El hombre es el lobo del hombre
Hobbes
Como lo señale en la entrega anterior, la pérdida de Dios como criterio de justicia obligo a buscar nuevos fundamentos para el poder político y sus leyes. En esta ocasión continuare con el tema aportando algunos otros datos y contextualizando con nuestra realidad.
A la desaparición gradual de Dios como justificante y referente de las leyes, algunos autores como Hugo Grocio y Thomas Hobbes dieron referentes distintos. El primero, en su obra De jure belli ac pacis (Del derecho de la guerra y de la paz, 1625), trató de justificar la existencia de ciertos principios que debían regular las relaciones entre naciones, actualizó la noción de derechos naturales (que provenía de la Edad Media) relacionándola con la idea de que la soberanía era un atributo de los Estados. Hobbes, intentó fundamentalmente ofrecer una respuesta científica al problema de la obligación política.
Si la referencia a la voluntad divina como fuente de la autoridad había venido a menos, surgía entonces el problema de justificar la obediencia de los súbditos al poder de un soberano sin recurrir a principios trascendentales. De ahí que afirme: “(…) cualquier cosa que creamos, no por otra razón sino solamente por la que deriva de la voluntad de los hombre y de sus escritos, ya sea comunicada o no por Dios, es fe en los hombres solamente” (HOBBES: Leviatán: 2010)
Hobbes estableció algunos conceptos que serían decisivos en todo el pensamiento político posterior. Su argumentación, parte de la idea de un hipotético Estado de naturaleza, en el que los hombres son iguales en la medida en que tienen un derecho natural a conservar su vida. El referido autor entiende al Estado de naturaleza como una situación ideal en la que los hombres viven sin leyes y corren el riesgo de perder la vida en cualquier momento.
No obstante, los hombres poseen el derecho de defender su vida y guiarla del modo que les parezca más conveniente. Hobbes menciona que cada hombre sé autogobierna, es dueño de sí mismo y no obedece a nadie más, que en la situación ideal de naturaleza, son libres y soberanos. Empero debemos hacer el alto ya que el problema aparece cuando, al ejercer cada hombre su libertad - hacer lo que le dicta su voluntad -, entra en conflicto con otros hombres igualmente libres y soberanos y pone en riesgo su vida.
Para el autor del Leviatán, la vida es el valor fundamental, los hombres deciden celebrar un Contrato mediante el cual renuncian a todo aquello que puede poner en riesgo la vida y la seguridad de los demás (renunciando al ejercicio de su derecho natural) y aceptando obedecer a un soberano a quien autorizan a imponer el orden y garantizar la defensa de la vida de cada uno.
Éste es el momento de fundación simultánea de la sociedad lo que algunos llaman pactum societatis y del gobierno o pactum subjetionis, a partir del cual los hombres están obligados a respetar las leyes del soberano que han autorizado. (Ídem)
Es decir, mediante el contrato social los hombres renuncian a su libertad y soberanía originarias y tienen la obligación de obedecer las leyes del soberano, no sólo porque éstas son legítimas ya que se originan en la voluntad de cada uno de los contratantes, sino porque garantizan la seguridad de su vida.
El soberano puede ser un hombre, un grupo reducido de hombres o una asamblea, es legítimo porque su fuerza proviene de la voluntad de los contratantes y no de algún tipo de decisión divina. Las leyes que el soberano promulgue serán, por consiguiente, leyes justas en la medida en que serán vistas como extensión de la voluntad de los hombres unidos por el contrato.
Empero, la idea de que existen derechos naturales que no se pierden con el contrato no tardaría mucho en aparecer, y es a finales del siglo XVII cuando el filósofo John Locke reformula la teoría del contrato a partir de la noción de libertad individual irrenunciable. Con él aparecería la primera formulación del Estado de derecho.
¿Pero, quien es el soberano? ¿Es legítimo que este soberano imponga leyes? ¿Podremos no acatar las leyes que el soberano dicta?
Las preguntas anteriores pretenden hacer reflexionar al lector sobre los ejercicios que los ciudadanos realizamos al momento de ejercer nuestra soberanía y como en nuestro contexto nacional puede cobrar la importancia necesaria.
En los tiempos actuales somos testigos de la forma en como las leyes son el instrumento por el cual el poder controla, reprime, segrega, condena y vulnera a quien disiente.
Y el mejor de los ejemplos es el tema de los desafueros, de su utilización como mecanismo de venganza. ¿Podríamos decir que se actualiza la idea de Hobbes en nuestra realidad mexicana, el hombre es el lobo del hombre? ¿Qué otros ejemplos podemos encontrar? Dejo al lector encontrarlos, por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
8 comentarios:
Maestro, una vez más nos presentas a través de Iusfilosofando un texto reflexivo, que denota una buena investigación.
Un honor compartir contigo el objetivo de generar el pensamiento crítico a través de la escritura.
Contribuyes además a un cambio positivo a este México lindo y herido.
Un abrazo.
Hola, Samuel. No cabe duda que pensar en profundidad las cosas nos coloca en la correcta perspectiva. Qué delicia es ver la manera en la que estos pensadores glosan la realidad social modificando nuestro concepto de convivencia. Muy constructivo artículo, una brevísima muestra de un pensador trascendente. Un saludo.
Maestro:
Un deleite leerlo, su columna de hoy despejo mis dudas en la universidad, gracias por sus aportaciones, lo felicito.
Luis
Como en cada ocasión tengo que felicitarte x tus acertados artículos, nos dejas siempre un buena reflexión que hacer! Abrazoss!
Margene
q el pueblo un día a la manera de Luis IX, diga. el Estado soy yo
@BenitoJuarezG
Te saludo cordialmente. Para tî un gran abrazo. Siempre interesante leer tus opiniones en Iusfilosofando
@JustinoDM
simplemente excelente, invita e incita a la reflexión, saludos Maestro
@oskaroos
Excelente, como siempre Samuel, me gusta tu forma de actualizar la historia y sus personajes...
@Adrix_DS
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