El actual texto del título primero, capítulo I, de la Constitución de
1917, es producto de aproximadamente 92 reformas, realizadas desde entonces al
año 2010, respecto a los 29 artículos que lo integran. La mayoría de las
reformas han sido llevadas a cabo en las últimas tres décadas, que coinciden
con el inicio de la etapa en que nuestro país comenzó a ratificar tratados
internacionales en materia de derechos humanos.
Durante los años del viejo PRI México sostuvo una posición ambigua
ante la agenda internacional de los derechos humanos: por un lado de respaldo y
exaltación en el discurso; y por otra, en la práctica resistente y
obstruccionista.
El régimen estuvo dispuesto a promover solamente el multilateralismo
tradicional que subrayaba la defensa de los intereses y los derechos de los
Estados-nacionales, colocando la soberanía y la no intervención como ejes
rectores de la cooperación internacional en materia de derechos humanos,
entendiendo de esta forma que nadie se metería con él.
En 1986 y en 1990,
respectivamente, Amnistía Internacional y Human
Rights Watch emitieron informes sobre la situación de los derechos humanos
en México, con resultados no muy agradables para el país. Fue así que a finales
de los años ochenta el tema de los derechos humanos había logrado suficiente
audiencia pública en el plano nacional, e internacional.
Por esas razones
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) fue obligado en la práctica a dar crear
en junio de 1990 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), inspirada en
la figura del defensor del pueblo u ombudsman. Dos años más tarde en 1992, la CNDH
fue elevada a rango constitucional y se mandató la creación de comisiones
locales en todos los estados de la República.
No obstante a más
de 20 años de existencia de órganos protectores de derechos humanos el tema
sigue siendo materia de discurso, reformas y programas. Tan solo en los últimos
seis años, el respeto a las garantías individuales se vio gravemente afectado
por la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, de
esta forma se duplicaron el número de quejas por atentados a la vida,
desapariciones forzadas, cateos ilegales, torturas y tratos crueles, inhumanos
o degradantes.
En este contexto la
tercera línea de lo que Enrique Peña llama México
en Paz, señala: “Para la protección y respeto a los Derechos Humanos se
pondrá en marcha un Programa
Nacional de Derechos Humanos, que fortalezca las áreas del gobierno en esta
materia, y se creará la instancia federal que dé seguimiento a la
instrumentación de la Reforma de derechos humanos”.
Lo relevante de
esta afirmación, es que se repiten las mismas intenciones que Felipe Calderón
sostuvo como discurso al inicio de su sexenio, “ser un gobierno que promoviera
el respeto a los derechos humanos”. Peña habla de un Programa Nacional de Derechos Humanos, y de crear una instancia
federal que dé seguimiento a la instrumentación de la reformas. Con dicho
anuncio pareciera que quiere burocratizar aún más la defensa de los derechos
humanos y esto no es nada bueno, sobre todo cuando aún hay pendientes en la
materia; uno grave, es el de los manifestantes detenidos el 1D y que desde
luego no son los mismos que hicieron los destrozos que las televisoras transmitieron.
Gran pendiente el
tema de derechos humanos, estemos pendientes. Por hoy es todo, nos leemos la
próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Maestro:
¡Magnífico texto de análisis el que hoy nos presenta! Definitivamente a mayor corrupción, mayor número de instituciones y dependencias. Los derechos humanos no podían ser la excepción.
Lamentable la corta visión de este gobierno que pretende a través de superestructuras y burocracias en exceso resolver los grandes problemas nacionales.
No estoy de acuerdo en que mis impuestos se destinen a ello.
Un placer leerle.
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