que más tarde rompieron las cadenas de la esclavitud por la guerra de
secesión; los que ayer condenaron, excomulgaron y degradaron a Hidalgo, hoy lo veneran,
las manos temblorosas que llevaron la cicuta a los labios de Sócrates escriben
hoy llorosas apologías de ese titán del pensamiento”.(ídem)
Sus diferencias con
Madero respecto del método de lucha se manifiestan de igual manera y se hacen
públicas a través de los comunicados que él hacía llegar a sus
correligionarios. Iniciada ya la Revolución, Ricardo señala:
La Revolución ha llegado al punto en que
forzosamente tiene que seguir cualquiera de estos dos cursos: o degenerar en un
movimiento simplemente político, en el que encontraran garantías solamente los
jefes de ellas y la clase rica, quedando la clase pobre en la misma o peor condición
que antes, o, por el contrario seguir su marcha avasalladora convirtiéndose por
completo en una verdadera revolución económica, por la cual lucha el Partido
Liberal Mexicano.
(...) Si ocurre lo primero, esto es, si
la revolución degenerase en un simple movimiento político que sentase en la
silla presidencial a Madero (...) la clase pobre habría dado una vez más su
sangre generosa para seguir en la esclavitud política y económica. (...) Es
necesario, pues, abrir los ojos mexicanos, no nos conformemos con que Madero
vaya a sentarse en el sillón presidencial, porque ningún gobierno podrá
decretar la felicidad. La felicidad se consigue obteniendo la libertad
económica (...) (ídem)
Y más adelante con
su letra siempre clara y fulminante, que no da lugar a confusión e
interpretación alguna. Señala:
Francisco I. Madero y Porfirio Díaz
acaban de celebrar un tratado de paz. El telégrafo y correo están siendo
empleados para pedir a los jefes insurrectos que se suspendan las hostilidades
con el objeto de que se hagan nuevas elecciones (...) Está ya anunciado que las
fuerzas federales y las fuerzas maderistas perseguirían a los revolucionarios
que no se conformen con que este movimiento termine con la farsa de
una nueva elección. (...)Los desarmes que sufrieron las fuerzas de
Silva y Analís por Madero en persona, están frescos en nuestra memoria. (...)
En estos momentos los grandes banqueros norteamericanos, así como Díaz y Madero,
podrían hacernos millonarios con sólo que abandonásemos la sagrada causa de los
trabajadores. Con tal de que nos alejásemos de esta lucha, Wall Street y los
vampiros norteamericanos nos pueden dar millones para establecer grandes
negociaciones en México (...)
(“Comunicado de la Junta Organizadora
del Partido Liberal Mexicano a los maderistas y a los mexicanos en general”
Regeneración, 27 de mayo de 1911)
Quizá por ello,
Flores Magón sostiene respecto de Madero González: “(...) derramar sangre para llevar al poder a otro bandido que oprima
al pueblo, es un crimen; y eso será lo que suceda si toman las armas sin
más objeto que derribar a Díaz para poner en su lugar a un nuevo
gobernante”.
Así como ocurrió
ayer, el gobierno en turno sigue construyendo y manteniendo héroes de papel como
Madero González, que sirvan a su visión de país y como abono a la defensa del status quo. Por lo pronto, bien vale la
pena militar en el Magonismo, ahora que se necesitan tantas ganas de inspirarse
para cambiar nuestra pobre realidad.
Por hoy es todo, nos
leemos la próxima. Carpe diem.
3 comentarios:
Maestro:
Interesantes datos nos proporciona en la Columna Iusfilosofando de este día.
Me sumo al llamado al Magonismo para cambiar el rumbo de este México lindo y herido.
Excelente texto.
Un abrazo.
Gracias Ius por refrescarnos la memoria sobre los verdaderos revolucionarios de México. Enhorabuena.
Con razón a Flores Magón lo nombran apenas como una anécdota periférica de la revolución cuando el con esos escritos tan vigentes sigue siendo un activo revolucionario. Hay que leerle y conocerle más. Me adhiero al magonismo militante también. Un abrazo, Samuel.
Publicar un comentario