Los hombres son como sus madres los hacen.
Ralph Waldo Emerson
En
días como éstos recuerdo a mi maestro de secundaria, -René Ramírez- que nos decía en clase, la risa que le
causaban algunas amenazas hechas a lo largo de su vida. “te voy a madrear”, en
su defensa decía “se ve que no quieres a tu madre porque entiendo que me vas a
golpear con ella”. Al final todos reíamos, pero era un ejercicio interesante de
la forma incoherente en que a veces se expresan los unos sin recibir respuesta
de los otros.
Indudablemente
esa expresión comunica una decisión atroz más allá de lo mal sonante. Usar a tu
madre para golpear a alguien más, es propio de un delirante. No obstante, se
usa también “te voy a partir la madre” como amenaza retorica que inflige temor.
Ambos
recursos expresivos “madrear” y “partir la madre” se refieren al primitivo deseo de dar una
paliza, azotar, pegar, tundir, vapulear. Es decir, golpear a una persona con
saña y fuerza dejándola por lo general mal herida. Pero este uso y extensión
del recurso “madre” es indistinta cuando se utiliza para expresar “ya
madreaste…” esto o aquello, entendiéndose como arruinar alguna cosa por un
golpe o a golpes. Y a veces hasta sale la solidaria expresión “que madriza se
llevó” en alusión al trabajo que implico realizar una tarea o acción.
Después
del lenguaje áspero, vienen los datos duros, que bien sirven para la numeralia
referente al trabajo de las madres, según datos del INEGI el 71.8% de las
madres solteras trabajan; en su condición de madres divorciadas lo hace el
71.7%; en el caso de las madres separadas de su pareja es el 68.3%; la historia
continua con que el 39.3% de las madres casadas también lo hace; mientras, las
madres que trabajan y viven en unión libre representan el 39.4%; finalmente las
madres viudas son el 30.6%.
Pero
ese es un simple papel, el de madres trabajadoras. Están muchísimos más que
eventualmente dejamos de lado, como el de las madres activistas que se
iniciaron en alguna causa social por diversas razones, una de ellas el de doña
Rosario Ibarra, tan solo por citar un ejemplo, pero hay muchas más, como las
que hoy marcharán en el DF y algunas otras ciudades del país; esas madres que
decidieron no callar ante injusticias, las que son portavoces de otras y las
que hoy saldrán a exigir ahora a Enrique
Peña, la búsqueda de sus hijas e hijos que desaparecieron durante la guerra que
no fue guerra, de Felipe Calderón Hinojosa -a cuya madre escribí una carta http://iusfilosofo.blogspot.mx/2011/05/carta-la-madre-de-calderon-sra.html
-.
Así
celebran esas madres su día, no callando, manifestándose, enseñando a otros
hijos que dejar de luchar es comenzar a morir. Y a demostrarnos que mientras
existan madres como esas, a este país aún le queda una luz de esperanza.
Por
hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe
diem.
4 comentarios:
Doctor, una gran columna para un día especial como este.
En efecto, y para utilizar lenguaje retórico permítaseme decir: la mayoría de las madres se la parten para hacer hasta lo imposible para que los suyos estén bien.
Debo decir que mi mamá es la mejor del mundo.
Muy buen texto.
Un placer leerle.
gracias! ambas columnas son ilustrativas de la dualidad de las madres de México: las que mejoran al país y las que lo joden.
@Trotarranchos
Con madre tu columna, no olvidar que también la acepción de "A toda madre" o "con madre" así tu columna hoy, esta a toda madre y esas "Madres" son el ejemplo a seguir, desde todas las trincheras (el caso de Rosario Ibarra) nos han dado el ejemplo de vida son estas "Nuestras madres" las que nos ponen el ejemplo, ojalá hubiera más madres como ellas, pues a festejarlas a diario.
Óscar Sánchez
Estupendo apunte acerca de un artículo de primerísima necesidad, hoy escaso: La Madre
@Ettpop
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