“Ahora resulta, que las reformas estructurales
son tan eficientes que de un plumazo, nos quitan soberanía, libertad e
independencia, y todavía tenemos que agradecer por ellas”.
En mi anterior columna
¿QUÉ SIGUE? (http://bit.ly/19HdHX2) sostuve que “Desde principios de los años
ochenta, con la llegada de los neoliberales al poder, la generación nacida en
los años setenta ha sido la más afectada con las reformas estructurales que el
país vive.”
Estas reformas estructurales (reformas al andamiaje de la
Constitución, a petición o por sugerencia de los organismos internacionales)
han sido operadas fundamentalmente por el PRI; pues aunque en los doce años del
PAN se pretendió impulsarlas, no consiguió los apoyos necesarios.
Un dato relevante para entender las reformas estructurales es
comprender cuales ha vivido el país. Trejo Ramírez y Andrade Robles -Evolución
y desarrollo de las reformas estructurales en México (1982-2012)- hablan de las
tres generaciones de reformas estructurales. Y las sitúan de la siguiente
manera: las de primera generación, que se ubican de 1984 a 1994; las de segunda
generación, que van de 1996 a 2006; y las de tercera generación, son las que se
acaban de aprobar y las que están pendientes.
La primera generación, tuvo como objetivo “estabilizar la
economía e impulsarla hacia el crecimiento, lo cual implicó en un primer
momento promover cambios importantes en el papel que el Estado había jugado”.
Es decir, una menor participación del Estado en la economía y dejar libre el
paso al capital privado nacional e internacional. Recuerdan estos famosos
pactos: Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE); Programa Extendido
de Reordenación Económica (PERE); Programa de Aliento y Crecimiento (PAC);
Pacto de Solidaridad Económica (PSE) y Pacto para la Estabilidad y el
Crecimiento Económico (PECE).
Las de segunda generación, pretendieron continuar “manteniendo”
el crecimiento económico sostenido a largo plazo, para ello se profundizó la
apertura comercial, para ello se formaron tratados comerciales, el famoso TLC.
Y sostienen Trejo Ramírez y Andrade Robles, para apuntalar dichas reformas se
firmaron programas a corto plazo entre ellos “–Pacto para el Bienestar, la
Estabilidad y el Crecimiento (PBEC); Acuerdo de Unidad Para Superar la
Emergencia Económica (AUSEE); Programa para Reforzar el Acuerdo de Emergencia
Económica (PARAUSEE)-“.
Las de tercera generación, son las que se acaban de aprobar,
ahora con el regreso del Revolucionario Institucional se desempolvan los viejos
proyectos para “modernizar al país”. Las reformas que integran dicho cóctel
neoliberal son las ya aprobadas: la reforma laboral, la fiscal, la educativa y
la energética.
Pero parece que la historia no termina ahí, porque aún hay
patria que vender, soberanía que entregar. La agenda legislativa del próximo
año se integrará con las iniciativas de leyes reglamentarias, que las asambleas
priístas y operadores de Los Pinos envíen al Congreso de la Unión para
cumplimentar dichas reformas.
La reforma energética aprobada al vapor la semana anterior por
el Congreso de la Unión y las legislaturas locales, no hubieran sido posible si
se hubiera respetado el procedimiento legislativo; no hubiera sido posible si
este país tuviera una izquierda parlamentaria digna -aclaro si hay
parlamentarios dignos de su cargo- y ciudadanos que coman menos fútbol y más
Constitución.
Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
1 comentario:
Magnífico texto Doctor, coincido con su análisis.
Este país no saldrá adelante mientras las mentes que se supone deben estar prestas a pensar, solo consumen y viven a través del futbol y de cuanto programa y pasquines le son suministrados.
Un placer leerlo en su #Iusfilosofando e intercambiar puntos de vista.
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