El pasado 19 de marzo, el diputado príista del Estado de Quintana Roo
Juan Luis Carrillo Soberanis entrego a la oficialía de partes de ese Poder
Legislativo, iniciativa de decreto por la que se expide la Ley de Cultura
Cívica del estado de Quintana Roo. La iniciativa que consta de 39 páginas, no
tuvo la atención que debió de haber tenido -por el contenido mismo de la
iniciativa- porque se presentó en la coyuntura de la elección del presidente de
la Comisión de Derechos Humanos.
En las definiciones básicas que expone en la iniciativa, Carrillo
Soberanis sostiene: “El civismo responde a una idea básica: es
necesario que las personas se respeten unas a otras; y hay que respetar las
cosas que son de todos, para que todos la puedan disfrutar cuando las necesitan
(…)” para no detenernos en tan primaria reflexión, el legislador local
continua: “(…) el civismo en sí, encierra la idea del ejercicio pleno de los
derechos y sus garantías apegadas al respeto de los derechos de terceras
personas, utilizando como un instrumento de cohesión y como motivador de las
personas para adoptar comportamientos entendidos como correctos”.
De 36 artículos, la iniciativa refiere a Washington, España, Argentina y
Chile como inspiradoras de la suya y enumera algunos ejemplos que “han
perturbado gravemente la paz y la tranquilidad, los derechos de los
quintanarroenses, así como el orden y nuestros espacios públicos”. Y
menciona la magamarcha y bloqueo de la zona hotelera del 17 de septiembre de
2013; de hechos ocurridos ese mismo año pero el 11 de septiembre con la marcha
de los normalistas; y la de los taxistas en febrero de 2014 que bloqueo la zona
hotelera.
La perla, es su concepto de manifestación: “la reunión
concertada y transitoria de las personas en espacios públicos con la finalidad
de reclamar algo o expresar su protesta por algo y que pueda perturbar, la paz
y tranquilidad, el normal desarrollo de las actividades de los pobladores o el
tránsito en las vías públicas (…).”. Como se observa dicha definición
incluye ya un escenario negativo: “perturbar la paz y la tranquilidad”. Con
esta referencia condena de facto toda manifestación.
Y es que la iniciativa aprobada fast track este lunes
24, faculta a los ayuntamientos a través de sus “jueces calificadores” a
imponer sanciones por infracciones a la ley (Artículo 6); obliga a la
administración pública a: “disolver la manifestación y garantizar el libre
acceso de los servidores a las instalaciones públicas así como garantizar la
normalidad de las actividades y ejercicio de los derechos de los habitantes
(…)”. Cuando se altere el funcionamiento de las instituciones que prestan
servicio público. (Artículo 18).
En su artículo 22 prohíbe “llevar acabo bloqueos” y consecuentemente
“podrán ser disueltos por la administración pública”. En el artículo 26 obliga
a los manifestantes a “presentar un aviso por escrito a la secretaria de
Gobierno del estado y/o a la secretaria General del Ayuntamiento, por lo menos
con cuarenta y ocho horas de anticipación”.
El redactor de la ley es torpe al omitir el uso de la técnica
legislativa; es confuso, pues partes de la ley asemejan un copy-paste de
distintos ordenamientos; es ignorante al incluir una sanción de 4 a 500 veces
el salario mínimo por: “ingresar a zonas señaladas como de acceso restringido”
(Fracción XXII artículo 30).
Magro uso de conocimientos el que realiza Carrillo Soberanis, quien
preside la Comisión de Puntos Legislativos y Técnica Parlamentaria; y magro
favor el que Carrillo Soberanis, hace a la administración pública.
El diputado priista es líder estatal del Frente Juvenil Revolucionario
(FJR), -expresión interna de ese partido, que más de una ocasión ha servido
como brazo de choque contra manifestaciones contrarias al priismo
regional- hombre cercano al gobernador Roberto Borge, quien al parecer ha
dado su primer paso para congraciarse con su jefe político.
Quienes simpaticen con dicha ley, deberán estar
atentos y tener presente que preparan su propia mordaza. Dicha ley me recordó a
Voltaire: “Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no
piense como yo”. Por lo pronto, los diputados locales del PRD, PAN y
PT advirtieron que la discusión podría terminar en la Suprema Corte de Justicia
por considerarse inconstitucional, veamos que ocurre.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
En efecto Doctor, el de Quintana Roo es un caso que debemos seguir muy de cerca, es uno de los tantos que utilizaron las estrategias de manipulación mediática para lograr una aceptación casi sin chistar.
Magnífico texto, le daré difusión en mis redes sociales. Un placer leerle.
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