En mis colaboraciones
anteriores, he compartido cronológicamente el tema de los derechos humanos, hoy
toca hablar del sexenio de Fox.
Ya con la llegada de un nuevo
partido a la Presidencia de la República, parecía que la política exterior de
derechos humanos podría ser complementaria con la meta de generar una comunidad
de intereses con el vecino en la arena internacional. Sin embargo, a partir del
11 de septiembre de 2001 Washington entró en la lógica de la “guerra contra el
terrorismo” con la consiguiente merma en su compromiso con las libertades y los
derechos fundamentales. Justo cuando México abrazaba sin cortapisas la agenda
internacional de los derechos humanos.
Para reforzar la agenda de los derechos humanos dentro de la
cancillería se llevó a cabo una modificación en su estructura orgánica, por la
cual se creó la Subsecretaría de Derechos Humanos y Democracia. Al frente de
ésta fue nombrada una reconocida activista de derechos humanos.
El gobierno panista extendió una invitación permanente a todos
los observadores de derechos humanos que quisieran visitar el país, ya fuera
como representantes de organizaciones intergubernamentales o de la sociedad
civil. Así quedó abrogada la ley para regular la actividad de observadores de
derechos humanos en México que había aplicado el gobierno de Zedillo.
En 2001, por ejemplo, se reconoció la competencia del Comité
contra la Tortura, para recibir y examinar comunicaciones de individuos que
aleguen ser víctimas de esa práctica, y en 2002 se ratificó el Primer Protocolo
Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
La disposición del gobierno mexicano al escrutinio internacional
se tradujo en un buen número de visitas de relatores y grupos de trabajo. Hasta
2005 se habían registrado dieciséis visitas a México, y se habían recibido 388
recomendaciones en la materia.
No obstante, la posición de México no estuvo exenta de
contradicciones y cuestionamientos, como lo fue el voto “contra Cuba” en la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Una posición que enviaba un mensaje
amistoso a Washington e incluso de afinidad ideológica. La postura mexicana, no
solo trajo tensión y alejamiento diplomático con el régimen de Castro, sino
desconfianza de otros gobiernos latinoamericanos simpatizantes de cuba.
En el LVII periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU,
México y Costa Rica promovieron la adopción del Protocolo Facultativo de la
Convención contra la Tortura, y presentaron una resolución —adoptada por
unanimidad—, que obliga a los Estados a garantizar que cualquier medida que se
tome en contra del terrorismo debe apegarse al derecho internacional, en
particular en lo referente a los derechos humanos, el refugio y el derecho
internacional humanitario.
En 2005 finalmente se ratificó el Estatuto de Roma, que creó la
Corte Penal Internacional. México pasó de sostener una posición defensiva a una
proactiva, frente al régimen internacional de derechos humanos.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
PD. En el caso de Noé Vázquez
Ortiz, activista de Amatlán de los Reyes, Veracruz, del Colectivo Defensa Verde
Naturaleza para Siempre y miembro del MAPDER; torturado y asesinado a pedradas.
Mi solidaridad con su familia.
1 comentario:
Doctor, interesantes e ilustrativas sus #Iusfilosofando sobre los Derechos Humanos.
Las he seguido, leído y recomendado a mis alumnos de Maestría.
Ello contribuye a la generación de debate e intercambio de ideas.
Un placer leerle.
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