Aunque existen algunos análisis que sostienen que volvió el día
del presidente, no estoy muy de acuerdo con esa visión, todo lo contrario, me
parece que no regreso el día del presidente sino que el “presidente” mismo se
suicidó.
Paso a fundamentar, establece la Constitución en su artículo 69
que “En la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo de cada año de
ejercicio del Congreso, el Presidente de la República presentará un informe por
escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la Administración
Pública del país”.
Es decir, el informe que debe de presentar el ejecutivo versará
sobre las actividades, obras, programas, políticas y resultados del país en las
distintas esferas, la económica, la política, de salud, de seguridad, de
educación, de empleo, desarrollo social, materia internacional, entre otros.
Vale recordar que el primer informe presentado al Congreso
mexicano fue el de José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, mejor conocido
como Guadalupe Victoria, presentado el 1 de enero de 1825.
Los informes presidenciales, tal y como los conocimos, -los
cuasiimperiales- fueron inaugurados por Adolfo de la Huerta, quien decidió
trasladarse en automóvil a la Cámara de Diputados y se desplegó así la
adulación masiva en las calles. Pero el primer informe mediático fue el Miguel
Alemán Valdés en 1952, ya que fue televisado.
Nada de eso vimos el 1 de septiembre; aún con el control del
Congreso, Enrique Peña no fue con los representantes de la nación, para desde
ahí dar su mensaje con motivo de su informe. Con un cerco doblemente amurallado
–por policía y militares por un lado y manifestantes por otra- Miguel Ángel
Osorio Chong fue en su representación y entregó el informe apenas de 9
meses.
Enrique Peña, no pudo proyectarse en “el día del presidente”, no
lo hizo porque su agenda es bastante complicada, no utilizó su mayoría para
entrar al Congreso, no fue a dar la cara como lo había prometido en campaña, “a
debatir con la oposición”.
El 1 de septiembre, Peña Nieto se dio un disparo en la cabeza,
se suicidó. Utilizó su mayoría para aprobar la Ley General sobre Evaluación
Docente. Prefirió ceder el “día del presidente” a la Cámara de Diputados que en
el uso de sus facultades aprobaba una cuestionada ley.
Peña arrinconado en Los Pinos, encerrado, sin
reflectores, en la soledad de la silla del águila, solo atinó a decir vía
Twitter: “Escuché con atención los posicionamientos de los grupos
parlamentarios, que reflejan la pluralidad de México”. Eso fue todo en el “día
del presidente”.
La pregunta es ¿Aún con su mayoría legislativa Peña vivirá la
desgracia de no pararse en el Poder Legislativo tal como sucedió con Vicente
Fox y Felipe Calderón? El “Presidente” ha muerto. La fiesta de un día después
solo es formalismo.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Sin duda Doctor, este #MéxicoLindoyHerido lejos, muy lejos esta de festejar ese anquilosado “Día del Presidente”, aunque por ahí los estruendos de aplaudidores y quienes practican el insalubre besamanos se afanen en retornar.
Confío en que cada vez seamos más los ciudadanos proactivos y exigentes y no permitamos que ello ocurra y retorne.
¡Vamos hacia una rendición de cuentas que deje de ser una simulación!
Magnífica columna. Un placer leerlo.
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